Cuando cae la tarde, en estas
tardes de primavera en las que el sol se resiste a irse, el parque se llena de
niños. Son niños de edades menudas. El juego para ellos es algo más que echar
el rato puesto que se descubren a sí mismos y a otros niños que comparten
espacio y tiempo.
Las madres llenan los bancos.
No hay ni un sitio libre. Todos están cogidos por madres de distintas edades y
por abuelas que aprovechan el rato, unas para echarles un vistazo a los nietos
y otras para compartir sus cuitas y sus dudas con otras abuelas…
-
Porque a mí me duelen las rodillas que no puedo
dar un paso…
-
¿A mí me vas a hablar de dolores? Hija, si no
hay parte de mi cuerpo que no me duela…
Otro grupo tiene la cabeza
metida en la pantalla del móvil. Mueven los dedos con agilidad de
prestidigitadoras. No están en el mundo que les rodea.
Pasa una mujer de pelo castaño
con mechas, alta, con ojos grades y barbilla pronunciada. Viste elegante. Tiene
ropa comprada con buen gusto y zapatos a juego con una correa que rodea su
cintura. Lleva un perro asido por una brida de cuero. El perro va a más
velocidad. Se diría que tira de ella y que con esfuerzo hace de contrapoder
para sostener el empuje del animal.
-
¿La conoces?
-
No. Es ‘frastera’.
La gente del parque es gente
que comparte hora a estas horas de la tarde en el parque. Se conoce entre ella. De hecho cada tarde se
buscan y hablan de sus cosas, de las cosa de otras gentes o de los inventos que
ellas creen que es lo que les ocurre a los que también están por el mismo
sitio.
Los niños suben y bajan de los
artilugios. Los artilugios modernos son diferentes entre sí. Trepan, se
enganchan en maromas gruesas, penetran por túneles… Aquello de Darwin donde
afirmaba que el hombre descendía del mono queda tan evidente que es imposible
la contracción a la teoría evolucionista.
Suena un teléfono móvil. Bueno,
suena el timbre del teléfono móvil…
-
Estefanía, que nos vamos…
-
Esperaaa…
-
Te he dicho que nos vamos, que nos tenemos que
ir...
Al rato, en el parque comienza
a mandar el silencio. Los gorriones picotean las migajas de las meriendas de
los niños…
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