San Juan Evangelista. El Greco. Santo Domingo el Antiguo. Toledo
Es el prototipo del amigo fiel
que no abandona nunca. Es la persona a quien se le puede confiar lo más
delicado porque se sabe que va a cumplir. Leonardo da Vinci, en la Última Cena,
la obra cumbre de su pintura lo sitúa en contraposición y como alguien antagónico
a Judas, el traidor.
En el Evangelio – porque
hablamos de Juan, el evangelista – lo señalan, mejor se señala porque habla de
sí mismo como el “discípulo amado”. Es el confidente. “Uno de vosotros, dice
Jesús, me va entregar”. Y pregunta, y el Maestro le apunta de manera señera.
“El que meta la mano conmigo en el plato…”
San Juan Evangelista. Atribuido a Alonso Cano
Dicen que era de Betsaida,
cercana a Cafarnaúm, la ciudad al borde el mar de Tiberíades. Era amigo y
conocido de algunos de los otros que se echaron ‘al monte’ o sea, que siguieron
a Jesús. Pedro, Andrés, Felipe… Hijo
del Zebedeo y de Salomé, hermano de
Santiago, el Mayor, el que la tradición dice que vino hasta España.
Juan, el evangelista tiene
momentos estelares en toda la vida de Jesús. De principio a fin. El culmen
llega cuando en Cruz, en los momentos agónicos, le entrega a María: “Hijo, ahí
tienes a tu Madre; Madre, ahí tienes a tu hijo”. El día de la Resurreción, las mujeres
regresan con el mensaje… Corre y dice que como era más joven llegó primero pero
esperó que llegase Pedro. Hay ya,
abiertamente, un reconocimiento a la primacía de la autoridad.
Escribe uno de los Cuatro
Evangelios que la iglesia católica reconoce como auténticos. Es el conocido
como Evangelio de San Juan, tres
epístolas que no firma porque tiene la suficiente autoridad para ser
identificado, y la obra más intrincada y enigmática: el Apocalipsis.
San Juan Evangelista. Tiziano
Juan vivió en Éfeso, ciudad
jónica a orillas del Egeo a donde llevó a María tras la muerte de Jesús. En la
persecución de Domiciano, desterrado a
Patmos – isla cercana – escribió el Apocalipsis. Regresó a la muerte del emperador. Murió muy longevo…
El Greco lo pinta, en el cuadro
de El Prado, como un hombre joven, apuesto con un fondo tenebroso para realzar
la figura; en el del Monasterio de Santo Domingo el Antiguo de Toledo – una de
sus grandes obras – como una antesala del tenebrismo. Leonardo le da sitio
preferente en la Última Cena.Tiziano, Alonso Cano…
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