Marisa es una mujer bajita y
morena. Su trato agradable, su generosidad no tiene límites. Su voz, por mor de
una afonía - que yo no sé cómo se llama
eso que corta la voz y de normal pasa a aguda – crónica que aparece cuando
menos lo desea y en los momentos más inoportunos.
Marisa es una mujer hacendosa.
Lectora empedernida, pulsea cada noche el sueño cuando aparece y a ella la encuentra
enfrascada en la entre las hojas de un libro. Entonces, el sueño que es más
poderoso, la vence y la deja dormida en el sillón mientras tintinean lejanas
las estrellas en el cielo sin contaminación lumínica en su casa de Virote.
Marisa ha ejercido su vocación
de maestra en el colegio Miguel de Cervantes. Allí junto a otras mentes
inquietas pusieron en marcha unas jornadas culturales en torno al Día del
Libro, y en la conmemoración de la muerte del Genio Universal. Rompieron los moldes tradicionales de una
enseñanza encorsetada en un tiempo al que hay que ganarle siempre por la mano y
mientras estuvieron ejerciendo ganaron la batalla.
Marisa, además tiene -conjuntamente con José Luis Pérez –
probablemente el mejor archivo fotográfico de Álora. Cientos, miles de
fotografías aguardan como el arpa que nos contaba Bécquer esa mano que le saque
las notas que encierran y nos sorprendan con recuerdos, añoranza, preguntas sin
respuesta por aquello de que nunca ponemos ni los nombres ni las fechas a las
fotografías…
Acaban de publicar su Revista,
la revista de cada año. Ahora corresponde con la XXXV Jornadas. Ahí es nada. En
portada han colocado una foto de la Fuente de Arriba, la que recibió nombre en
contraposición a la Fuente de Abajo, y que estaba bajo el Cristo del Marcelo.
Unas mujeres recogen agua. Cántaros y garrafas esperan ‘la vez’ que era una
manera de aguardar el turno cuando había que esperar y esperar horas para
acopiar el agua…
Dentro artículos, documentos
literarios y documentos gráficos de un valor antropológico y social
incalculable. Es la historia gráfica del pueblo plasmado en el devenir de eso
que llamamos tiempo. Gracias, Marisa. Gracias por esa labor de hormiguita que
no cesa. Gracias por hacer tan bien las cosas y, encima, nos las regala….
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