martes, 30 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El parque








Cuando cae la tarde, en estas tardes de primavera en las que el sol se resiste a irse, el parque se llena de niños. Son niños de edades menudas. El juego para ellos es algo más que echar el rato puesto que se descubren a sí mismos y a otros niños que comparten espacio y tiempo.

Las madres llenan los bancos. No hay ni un sitio libre. Todos están cogidos por madres de distintas edades y por abuelas que aprovechan el rato, unas para echarles un vistazo a los nietos y otras para compartir sus cuitas y sus dudas con otras abuelas…

-         Porque a mí me duelen las rodillas que no puedo dar un paso…
-         ¿A mí me vas a hablar de dolores? Hija, si no hay parte de mi cuerpo que no me duela…

Otro grupo tiene la cabeza metida en la pantalla del móvil. Mueven los dedos con agilidad de prestidigitadoras. No están en el mundo que les rodea.
Pasa una mujer de pelo castaño con mechas, alta, con ojos grades y barbilla pronunciada. Viste elegante. Tiene ropa comprada con buen gusto y zapatos a juego con una correa que rodea su cintura. Lleva un perro asido por una brida de cuero. El perro va a más velocidad. Se diría que tira de ella y que con esfuerzo hace de contrapoder para sostener el empuje del animal.

-         ¿La conoces?

-         No. Es ‘frastera’.

La gente del parque es gente que comparte hora a estas horas de la tarde en el parque.  Se conoce entre ella. De hecho cada tarde se buscan y hablan de sus cosas, de las cosa de otras gentes o de los inventos que ellas creen que es lo que les ocurre a los que también están por el mismo sitio.

Los niños suben y bajan de los artilugios. Los artilugios modernos son diferentes entre sí. Trepan, se enganchan en maromas gruesas, penetran por túneles… Aquello de Darwin donde afirmaba que el hombre descendía del mono queda tan evidente que es imposible la contracción a la teoría evolucionista.

Suena un teléfono móvil. Bueno, suena el timbre del teléfono móvil…
-         Estefanía, que nos vamos…

-         Esperaaa…

-         Te he dicho que nos vamos, que nos tenemos que ir...

Al rato, en el parque comienza a mandar el silencio. Los gorriones picotean las migajas de las meriendas de los niños…


lunes, 29 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Vísperas





Después de la resaca electoral  tengo tres cosas claras: uno ha ganado; otro ha salido sonado como el boxeador noqueado en el ring al que las cuerdas sirvieron de soporte para no caer en el vacío y los otros, han entonado el chaucherío del que quiere y no puede. Ante tanto análisis todos han acertado y ninguno  errado.

Amaneció un día de sol y nubes altas. Algo así como un entelerañamiento del cielo en las alturas. Los que saben de estas cosas dicen que son cirros, que allí la temperatura es muy baja, tan baja que asusta y que eso significa que hay movida por ciertas capas de la estratosfera.

A veces me pregunto si cuando los ángeles salen al recreo y está el día así tienen que ponerse la bufanda y los guantes y si los ángeles  desobedientes se constipan y por las noches les entra dolor de garganta y les ponen ungüentos de aquella crema que olía a eucaliptos que nos ponían cuando éramos niños.

Al mediodía me fui con un amigo al bar nuevo que han abierto en la Rampa. El  hombre que atendía al otro lado de la barra olía a limpio, nos habló de usted y con respeto y sabe cortar jamón, o sea es un profesional.  En la barra estaban otros amigos y como buenos viejos hablaban  de las pastillas que toman – antes eso estaba muy lejos, pero ahora no – recetadas por sus médicos.

El campo está precioso. La luz, la ‘sagrada luz del Sur’ se abre como se abre de capa el maestro que recibe a puertas de chiqueros, en ese momento en que todo es expectación en el graderío, por lo que puede asomar desde la oscuridad escudriñada en el interior de los chiqueros…

Han sonado los clarines. El silencio habla solo. Lo rompe el murmullo de un clamor sordo. Me vienen días donde todo va a quedar desbordado. Eso de presentar un libro es algo que siembra la preocupación por dentro. ¿Decepcionará? Hay un pellizco que me atenaza. Tengo una duda metafísica. La gente va por su órbita de navegación. Me pregunto si esto que escribo le interesa a alguien o es para dar satisfacción a mi vanidad. Es decir, escribo para alguien o escribo para mí mismo…




domingo, 28 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Grândola, vila morena






Arrancaba  agosto. Calor torrido. ¡Vaya novedad! Cruzamos el Guadiana por Ayamonte. Luego, el Algarve. Subimos por el Baixo Alentejo. Tierras de suaves colinas, olivos, algo de ganadería, pastos secos…

A media tarde ya hemos cruzado parte del Alentejo, la tierra que está más allá del Tajo, o sea, la tierra al sur del Tajo. La mayor concentración de alcornoques de Portugal  - es el primer productor del mundo de corcho - . Venden melones amarillos a pie de carretera. Estamos perdidos. En un cruce preguntamos. Comemos  - ¡qué bien se come en Portugal! – en una venta de  carretera. El calor hace que aparezcan algunos nervios.

Llegamos. El alojamiento está concertado en las Minas de Lousal. Ya no hay minas. Los antiguos edificios han pasado a ser un complejo hotelero. Casas blancas, tejados altos. La pirita se toca con la mano. Las minas permanecieron abiertas desde primeros del siglo XX hasta casi su final…

Visitamos las galerías. Aprieta el calor. Nos permiten ir con los coches hasta las bocas de entrada. Nos guían. Nos explican. Nos dicen el porqué de su cierre. Todo es economía que no resiste el paso de otras tecnologías. Empuja la modernidad.

Cae la tarde nos vamos a Grândola. Aquí, bueno, aquí  no, sino que una canción dedicada por Ze Alfonos a la banda de música local, “Grândola, Vila morena”, desde Radio Renaçenza dijo que había comenzado la Revolución de los Claveles. Pateamos la ciudad. Nos sentamos a la sombra. Se agradece el frescor del parque…

Regresamos al coche, una rueda  rajada. Pasa un señor. Se interesa por la situación. Nos dice que volverá con un mecánico. Desconfío. Al rato – se hace eterna la espera por la proximidad de la noche – vuelve con él.  No hay posibilidad de arreglo en el lugar. Hay que ir al taller. El hombre me repone  el neumático rajado. Le digo que me cambie, también, el otro. “No, me dice, está bien, cuando sea necesario lo hace usted en España…” Me cobra lo justo. El señor que fue el buen samaritano y me solucionó el problema no acepta ni una propina, ni un café…

-         “Aquella casa de la esquina es mi casa, si ustedes necesitan algo…
“Grândola, Vila Morena, terra da fraternidade…” Hace día que pasó el 25 de abril. Recuerdo entrañable para gente entrañable de un pueblo entrañable…


viernes, 26 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Marisa




Marisa es una mujer bajita y morena. Su trato agradable, su generosidad no tiene límites. Su voz, por mor de una afonía  - que yo no sé cómo se llama eso que corta la voz y de normal pasa a aguda – crónica que aparece cuando menos lo desea y en los momentos más inoportunos.

Marisa es una mujer hacendosa. Lectora empedernida, pulsea cada noche el sueño cuando aparece y a ella la encuentra enfrascada en la entre las hojas de un libro. Entonces, el sueño que es más poderoso, la vence y la deja dormida en el sillón mientras tintinean lejanas las estrellas en el cielo sin contaminación lumínica en su casa de Virote.

Marisa ha ejercido su vocación de maestra en el colegio Miguel de Cervantes. Allí junto a otras mentes inquietas pusieron en marcha unas jornadas culturales en torno al Día del Libro, y en la conmemoración de la muerte del Genio Universal.  Rompieron los moldes tradicionales de una enseñanza encorsetada en un tiempo al que hay que ganarle siempre por la mano y mientras estuvieron ejerciendo ganaron la batalla.

Marisa, además tiene  -conjuntamente con José Luis Pérez – probablemente el mejor archivo fotográfico de Álora. Cientos, miles de fotografías aguardan como el arpa que nos contaba Bécquer esa mano que le saque las notas que encierran y nos sorprendan con recuerdos, añoranza, preguntas sin respuesta por aquello de que nunca ponemos ni los nombres ni las fechas a las fotografías…

Acaban de publicar su Revista, la revista de cada año. Ahora corresponde con la XXXV Jornadas. Ahí es nada. En portada han colocado una foto de la Fuente de Arriba, la que recibió nombre en contraposición a la Fuente de Abajo, y que estaba bajo el Cristo del Marcelo. Unas mujeres recogen agua. Cántaros y garrafas esperan ‘la vez’ que era una manera de aguardar el turno cuando había que esperar y esperar horas para acopiar el agua…

Dentro artículos, documentos literarios y documentos gráficos de un valor antropológico y social incalculable. Es la historia gráfica del pueblo plasmado en el devenir de eso que llamamos tiempo. Gracias, Marisa. Gracias por esa labor de hormiguita que no cesa. Gracias por hacer tan bien las cosas y, encima, nos las regala….


jueves, 25 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Perotes






Álora está a medio camino entre el mar y las tierras interiores de la provincia de Málaga. O sea, ni cerca ni lejos. No llegan las brisas que suben de la mar y refrescan los sofocos del verano porque aquí cuando hace calor…

-“No  hace calor, pero calor, lo que se dice calor… ¡hace calor!”.

En invierno, la Sierra de Abdalaljís, o lo que es lo mismo, la Sierra del Valle que toma el nombre del pueblo que no se ve pero que sabemos que está allí, corta los vientos fríos que vienen del norte. Cuando  son aires polares, entonces, no. A esos no hay quien los pare y hacen daño, mucho daño a modo de heladas.

Hay rivalidad con el pueblo vecino de Pizarra. Pizarra, algo más al sur, más cerca de Málaga. Los perotes, que es el gentilicio que tenemos los de aquí, porque somos de esa manera hacen que a veces, sobresalga la rivalidad. Ya ven una tontería.

“Por cierto, se preguntaba, Fernando Espíldora, padre de mi amigo Fernando, ¿ “cómo los pizarreños son más finos que nosotros, estando nosotros más cerca de Madrid que ellos¿”. ¡Cosas que pasan!

Fernando, cuando vinieron las modas de poner en los coches una cadenita que rozaba el suelo para no acumular la energía estática, entró en un bar con una cadena arrastrando desde la cintura…

-         “Fernando, ¿y,  eso?

-         Pa no marearme”.

Como buena gente, también, era buen amigo de ‘néctar divino’. Llega ‘cargado’ a su casa.

-         “Que me vas a enterrar”, le espetó, su mujer.

-         “Propio vengo yo para hacer un hoyo…”

Carpintero de profesión. Hacía, entre otros encargos, ‘trajes’ a medida para el último viaje. Le avisan para ‘uno’ en la calle Algarrobo. Manda al niño. Llega. Las mujeres, en duelo; los hombres, en una casa vecina. Pregunta. Le dicen que entre, que al fondo… Es una casa alargada, poca anchura y mucha profundidad.  Atraviesa varias habitaciones que se comunican entre sí, por dentro, sin ninguna puerta. En una cama ve un hombre. Deja la libreta y el lápiz sobre una mesilla cercana, saca el metro y comienza a medir…

-         “Niño, yo no, sigue, sigue, el muerto está más adentro…”


miércoles, 24 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El precio






Hace no sé cuánto tiempo que dejaron de vender en las boticas los termómetros de mercurio. Sí, esos que cuando se rompían esparcían unas volitas de color gris brillante. Los niños las perseguíamos. No las alcanzábamos nunca. Como eso que llaman felicidad,  que siempre está en  los otros. Algo así, más o menos. Más bien, menos.

Otro termómetro, el de los precios,  dice del campo que está bajo mínimos. O sea los precios que les pagan a los agricultores por el sudor de muchos días de frío en invierno, de escarchas y helores o de sudores que derriten los sesos en verano. Lo de la copla: “Por la mañana el rocío / al mediodía calor / por la noche los mosquitos / no quiero ser labrador”.

En los supermercados – a los que yo voy, los precios son muy distintos pero siempre muy al alza - en otros, en esos que llaman de delicatesen,  entonces no, ahí no; ahí,  de escándalo. Alguien diría de barbaridad con b de burro, aunque no sé el porqué del nombre.  Sobre un burro – con eso de la paridad, dicen que burra – entró Jesús en Jerusalén; otro burro – ya saben, “pequeño, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón…” Juan Ramón nos hizo soñar a los niños y a los grandes…

Acabamos de sufrir la pasión cuaresmal  y la otra  - por lo del sufrimiento – de dos debates de una campaña electoral. Dije que al primer partido que prometiese (el conseguirlo es una utopía,  harina de otro costal) alguna solución para el campo a ese le prestaría mi voto. Me he quedado con las ganas…

A Cristo le pusieron un precio. Aquello de las treinta monedas y esas cosas. Al campo, otros le imponen el precio; el agricultor se resigna. Pone la mano . Al campo no le hace caso nadie. Casi nadie. El campo es generoso, tan generoso que lleva en sus entrañas el ser esplendido con todos. Hasta al propio Judas le regaló el árbol para que pasase a la historia completito.

martes, 23 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Dictamen






Hace unos años, Jaime Ritwagen exponía  en Benedito. La galería está en esa esquina donde calle Granada se estrecha y en la que algunos dicen que arranca la Judería,  y solo un poco antes de llegar al Pimpi, -que fue emblema en Málaga y, ahora, más – y  a donde  hay que echar una instancia para entrar y llegarse hasta el mostrador.

La aglomeración de gente era la propia de una inauguración. Acosan al Maestro Alcántara. Acababa de pasar un arrechucho… La gente, alguna gente, como siempre, inoportuna, indiscreta…

-         Manolo, ¿me conoces?

Asentía, con la copa en la mano… En un momento determinado, me dijo:

-         Sácame de aquí…

En cuanto pude empecé a moverme entre la masa. Él me cubría la espalda. Poco a poco, con la lentitud de quien no se mueve pero se va, alcanzamos la puerta…

-         Vámonos, me dijo, al Pimpi.

Estar a solas con el Maestro era algo así como descubrir que existen los Reyes Magos…  Él hablaba; yo asentía. Procuraba aprehender y aprender que aunque parezca igual, no es lo mismo…

-         “Somos, me dijo, la última generación que a este país lo llama España; somos la última generación que comemos;  a partir de ahora, nos alimentaremos… , y tengo mis dudas que al Niño grande lo que dejen que reine”.

Se nos acaba de ir el Maestro. Ahora navega en esos mares donde las olas van al rebalaje de otras orillas. Al igual, las gaviotas no estén alineadas en la playa y a él ya no le sobren  tres cristales y le falte una golondrina porque tiene la luz plena delante, tan delante que ya se ha convertido en luz.

En estas procelosas aguas navegamos un poco – o un mucho  -  a la deriva los que nos hemos quedado por este peregrinar al que todavía llamamos vida. Hay un abanico de ofertas de los presuntos salvadores. Nos venden una vida mejor a partir del domingo que viene. Desconocen que, mientras las olas de nácar sean más apetecidas que sus ofertas, y nazcan flores en la ribera de los ríos,  algunos vamos a buscar otros  destellos y los colores que se acomodan al  crepúsculo de la tarde…



lunes, 22 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día.

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Barranco






Al Barranco se entra por la calle Ancha. Conforme se sube, al poco , después del primer repechón, hay una curva grande. Se da vistas a Las Torres recortadas en azul del cielo si el día está claro; por la derecha, a la vega.

Puedes entrar también por la calle Postigo. La primera calle censada de la ciudad de entonces.  Está al fondo de la Plaza Baja de la Despedía, en el otro extremo, asomada casi con timidez como quien no quiere que la vean y gusta de estar oculta.

Las dos son calles con historia. Por la calle Ancha, el acceso a la fortaleza; por la del Postigo – el Postigo del Adarve – se salía del castillo, se ‘mandaba’ la gente llana del pueblo. Se abrían paso entre los muros y el caserío.

En el suelo del Barranco nació uno de los romances más bellos de la épica castellana. Comienza así: “Alora, la bien cercada, / tú que estas en par del río, / cercote el Adelantado / una mañana en domingo…”

Verás. Mediación del siglo XV. 1434, por más señas. Diego de Ribera – Gómez de Ribera – para que nadie se nos quede corto puso cerco a la fortaleza de Álora. Era Adelantado de Andalucía. Tiempo de guerras y enfrentamientos en la frontera.

El cerco, duro; durísimo. La resistencia, enorme. Dice la Historia que era por primavera. El romance cuenta de la huida subiendo al castillo con los enseres, “las moras llevan la ropa, / los moros harina y trigo, / y las moras de quince años/ llevaban el oro fino”.

Desde una de las almenas le piden tregua, le anuncian el rendimiento. Ni lo uno ni lo otro. “Allá detrás de una almena / quedado se había un morico / con una ballesta armada / en ella puesto un cuadrillo”.

Dispara. Hiere mortalmente al Adelantado. “sacole Pablo de rienda de rienda / y de mano Jacobillo / estos dos que había criado / en su casa desde chico…” ¿Cabe más fidelidad?


sábado, 20 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Efímero






Lo dijo don Antonio Machado: “todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar”. Lo dijo, el maestro Alcántara: “siempre un reloj nos aprieta, nos ahoga, / nos coge por el cuello y tarde / o temprano nos cuelga de una soga”.  Lo dice el maestro Barbeito: “Me voy. / En ese tren extraño / de mi circunstancia. / Y no sé en qué estación / me apearé mañana”.

Ya cantan las alondras en las lomas del Chopo. Ya clarea el día y viene ese alba en la que dicen que acudieron, primero, las  mujeres y el sepulcro estaba vacío, y creyendo que era el jardineo preguntaron si  era él quien lo había cogido y que les dijera dónde lo había puesto y …

-         “¡María!”

-         “¡Maestro!”

Y cuentan que regresaron hasta el lugar donde estaban ellos, escondidos y con miedo y fue cuando les contaron lo que había pasado y corrieron, y el ‘discípulo amado’, que era más joven corría más y llegó primero y esperó a la autoridad, o sea a Pedro y…

Todo fue tan rápido, tan efímero que nos dejaron contado para que les diésemos cuerpo en nuestros propios sueños. De eso han pasado un montón de años. Tantos que, acumulados, son más de...

Las llamas fueron rápidas, tan rápidas que, más de ochocientos años,  quedaron en la nada de las cenizas. Me ponen un correo. “Arde, Notre Dame. ¿No te has enterado?” Todo, patético. Rabia, impotencia. Interrogantes sin respuestas del cómo, el porqué, el hasta dónde puede llegar ésto?

Nos han dado la Semana Santa los políticos que quieren nuestra salvación terrenal; la otra, nos la han vendido desde la otra acera. No quieren enterarse que nos hemos dado cuenta,  - algunos, claro, - que la salvación que buscan es la de ellos. Por lo que más quiera, que les damos el sueldo y el coche oficial y… pero que no nos salven, que no, que no.

Han sido efímeros los aguaceros que han encerrado a muchas imágenes en los templos de donde salieron – no todos lo consiguieron – y a donde hubo que volver precipitadamente. Ahora, cuando el campo se viste de amapolas y crecen margaritas de primavera, viene la confirmación de lo que ya sabemos. Todo, absolutamente, todo es efímero.

jueves, 18 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Despedía






 A la hora en punto  - bueno, eso en mi pueblo es una entelequia – con permiso de la autoridad (por supuesto) y si el tiempo no lo impide (que esos si que son otros lópeces) cada Viernes Santo a esa hora en que el sol dice que ya no es mediodía pero que tampoco ha llegado la tarde, en Alora, se celebra un acto único y totémico: “la Despedía”.

No es decir ningún adiós de los que pueden que partan a tierras lejanas. No, en absoluto. Es reencuentro de los que vienen de fuera y los de dentro en un acto  propiciado entre dos hermandades, “Jesús” y “Dolores”. Cada imagen en su trono aligerado de peso. Ocho hombres por trono. Los cuatro de adelante, al unísono, y a la señal de un maestro de ceremonias, se arrodillan por tres veces. Una más lejana; se acercan, y otra, casi tocándose las cabezas de varales. Los cuatro de atrás, erguidos…

Todo, sincronizado. Un ligero adelanto o retraso, un pequeño vuelco hacia uno de los laterales, un bamboleo imprevisto… ¿Quién ‘ha ganado’? La polémica… Tiene que ser algo muy señalado para reconocer la victoria del otro. Previamente, oportunos piques, dimes y contraposturas…

La plaza abarrotada. De morado y oro, Jesús Nazareno. Lo acompaña, la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra con sede en Alcalá de Henares, ahora por mor de las reformas, en Paracuellos del Jarama. De Legión y oro, la Virgen. Los Caballeros Legionarios vienen de Ronda o Almería. Depende… El bolero paracaidista o el novio de muerte, ocupan el lugar de la saeta.

Hay otros sitios ocupados. Algunos aupados al tejado de la iglesia o a alguno de las casas que circundan, la plaza – Plaza Baja de la Despedía – que por un momento  es la Plaza Mayor de los Sueños. Esos, intrépidos, en los lugares más insospechados, en ocasiones, están a punto de cumplir el dicho del teólogo moderno que afirma que la fe es dar un salto al vacío…

Al final, abrazos; alegría. Jesús nazareno sobre hombros de hombres jóvenes, con uniformes,  sube, a paso rápido, a su capilla del castillo de las Torres; la Virgen, regresa a su cercano templo de la Encarnación. Se deshace el nudo de las gargantas. Todo es reencuentro.  Un año más, con la venia y si el tiempo no lo impide. Lo de la hora en punto, para otro día…



miércoles, 17 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

Hoy, para el Maestro Alcántara, no puede ser de otra manera...



Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Última hora: Se nos va el Maestro Alcántara







Me entero por la radio. Tú que acuñaste aquello de: “hay que gente que se muere y gente que se nos muere”, ahora, nos haces esta faena.

Me ha llamado Jaime Ritwagen. Hablamos de ti… Convenimos  que a ti, que escribiste, que cuando el Cristo de la Buena Muerte  dio las tres voces, lo escucharon en Santo Domingo, en las tinieblas y en la Legión, y al que pedías ayuda para el final, ese mismo Cristo, te ha llamado un día antes que los Caballeros Legionarios lo procesionen por Málaga.

Ha querido  que le susurres al oído: “No digo que sí o que no. / Digo que si Dios existe no tiene perdón de Dios. // No digo que no o que sí. / Digo me gustaría que Él también creyera en mí. // Yo no le guardo rencor. Si me lo encuentro alguna vez / nos perdonamos los dos”.

La Virgen de Gracia, tu vecina de enfrente de cuando eras niño, seguro que ha mediado. Todo ha tenido arreglo. Lo importante no es el camino sino la llegada. En el ring de arriba…¿Maestro, te pregunté un día, ¿por qué te gusta el boxeo? “Porque entre las cuatro cuerdas he aprendido las mejores lecciones de la vida”, me dijiste.

Cuando se fue César  - por cierto, con alguna variante, te he copiado el titular – decías que Madrid  desayunaba ‘café con leche y César González-Ruano’ y que la niebla se subía a los ojos… Desde hoy que te has ido, Málaga ya no podrá desayunarse  un mitad y Manolo Alcántara en la contraportada del Sur, porque tú, querido Maestro, has impuesto una manera diferente de leer el periódico, o sea, de atrás hacia adelante.

He llamado a Barbeito. Le dicho… Bueno imagínate lo que le he dicho. Hemos recordado aquella tarde, desde mediodía al crepúsculo, en ‘María’. Vosotros, mano a mano. Yo escuchaba y aprendía.

Ahora cuando escribo estas líneas me acuerdo de tu “segundo de jazmines”,  de la sirena del barco que ‘se va y no se ha ido’, de las competiciones de sirenas y delfines en los Baños del Carmen… o de la dedicatoria que me pusiste aquel día en “Antología Personal”. “¿Qué te puedo decir yo, que tú no lo sepas? En mi Álora lo sabemos todo y para siempre. M.Alcántara”. Pues eso, Maestro, eso.


domingo, 14 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Dios está a pie de calle







Foto: Antonio Jesús Fernández

Lo han dejado dicho los pregoneros. “Dios está a pie de calle”. Jerusalén, ciudad lejana venerada por pueblo hebreo se ha hecho tan grande que, por una rato, los pueblos han cambiando de nombre y todos, grandes y menos grandes, esta mañana se han hecho como si fuesen ella misma y se han cambiado, por unas horas, de nombre. Él, el Jesús de siempre ha vuelto a pasear por las calles, por las plazas, ha redoblado las esquinas o ha asomado desde la lejanía, bajo la sombra de una palmera, frondosa y verde,  sobre una borriquilla en pelo y,  todo,  sobre un trono.

Delante, la cantera de las Semana Santa: túnicas blancas, faraonas y cordones celestes recién bajados de la percha. Palmas blandidas por la brisa tibia de la mañana en manos infantiles. Un repiqueteo de campanillas  mandaba parar,  o hacía que avanzase el cortejo. La más perfecta desorganización organizada.

Ellas, algunas madres, con  trajes de Roberto Verino, Carolina Herrera, Adolfo Domínguez, Bimba y Lola, Paco Rabanne, o Purificación García… - porque ellas, les digo, también, se han procesionado junto a sus niños –,  que la tarjeta del Corte Inglés da para mucho. Ya lo dice refrán, lo del estreno y las manos y el Domingo de Ramos…; otras, han tirado de armario, o con lo que han podido y todas, absolutamente todas, de dulce.

Cristo está a pie de calle. Desde la penumbra de los templos, desde las casas de hermandad se han puesto en marcha los cortejos. Músicos dando trompetazos que revientan los tímpanos y  un aporreo de tambores porque algunos muchachos tienen una manera muy rara de realizarse.

Ha acompañado –  ha hecho un sol de primavera  espléndida  - el tiempo. Álora, que es mi pueblo y el de ustedes para cuando gusten venir, se ha vestido de azahar y rosas nuevas. Están ahítos los olivos de trama en las ramas. Serán aceitunas en san Juan y, aceite por la Virgen de agosto,  y néctar  de molino cuando la estación, la meteorológica, claro, diga que es tiempo de almazara y  capachos  y…

Dios está a pie de calle. Lo vamos a ver con una cruz a cuestas, o colgado de ella o atado a una columna, humillado, azotado, coronado de espinas con una caña como escarnio y burla entre sus manos… ¡Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor!



viernes, 12 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Siete dolores






Virgen de los Dolores. Álora

“Oh vosotros los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante a mi dolor”. Jeremías lo publicó en el Libro de las Lamentaciones. Faltaban más de cuatrocientos años para el nacimiento de Cristo en la tierra de Judea.  La profecía pone un  grito de desgarro en boca de María…

El número bíblico siete se repite constantemente. Siete son los días de la Creación; hasta setenta veces siete las veces en las que hay que prodigar el perdón; siete son los dolores de la Virgen. Hoy, ‘Viernes de Dolores’. Hoy la Iglesia Católica celebra, los Dolores de la Virgen.

Era anciano y justo. Se llamaba Simeón. Llevan al niño al templo. “Y una espada de dolor – les dice - atravesará tu corazón”. Lo anuncia proféticamente. María madre ya estaba marcada porque sería corredentora y transitaría por camino del sacrificio junto a su Hijo.

Hoy, madres transidas de dolor sufren junto a sus hijos por los caminos de la vida. Es junto a la cama de un hospital bajo el peso de una enfermedad durísima. Es ante la incomprensión de una sociedad que lo arrastró en la búsqueda desesperada de una felicidad que no estaba en el camino por él elegido.

Hay madres, también, sumidas en el dolor por la marcha del hijo que se echa a andar y anhela encontrar en tierras lejanas el sustento de cada día y de paso alguna migaja para la familia que espera a miles de kilómetros…

Es la duda sin saber si volverán a reencontrarse algún día y una esperanza que aprieta en la garganta por el hijo que cada vez tarda más en volver. Son, dolores de otras madres, que al igual no se conocen con el nombre de María pero que tienen atravesados sus corazones por el dolor de la sinrazón y el egoísmo de los hombres.

Se alejan, se entrecruzan, se pierden los caminos del mundo. Esperan las madres y preguntan en el ahogo de su silencio porque no encuentran respuestas de otros caminantes si hay dolores que tengan un parecido con el dolor que les atenaza a ellas.

Siete dolores de María, siete que son más de siete, hasta setenta veces siete, hasta tantos que en un día como hoy saben del dolor de María, los ‘dolores de María’, la que carga con su dolor propio y el nuestro, Madre de Dios y madre nuestra…