jueves, 8 de noviembre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Con el diablo por medio



Dicen que está maldito. Dicen que entre sus cimientos, piedras, mezclas y andamios  se las anduvo el diablo confabulado con un arquitecto español  apartado por decisión real, Carlos III, que ahora se ríe desde lo alto de su caballo y mira al edificio desde  la plaza.

Verán. Todo tuvo su arranque. El Rey Alcalde, o sea Carlos III, decidió hacer un edificio para el servicio de Correos. (La calle de la esquina lleva, precisamente, ese nombre). El arquitecto español de más prestigio de aquel tiempo era Ventura Rodríguez. El Rey opta por otro. Jacques Marquet, francés por más señas.

¿Tenía tratos el español con el diablo? ¿Le tenía inquina el de los cuernos y rabo, al francés? ¡Vaya usted a saber! El pueblo – el de Madrid no digamos – necesita sus leyendas. Se las hallan. Y, así un buen día corre entre la gente sencilla que se ha aparecido el diablo, que le ha dicho a los obreros que el edificio está maldito y que todos los que trabajen en él al infierno  de cabeza…

Un cura de por medio. Crucifijo y agua bendita. (Ya se sabe que en Madrid, lo que es agua no falta, y si es bendita o no, es otro cantar) y la obra sigue adelante. Correos primero; Dirección General de Seguridad, después. Mucha gente pasó por sus calabozos. Gente ilustre que el único delito cometido era el ‘desapego’  al Régimen, o sea, rojos, rojos, malísimos…

La anécdota, de los últimos tiempos del franquismo. Redada policial. Entre los detenidos, Dionisio Ridruejo. El funcionario de Policía se queda perplejo. El hombre  sabe quién es y qué importancia tenía quien  estaba allí y de todo lo que se cocía por los corrillos políticos de la ciudad…

-         Hombre, don Dionisio, usted que escribió aquello de ‘volverán banderas victoriosas’ y hoy aquí, delante de mi….

-         ‘Por eso, por eso, precisamente por eso, estoy esta noche delante de usted’
Cada fin de año, después de los cuartos, el reloj de lo que fue Gobernación, dice que el año viejo ha muerto, ¡Viva el año nuevo¡ y la gente se come doce uvas – contra reloj, nunca mejor dicho - y se desean, suerte y salud y todo eso… Y, quién sabe si a lo mejor no está también el diablo por medio.

N.A. Durante unos días dejará de aparecer "Una hoja suelta del cuaderno de bitácora". Muchas gracias por vuestra comprensión.




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