Nonagenario, el cuerpo machacado de andar los caminos, Don
Amalio – Don Amalio Horrillo Coronil – tiene la mente lúcida. Un privilegio.
Acaba de celebra los setenta años de su ordenación sacerdotal. Está en una residencia. Le acompañas ‘otros
de otras’ quintas. Cosas que pasan.
Concelebró la Eucaristía y tuvo
como acólito -maestro de ceremonias al Obispo Buxarrais. Éste sí que es otro a
los que hay que echar de comer aparte. Verán. Vino a Málaga desde Zamora. Se
entregó con todas sus fuerzas. Vio que no podía más. Presentó la renuncia. ¿En
un país donde nadie dimite? Cosas que
pasan.
El hombre (cuando dentro de
unos años se nos vaya empezarán a decir que es un santo y todas esas alabanza
que hacemos en este país que es un genio en organizar entierros), puso el mar
por medio. Se fue a Melilla, a la gota de leche, con los que no quiere nadie. Allí,
también había mucho que dar. Ahora su corazón le avisa. Cosas que pasan.
Don Ramón, pudo retirarse a la
residencia, en la esquina de calle Salinas y Fresca, pues no. Pudo irse al
Seminario, con otros obispos jubilados; tampoco. Se vino con los curas de a pie
(Alguien ha escrito: “la sabiduría reside en Churriana”. Totalmente de acuerdo).
Hombres de mirada traspuesta que quieren reconocerte desde el otro lado del cristal. Cosas que pasan.
Don Amalio nos enseñó Latín. ¡Lo
que debió pasar para meternos por vereda! En su afán didáctico nos hablaba del
Málaga, de los resultados del domingo -
como norma de la casa, casi siempre, malos – y nos dividió en dos grupos: “horacios”
y “curiacios”… Cosas que pasan.
En la celebración de ayer,
alguien, de esos que tejen en la sombras, que son los que mandan, no tuvo la precaución de reservar en la
agenda del Obispo – el de ahora, claro – un par de horas para acompañar a don
Amalio en una efemérides tan importante en su vida. Cosas que pasan.
Hace unos días encontré –
después de buscarlo mucho - en una
librería de viejo en Madrid el Florilegio latino que usábamos. El que termina
con el Fastos de Ovidio: “quem si non
tenuit, magnis tamen excidit ausis” (… “al que no pudo gobernarlo, sin embargo
le arranó grandes empresas”). La magnanimidad de don Amalio me aprobaría, si la
viese, esta traducción libre. Seguro. Cosas de pasan.
PEPE,QUÉ ALEGRÍA QUE HAYAS ENSALZADO LA FIGURA DE D. AMALIO,TODO CIERTO.TE HA FALTADO HABLAR DEL CÉLEBRE BISCUTER QUE UTILIZABA Y SUBÍA LA CUESTA MARCHA ATRÁS,JA,JA.NOS LEÍA LA OPINIÓN DE LA HOJA DEL LUNES.CUÁNTO TIEMPO,AMIGO.GRACIAS Y UN ABRAZO.
ResponderEliminarEl espacio impone sus límites, querido Pablo. Como ves tampoco he hablado de su estancia en América (Venezuela) ni de otras cosas suyas. Un fuerte abrazo, entrañable amigo.
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