miércoles, 28 de noviembre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Grullas





Es probable que el invierno esté cerca, más cerca de lo que algunos creen. Los pueblos – algunos ponen el mismo alumbrado año tras año y llegan al hastío de lo repetitivo – y ciudades grandes, medianas y de medio pelo, se adornan para decir que viene la Navidad. O sea, el invierno.

Las grullas se fueron a pasar el verano a Escandinavia. Cuando llegó la primavera levantaron el vuelo y dejaron tierra bajo sus alas y allá en el norte  de eso que cuando estudiábamos Geografía le llamábamos Eurasia sacaron sus nidos. Ahora, en otoño han vuelto. No vienen solas. Están acompañadas de las nuevas crías. Descubren un paisaje nuevo, desconocido.


Las grullas estaban esta tarde en uno de los barbechos inundados entre Campillos y Antequera. Llovió mucho, demasiado hace unos días.  El campo no tuvo capacidad de absorber tanta agua  – por cierto ¿les habrá llegado ya la ayuda prometida a los damnificados de Teba, Ardales, y los pueblos de la Sierra Sur de Sevilla? – que aquella noche sembró la desolación.

Las grullas cuando regresan ponen una nota de colorido gris al campo. Anuncian, además, que el invierno está cerca. Vamos, que está como quien dice tocando con los nudillos en la puerta. Dentro de unos días el frío heladero dejará desiertas las calles y por las noches se llenarán de palomas los palomares que buscan el calor de sus propios cuerpos.



El sol hincaba la cresta por el horizonte. Un cielo de nubes grises ponía una nota de color de contraste entre el crepúsculo enrojecido  y los nimbos- cúmulos ahítos de agua. Me pregunté si el color de las grullas tendría algo que ver con ese cielo gris y entoldado. Las nubes iban de paso; las grullas, también. Estarán por aquí un tiempo, solo un tiempo. Otras, dicen que siguen camino y llegan hasta Eritrea y Sudán que eso sí que está lejos.


Con el otoño llegan algunas aves migratorias; otras, se van. Buscan  otros lugares. Es un trasiego. Todas a su sitio. Se llenan los cielos de pájaros que van de un lugar a otro. Tengo una duda. Si en el azul de los cielos hay autopistas de peaje ¿todos los pájaros pagan lo mismo por usarlas? Algún día saldremos de dudas…







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