El viajero se pone en camino
bajo el sol semidorado de una tarde de otoño. Sobre el mar, nubes deshilachadas. Tocan con las yemas de
sus dedos – porque las nubes también tienen dedos - de punta a punta la bahía de Málaga. Es un
puente imaginario. Va desde la Sierra de Mijas hasta las cimas de la Almijara –
que queda muy lejos – y la de Tejeda, más cercana.
Murmullo ronco y sórdido de
motores. Se incrementa bajo la bóveda negra y oscura del túnel. Los vehículos
enfilan la subida. Estruendo, potencia. Unos se apartan a un lado; los otros,
más veloces ganan espacio y ponen distancia de por medio.
La vega de Granada comienza a
vestirse de otoño. Están secos los maizales; las choperas marcan el camino del Genil, en la lejanía
anuncia el comienzo de un fin que termina con el verano. Por la ventanilla del
colche el azul celeste del cielo se torna más oscuro. Conforme nos acercamos a
la ciudad la circulación se hace más intensa; menos fluida. Las cumbres de
Sierra Nevada, blancas. Su presencia anuncia la cercanía del invierno.
Se echa encima la noche. Se
recortan las sierras en la luz del crepúsculo. La Guardia, - la Guardia de
Jaén - ha iluminado de manera soberbia
su castillo. Recuerdo de un pasado glorioso fronterizo. Era otro tiempo.
Dice el maestro Barbeito que
los olivos en Jaén presentan armas a quien llega Andalucía. Sin contradecirle,
por supuesto, me pregunto si a los que partimos ¿también? Santa Elena es la
entrada en Despeñaperros. Una obra faraónica salva el valle, elimina curvas,
cruza montañas. Lo que en otro tiempo era un calvario, ahora se pasa casi sin
sentir y, de pronto, al otro lado, ya está Venta de Cárdenas o lo que es lo
mismo, empieza Castilla-La Mancha.
Al salir de Despeñaperros es noche
cerrada. Luces en los pueblos: Almuradiel, El Viso de Marqués, - por don Álvaro
de Bazan - Santa Cruz de Mudela,
Valdepeñas, Manzanares, Villarta de San Juan, Puerto Lápice que sabe a ruta de Don
Quijote y a venta de camino. Hay un reguero de luces; orillan la carretera… En
la lejanía hablan de pueblos esparcidos en la llanura bajo una noche fría y
estrellada.
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