Luna menguante de otoño sobre El Hacho
Si tiene – cosa rara – puesta
la capucha, es señal de agua. Seguro.
“Cuando el Hacho / se pone la mantilla, / suelta los bueyes / y vente a
la villa”. Aquí las borrascas entran por
Estrecho, y el sol se nos va por el Monte Redondo que es un alargamiento del
Hacho.
Si subes en día claro, y si ya
ha habido alguna nevada, a lo lejos, en línea recta, hacia donde sale el sol,
verás una cumbre blanca. Es Sierra Nevada. A la derecha, la Bahía de Málaga, y
a tus pies el pueblo – que ahora entenderás
porqué lo hicieron aquí – y la alfombra verde de la vega, o los trigos
que despuntan en las loma, o los Lagares que parecen olitas en un mar de
montañas.
Día de brumas y lluvia sobre El Hacho
Dicen que es el mejor y único
sitio para ver casi todo el pueblo.
Lo verás – el Hacho – por
cualquiera de los caminos que llegues. Siempre tiene una faz diferente, e
incluso cambiar de cara varias veces. Y si como esta mañana se corona con el
último cuarto menguante de otoño, ni te cuento.
Parapente desde El Hacho
Será, también, un ‘chuchillo’
abierto; una meseta en forma de trapecio; un semicirco. A veces, la roca, se transforma ‘en la puerta
de la iglesia´, o en un perro tendido con una enorme cabeza. Otras – no te lo
vas a creer – las sombras te jugarán una pasada
y puede aparecer algo tan asombroso como la mismísima efigie de Gizeh,
o de Buda sentado y gigante o de fantasma que agita los brazos. Siéntate en la
ladera del ‘quebraero’; espera a que
caiga la tarde…
Puedes subir, si quieres, por
el Sabinal y los Cortigüelos.
Si andas holgado de tiempo, a
pie. Por el ‘cuchillo’, la ascensión es más difícil; más cómoda, por la
Viñuela. Aprovisiónate de agua. La única fuente, la de Pedro Sánchez – otro,
Pedro, claro – está al otro lado de la vertiente y fue mencionada, hace más de
quinientos años, en los papeles del repartimiento en tiempos de los Reyes
Católicos.
Huele a tomillo, a romero y
cantueso.
De vez en cuando, párate, y
vuelve a mirar hacia atrás.
Tiene también una gruta – que
nadie ha visto – misteriosa y profunda donde se oye el rugir de las olas del
mar.
Los precipicios, enormes, así que, si padeces de vértigo, ya
sabes…
Párate a escuchar el campo.
Párate a escuchar los silencios… y el viento.
Puesta de sol por el Monte Redondo (Estribación de El Hacho)
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