martes, 6 de noviembre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Mariblanca no tiene frío



                                                                       A mis amigos Eli y Juan

Dicen que vino de Italia. Bueno, ella sola no vino; la trajeron. Después  te lo cuento. La colocaron, a modo de fuente, frente a la iglesia del Buen Suceso. Eso era por el primer cuarto del siglo XVII. Era la coronación de una fuente. Seis arpías – animales de fábulas con rostro de mujer y cuerpo de ave de rapiña – echaban el agua, a chorros, por sus senos…

A Madrid – porque hablamos de Madrid – se la vendieron como una representación de la Fe. No tragaron. La Fe es sobria y no se representa como una mujer  semisdesnuda, el pecho descubierto y un frasco de perfume en la mano derecha; con la izquierda acaricia la cabeza de un niño.

En su pilar se urdieron conspiraciones políticas, se intercambiaron cotilleos y se dieron citas clandestinas. Los aguadores servían el género a los vecinos cercanos a Sol. El pueblo, que siempre pone el nombre, la llamó la ‘fuente de las arpías’ y a ella  - de mármol blanquecino – Mariblanca. La veían como una Diana cazadora, sin flechas o como una Venus que repartía belleza.

En el siglo XVIII comenzó su peregrinar por Madrid. La llevaron – con modificaciones en la fuente – a las Descalzas Reales, primero; luego, a un  almacén Municipal. En 1912, por un tiempo,  al Retiro; en 1962, al rellano de una escalera en el Museo Municipal; en 1969, a Recoletos. Los gamberros se emplean en ella. La destrozan. La vuelven a reponer; nuevo acto vandálico. La recomponen.  Hacen dos copias. La original a la Casa de la Villa.  Una copia, al Museo de Historia de Madrid.  ‘Otra’, a donde estuvo la primera.

Ludovico Tuqui era escultor y tratante de obras de arte. Dicen que algunas de las estatuas las compraba en  Italia. La Mariblanca vino de Florencia a Alicante. Mal embalada por el camino le rompen la cabeza. Le descuenta cien reales, que costaba la reparación, al transportista por el mal trato dado…

La Mariblanca está en el entronque de la calle del Arenal con Sol. Despechugada y en una columna elevada sin fuente, sin arpías de senos descubiertos ni aguadores que van y vienen. Queda una cosa clara, cada vez que paso junto a ella está igual. Si ustedes cuando la vean sigue sin mantoncillo sobre sus hombros es que la Mariblanca, no tiene frío…




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