A mis
amigos Eli y Juan
Dicen que vino de Italia.
Bueno, ella sola no vino; la trajeron. Después
te lo cuento. La colocaron, a modo de fuente, frente a la iglesia del
Buen Suceso. Eso era por el primer cuarto del siglo XVII. Era la coronación de
una fuente. Seis arpías – animales de fábulas con rostro de mujer y cuerpo de
ave de rapiña – echaban el agua, a chorros, por sus senos…
A Madrid – porque hablamos de
Madrid – se la vendieron como una representación de la Fe. No tragaron. La Fe
es sobria y no se representa como una mujer
semisdesnuda, el pecho descubierto y un frasco de perfume en la mano
derecha; con la izquierda acaricia la cabeza de un niño.
En su pilar se urdieron
conspiraciones políticas, se intercambiaron cotilleos y se dieron citas
clandestinas. Los aguadores servían el género a los vecinos cercanos a Sol. El
pueblo, que siempre pone el nombre, la llamó la ‘fuente de las arpías’ y a
ella - de mármol blanquecino –
Mariblanca. La veían como una Diana cazadora, sin flechas o como una Venus que
repartía belleza.
En el siglo XVIII comenzó su
peregrinar por Madrid. La llevaron – con modificaciones en la fuente – a las
Descalzas Reales, primero; luego, a un
almacén Municipal. En 1912, por un tiempo, al Retiro; en 1962, al rellano de una
escalera en el Museo Municipal; en 1969, a Recoletos. Los gamberros se emplean
en ella. La destrozan. La vuelven a reponer; nuevo acto vandálico. La
recomponen. Hacen dos copias. La
original a la Casa de la Villa. Una
copia, al Museo de Historia de Madrid.
‘Otra’, a donde estuvo la primera.
Ludovico Tuqui era escultor y
tratante de obras de arte. Dicen que algunas de las estatuas las compraba en Italia. La Mariblanca vino de Florencia a
Alicante. Mal embalada por el camino le rompen la cabeza. Le descuenta cien
reales, que costaba la reparación, al transportista por el mal trato dado…
La Mariblanca está en el
entronque de la calle del Arenal con Sol. Despechugada y en una columna elevada
sin fuente, sin arpías de senos descubiertos ni aguadores que van y vienen.
Queda una cosa clara, cada vez que paso junto a ella está igual. Si ustedes
cuando la vean sigue sin mantoncillo sobre sus hombros es que la Mariblanca, no
tiene frío…
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