Sagrada Familia. Murillo
Bartolomé Esteban Murillo, hijo
de un barbero, Gaspar Esteban y de María Pérez Murillo, fue el menor de catorce
hermanos. Debió nacer, en Sevilla, a finales de 1617 y lo bautizaron en la
Magdalena, a primeros de enero de 1618. Murió en Sevilla en 1682.
Su padre gozaba de prestigio
como sangrador y era considerado como ‘Bachiller’. Su madre de familia
de plateros. En su familia debía haber algún pintor y gozaban de una posición
social desahogada. Firmó su obra, a veces, con Esteban y otras, la mayor
de las veces, como Murillo.
Enrique Valdivieso,
recientemente fallecido, y el mejor conocedor de su vida y obra dijo de él que
había tenido un tiempo de incomprensión y olvido, especialmente en los
comienzos del siglo XX. A principios del XXI ha recuperado el prestigio
adormecido, pero ya lejos de los efluvios y delirios decimonónicos.
Según el profesor Valdivieso
interpretó y tradujo con perfección la ciudad en la que nació y vivió. Por otro
lado, el pueblo sevillano comprendió el mensaje de su obra. En ella, Murillo
pintó un mensaje celestial que, en cierto modo, compensaba a las víctimas de
las circunstancias difíciles de la época. Sevilla, por muchas razones, debió ser capital
de España y no lo fue y en esos momentos reflejaba una situación crítica y de
decadencia. Allí pululaba el hampa, la miseria y las enfermedades -la peste de
1649 mermó la población de 120.000 a 60.000 habitantes - y todo eso era algo común.
Su obra recoge la religiosidad de la España
barroca donde la devoción mariana se impone. Murillo es el pintor de las
Vírgenes rodeadas de angelitos que flotan, la mayoría de las veces, en su cielo
celeste donde alguna nubecilla pone un punto de diferencia.
Esas imágenes de la Virgen es
la interpretación personal que hace de su devoción, de la piedad barroca que se
adentra por todos los poros de la sociedad, en definitiva, el pueblo que no
duda en llevarla a la estampa y de ahí a su presencia no solo en los templos
sino, según posibilidades, en la propia casa.
Su obra está llena, igualmente,
de figuras infantiles. Él vivió en una casa de muchos hermanos y de su
matrimonio con Beatriz de Cabrera le nacieron diez hijos de los que solo
sobrevivieron dos, que le atienden en su vejez. Murillo murió al caerse de un
andamio cuando pintaba para los capuchinos.
Es el pintor por excelencia de
las Inmaculadas. Además, entre otras muchas, la Sagrada Familia, San
Antonio (Catedral de Sevilla), San Juanito, Nacimiento de la
Virgen, San Bernardo y la Virgen… están en la Historia de la
Pintura.
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