martes, 11 de febrero de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El hombre de alma grande

 

               


Han pasado unos días del 8 de febrero hasta hoy. Por arte de birlibirloque yo andaba imbuido en la publicación de un puñado artículos - siente - Génesis apócrifo. No debía interrumpirlos. Da lo mismo. Hay cosas que no tienen fecha. El carriño hacia el amigo, una de ellas.

Hace un ramillete de años la luz del alba llamó a Paco y él se nos fue sin avisar a nadie. Avisó el teléfono en cuanto el sol había roto por el este y Rosi decidió que era la hora…

Yo entonces y lo repito hoy, copié a Miguel Hernández y me quedé con aquello de “Pronto madrugó la madrugada”. A Paco – Paco Rengel – lo habían convocado para jugar el partido donde las canastas se cuentan por estrellas y las técnicas se anotan en las hojillas que se lleva el viento.

Era aún más grande que su propio cuerpo. No cabía en él. Quizá Dios dijo que bueno, que hasta aquí se llegaba y que a partir de ahora se iría a escribir las crónicas desde su lado (también ha llamado a Alfonso Queipo de Llano y a José Mari...) No cabe duda que la cosa si no fue exactamente así, pudo ser muy parecida.

Era un niño grande. Tenía – y mira que era un tío grande – más grande el alma que el cuerpo. Yo lo conocí, como suele ocurrir con la gente que el destino nos pone en el camino de manera casual. Todo fue a través de la Semana de Cultura Andaluza en el Colegio Los Llanos. Había que llevar a convivir con los niños a un jugador de Baloncesto.

Manos a la obra. Llamé a un amigo, vente, me dijo, por el periódico y hablamos con Paco Rengel. Esa fue la vereda por el que este hombre llegó a mi vida.

Todo, tan sencillo como el encontrarse con una persona generosa, entregada, servicial hasta dejarse las pestañas….

De su mano conocí, también algo más importante, mucho más. No se es ‘más’ porque se ocupen puestos de mucha responsabilidad en un medio de comunicación. No, no. De su mano supe que fue uno de los hombres más dignos, más honestos y más enteros que he tenido el honor de conocer.

Se nos fue. Hace unos días ha hecho un ramillete de años. Cuando un amigo se va lo hace físicamente. En el cariño y en el recuerdo sigue tan presente como si no pasase el tiempo. Están ahíto los almendros de flores blancas… como tu alma, amigo Paco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario