Me pedía otra cosa el cuerpo. Cuando me pasa
eso echo mano a los libros de los amigos viejos…Me refugio en Juan Ramón. Abro
al azar: “la noche entra, y la luna se inflama allá en el fondo”. Y es
verdad. Hace un rato una luna ya grande se asomó por lo alto de los Lagares.
Luego anduvo su camino. Venía, como
quien viene a lo suyo, sin pedir permiso. Va por un cielo de soledad y si nubes
negras porque las había esparcido el viento.
Pienso en los olivos, agarrados a la tierra, en
los barrancos, en los terraplenes, en las lomas suaves. Pienso - ¿tendrán frío?
- los almeces desnudos en las noches de invierno. No están vestidos los
granados, ni los ciruelos… Pienso dónde se refugiarán los pajarillos estas noches
de febrero… ¿Podrá con ellos el viento?
Febrero, el que tienen por loco, el que un “si
un día no es bueno; el otro, tampoco”, se descolgó a media tarde, con un aire
que no sabe de dónde viene ni a dónde quiere llegar. Va como alocado, como los
toros abantos: se llevan por delante todo lo que se le pone en cara…
Ya sé.., ya sé que aún no hay perfumes de
azahares ni de jazmines porque todavía no es su tiempo… Ojalá. Sí también sé
que España no huele a ungüento sagrado, a bálsamo de entendimiento. No. No
huele a eso. Rezuma mugre; aflora rencor enconado.
Estamos hartos. Ahítos. Empachados. Es tanta la
corrupción que cuesta creer que haya, por metro cuadrado, tanto sinvergüenza, de
todas las leches, suelto. Eso sí desmemoriados. Ni saben, ni se acuerdan, ni
tenían noticias de nada. ¿Sería pedir mucho que en una noche como está se los
llevase - de una vez - el viento?
Se agitan las ramas de los olivos, de los
naranjos. Escribo en el calor de la estufa. Dentro de un rato puede que este
viento varee estrellas y levante, otra vez, olas grandes en esos mares que
azotan los acantilados o que vienen a dar en el rebalaje de la playa y en la
lejanía se pierden en un rumor sordo, opaco, monótono…
Dicen que hace unos días vieron algunas
cigüeñas. Un amigo me decía que en La Mancha cabe Despeñaperros ya son endémicas.
Algo parecido ocurre en puntos de la Sierra de Huelva y en Encinasola y en las
dehesas extremeñas… Y ¿golondrinas? ¿habrán visto ya la primera golondrina?
Pregunto. No responde nadie. Si al menos el viento trajese perfumes de concordia…
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