Me las ando por el parque, por
esa vereda que hicieron nueva a un lado del Paseo de los Curas; al otro – al
otro lado del Paseo – el Puerto, y allí al fondo, la bocana por donde se iban
los barcos de Melilla y los que llevaban los soldados a la tierra del moro, a
ese lugar a donde iban a que las fuentes manaran sangre de los que morían por
la Patria…
Por cierto, casi junto al paseo
que ahora me ando un monumento al comandante Benítez, que era de El Burgo y que
cayó defendiendo Igueriben (Marruecos) cuando el Desastre de Annual…. Y poco
más allá, el burrito Platero que aquí no es peludo sino de bronce, donde
juegan los niños, que ajenos a todo lo que le rodea dejan que se vaya,
lentamente, el sol de la tarde…
La ciudad queda al otro lado, a
las espaldas, como una prolongación forzada por el único lugar que la dejan
crecer. La orografía no le da muchas más opciones. En la lejanía la Sierra de
Mijas cierra la bahía por poniente… En el muelle nuevo, buques enormes. Dejan
riada de turistas – que no viajeros –. Lo andan casi todo, llenan las calles y
han cambiado la cara a la ciudad que se hace cosmopolita y extraña…
Sigo adelante bajo una sombra
de palmeras, plátanos, almeces y árboles exóticos. Vinieron de tierras lejanas.
Le confirieron a la ciudad una cara diferente. Ahora, también lo es la Coracha
en la que murió de abandono y pena Salvador Rueda, el poeta de Benaque. En la
fuente de su poesía bebió Rubén Darío. En el otro extremo del paseo que ahora
ando un busto lo recuerda. Muy cerca un monumento dice – tardaron mucho tiempo
en reconocerlo – que Cánovas, también, era de aquí.
Un poeta de Loja Ibn-al- Jatib,
en el siglo XIV vivió, enfermó, padeció en esta tierra que quiso tanto. Dejó
dicho algo muy bonito: “jardín del mundo e imán de ciudades”. El lojeño
conocía Granada y Fez y si dijo eso… Málaga es eso y algo más. Es tierra de
buganvillas y rosas; de jazmines y biznagas (“mas que una flor y menos que una
estrella”) la definió el maestro Alcántara …
Don Manuel Gámez compuso una “malagueña”:
¡Ay mi Málaga, la bella, el Rey te quiere vender, el que a Málaga comprare,
dineros ha te tener”. Eso, eso, y
mientras tanto, los que damos en pasear bajo la sombra de tus palmeras y con la
brisa del puerto en la cara, mientras tanto, me pregunto, ¿Qué haríamos Málaga
sin ti…?
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