domingo, 23 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitacora. Burro Grande

                                             

Se asoma -antes de llegar a El Carpio- por las crestas de los olivos a ver los coches que pasan. El paisaje es un mar verde gris cuando la brisa peina las copas; el Guadaquivir,  juega al escondite… Hasta siete veces entre Córdoba y Andújar. En frente, Sierra Morena (¡“Qué bien los nombre ponía…”! que nos dijo don Antonio); el cielo, alto y lejano.

Burro Grande, es una escultura que dicen que se las anduvo por una “Noche en blanco” en Atocha. Su autor: Fernando Sánchez Castillo. Quiso denunciar la “animalidad de los nacionalismo”. El Burro Grande en acero inoxidable, desde un olivar que fue del ducado de Alba, saluda con orejas espantadas a los caminantes modernos que van por la Nacional IV.

Manuel Prieto, ‘sembró’ de toros de Osborne – por cierto, lo recogió, hace un tiempo, en una magnifica reseña mi amigo José María Hidalgo en su “Cita con la Historia”- los cerros de España. Tan es así que están allí desde siempre. Son parte de paisaje y compañeros de los que pasan.

Paseó Cervantes a Sancho por los campos de La Mancha. Rocinante era flaco y huesudo; el rucio de Sancho, para trasportar tanta humanidad debió ser recio. Sancho llevaba dentro media humanidad; la otra media, el Hidalgo loco…

Cuando se tuerce a la derecha, en Garray, camino de encarar el puerto de Oncala, y antes de la desviación hacia las ruinas de Numancia, un dinosaurio en material verdoso, - ¿cobre? - ofrece una visión de la figura desproporcionada del bicho antediluviano; cuando se baja el puerto, antes de cruzar en Cidacos, en Villar de Río, hay otras…


Pero de todo, lo más tierno y más humano, nos lo contó el poeta de Moguer porque ¿Quién no recuerda que “Platero es pequeño, peludo, suave; tan blanco por fuera que se diría todo de algodón…”? Eso.

sábado, 22 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Perlas de lluvia

                                  
Para Ángeles y Gabriel, porque decidieron andar juntos el camino...

Dicen que vienen de andar un camino largo. Duro. Con más espinas de las que uno desea a los amigos. Pero era suyo. Tenían que andarlo; lo han hecho. Han recorrido ese trecho que, a veces, riegan las “perlas de la lluvia” o, sea, las lágrimas…

Y, ahora, porque el destino es así, van y deciden, que los recodos del camino que les quedan los van a andar  juntos. Una Gara y un Jonay, cualquieras… sólo que el mar, que está  por medio lo van a alargar un poco más. Y, el final, será otro.

A partir de ya, desde los atardeceres largos de mayo, donde África está al alcance de  la mano, ellos, porque hablo de Ángeles y Gabriel, alargarán un poco más sus miradas y llegarán –con sueños, recuerdos y añoranzas – hasta las faldas de un monte blanco y alto… sobre una permanente primavera. 

Han decidido que del domingo en adelante… “No es bueno que el hombre esté solo”. Lo dijo el Génesis y lo van a cumplir. Serán dos pero uno solo. La quilla de su barca va a surcar las aguas que el destino decida poner delante. No. No es bueno que el hombre esté sólo.

Y, Gabriel, que piensa que tampoco debe estarlo la mujer… le ha ofrecido su vida como lazarillo por  cayado.  ¿Cabe más generosidad? Es probable que alguien en la lejanía -estoy seguro -, van a ser dos “alguien”: Mari Pepa y Andrés, desde detrás de una estrella, les cantarán: “Rosas rojas a ti, te he mandado esta noche y, tú, sabes muy bien lo que quiero de…”


Esas mismas rosas, no; esas, son de ellos, pero otras, sí. Otras os enviaremos desde la distancia los amigos. No estaré físicamente allí. No importa. Mi espíritu, como el de Juan Ramón que vagaba por el huerto, sí…, porque las alegrías de los amigos -compartidas - son más alegrías.

viernes, 21 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Colliure, febrero, 22...

                                               

“Y, cuando llegue el día  del último viaje /  y esté al partir la nave la nave que nunca ha de tornar / me encontrareis a bordo ligero de equipaje…” Lo anunció como anunciaban los profetas bíblicos lo que había de venir. Estaba escrito.

España  - las dos Españas – sangraba por una guerra entre hermanos; campos desolados; muerte en los caminos; desbandadas de huidos camino de no sabían dónde. Esperaban  penurias, más persecución y, otra guerra. Muchos eran andaluces; entre ellos, don Antonio Machado y su madre.

Le Perthu y Port Bou se colapsaron.  Una vez traspasada la frontera, muchos fueron conducidos a Tour de Carol, Blois, Romarantin, Rodez…, cuando no, a campos de concentración vigilados por tropas senegalesa. Terminaron en Argelès-Sur-Mer, Saint-Cyrpien, Prats-de-Molló, Ariège, Tarn-et-Garonne, Le Borcarès…

Colliure – hasta allí llegó, porque ni el cuerpo ni el alma aguantaron más- está a tiro de piedra del Mediterráneo. Cataluña francesa, porque hay otra Cataluña al otro lado de los Pirineos…Un pequeño cementerio, una losa de granito frío como el paisaje que lo rodea. ¿Lo demás? Todo lo que se quiera. Morir es triste; en el éxilio… Debe ser, además, horrible.

Calle de la Aduana Vieja, Soria, Se pasa el busto que lo recuerda; un giro a la izquierda, tres escalones y dentro del viejo caserón castellano se alberga el instituto. Lleva su nombre como su aula, pequeña, íntima, con un estrado y una mesa… Es un museo al recuerdo.

Atrás, muy atrás quedan Leonor y el Espino, las tardes por las choperas del Duero, los campos de Baeza y, luego, Segovia; atrás muy atrás, queda, también, aquella tarde “parda y fría / de invierno. Los colegiales / estudian. Monotonía / de  lluvia tras los cristales…” y el patio donde madura el limonero y la juventud en tierras de Castilla y…


Colliure, 22 de febrero, 1939. Hoy, sólo, hacen setenta y cinco años que  don Antonio Machado se nos fue…

jueves, 20 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Lo pide el cuerpo


                           

Me pedía otra cosa el cuerpo. Me refugio en Juan Ramón. Abro al azar: “la noche entra, y la luna se inflama allá en el fondo”. Y es verdad. Hace un rato una luna más pequeña  – porque está en menguante- se asomó por lo alto de los Lagares. Va por un cielo de soledad y nubes negras.

Echo mano, también, al maestro Barbeito: “Olivares de diciembre, / el viento cuando pasaba/ se perfumaba de aceite”. Pienso en los olivos. Agarrados a la tierra, en los barrancos, en los terraplenes, en las lomas suaves… No puede con ellos el viento.

Febrero, el que tienen por  loco, el que un “si un día no es bueno; el otro, tampoco”, se ha descolgado, esta tarde, con un viento que no sabe de dónde viene ni a dónde quiere llegar. Va como alocado, como los toros abantos: se llevan por delante todo lo que se le pone en cara, como…

Ya sé que no estamos en diciembre, ya sé que no hay perfumes de aceite en el aire… Ojalá. España no huele a aceite de paz, a ungüento sagrado, a bálsamo de entendimiento. No. No huele a eso. Rezuma mugre; aflora rencor enconado.

Estamos hartos. Ahítos. Empachados. Es tanta la corrupción que cuesta creer que haya, por metro cuadrado, tanto sinvergüenza suelto. Eso sí desmemoriados. Ni saben, ni se acuerdan, ni tenían noticias de nada. ¿Será posible que en una noche como está se los llevase – de una vez- el viento?

Se agitan las ramas de los olivos. Escribo en el calor de la estufa. Dentro de un rato puede que este viento varee estrellas y levante, otra vez, olas grandes en esos mares que azotan los acantilados.


Dicen que hace unos días vieron algunas cigüeñas… y ¿golondrinas? ¿habrán visto ya la primera golondrina? Pregunto. No responde nadie. Si al menos trajese perfumes de aceite el viento…

miércoles, 19 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Olivos

                                               

Tienen, los olivos que orillan la carretera, conforme se baja el Vereón de Bombichar, los troncos retorcidos de tanto ventear temporales y dejarse quemar por los soles del verano. Tienen, también, rebrotes de tallos tiernos.  Algún cabrero los ha podado  y apuntan a trama de primavera. Luego, aceitunas y, luego…

No son estos olivos como esos escuadrones alineados que se formaron en los sembrados de Jaén, en las lomas de Úbeda o Baeza, y que riegan con aguas bombeadas del río Grande, o sea, del Guadalquivir. Dan aceitunas ‘señoritas’ muy cuidadas desde antes de nacer y muy ricas en aceite.

Tan rico el aceite que la lechuza lo bebía, según don Antonio Machado, en el velón de Santa María y san Cristobalón la quería espantar… Y  todo eso que nos contaba don Antonio del campo y los cortijos blancos y el ventanal por el que iba y venía la lechuza.

Son, estos olivos, de aquí, de estirpe bravía. Se injertan sobre pie de acebuche y tienen más que ver, al menos, a mí se me antoja así, con los olivos de la mitología. Están emparentados con la estaca que clavó Atenea en su lucha con Poseidón.

 Luego, aquella estaca  dio una grasa cristalina que alimentaba a los hombres, suavizaba las heridas y alumbraba en las noches negras. Otros hombres navegaron por las aguas azules, turquesas, limpias del mar de Ulises y los trajeron a este extremo. Y se quedaron aquí para siempre.

Hace miles de años las falúas fenicias vinieron, entre otras cosas, con pies de olivos en sus bodegas. Y desde el mar, tierra adentro, estaquillaron los campos de Osuna, de Córdoba, del Aljarafe, de las vegas de Antequera…


Aquellos hombres dijeron qué había que comer y qué había que beber  para llegar a viejo. Por eso, a Noé, después del chaparrón aquel tan grande, que dicen, les pilló en el campo, le volvió la paloma con un ramito de olivo en el pico, y él, para que la fiesta fuese completa… Ya se sabe.

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Jardín de las Delicias


                       
Estaba la tarde de sol y nubes. Desde lo alto de las Mesas de Villaverde,  se ve el río: el Guadalhorce. Se abre paso entre las huertas y coquetea con la vía, la vieja vía del tren que en el siglo XIX trajo el progreso a Málaga, y la carretera. Un poco más arriba, la ‘nueva’ vía del AVE hace que sangre el paisaje.

La sierra de la Huma está más descarnada. Las lluvias de estos días han dejado la piedra limpia y la caliza, con el sol del crepúsculo, tiene otros tonos. En la lejanía, recostados, La Joya y Los Nogales - pinceladas blancas escapadas de la paleta de un pintor -  y entre brumas El Torcal; perdidas, ya muy lejos, las Sierras de  Las Cabras, Camarolo y Loja.

Avanza la tarde. Hace fresco. Junto a las piedras que chorrean historia me he sentado un rato porque me he ido solo. He sentido las caricias de la brisa, primero; luego, el frío me ha hecho que levante el hato. Miro un puñado de almendros - ya tardíos - que tienen flores rosáceas, dulces… Es el tránsito del invierno a la primavera.

Están reverdecidos los cerros de Bombichar. El romero en flor; pugna por salir el tomillo nuevo, cantuesos, aulagas... El campo se prepara para recibir la vestimenta nueva: amapolas, margaritas, siemprevivas…
Dicen que dos estudiantes norteamericanos ‘han descubierto’ la música que encierra “El jardín de las Delicias”, el cuadro que Felipe II le compro a El Bosco. Puntear un pentagrama sacado de un cuadro tan enigmático es algo que sólo saben hacerlo los expertos.


Puntear las notas que esta tarde traía el viento en la cumbre de las Mesas de Villaverde es algo único. Está al alcance de todos.  Hacen falta tres cosas: subir a la Mesa, quedarse en silencio y dejar que, lentamente pase el tiempo.  

sábado, 15 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¡Qué no daría yo...!

                                               

Abro, eso nuevo que se llama facebook. Un día llegó a nuestras vidas. Se metió a la chita callando y nos enganchó. Y ya, como la gente es, cómo es, ha hecho sus chistes y todo… “Hasta que facebook nos separe”, dicen…

A lo que iba. Felipe Aranda - un pedazo de artista escondido detrás de una máquina de fotos - ha colgado algo precioso: la campana grande de la iglesia. Por la ventana del campanario, al fondo, el Barranco y, más arriba, Las Torres de cómo eran antes…

Le digo que es foto para enmarcarla y poner debajo los versos de Rosalía: “Campana de mi lugar / tú me quieres bien de veras / cantaste cuando nací / llorarás cuando me muera”. Y, dice Felipe, que su son, debió de lo primero que llegó a sus oídos, cuando  entraba por la ventana de su casa…

Sigo la marcha. Un video de Yoli. Un torrente de arte se le escapa por la garganta;  en la Peña Flamenca lo da, a raudales; a la guitarra. Emilio Cortés. Desde que la retomó - a la Peña - Jazmín ha hecho un encuentro de artistas que ofrecen lo mejor de lo que llevan dentro.

Es un lamento que corta el aire, un  quejío rasgado; letra de Perales y reminiscencias de Rocío. Se pregunta, la pregunta sin respuesta.: “¿qué no daría yo?” Y añora el escuchar de nuevo ese grito de su madre pregonando su nombre en la ventana mientras ella dehojaba primaveras por la Fuentarriba y por la Plaza…

Lo escucho, una y dos y alguna vez más… Lo bordas, lo bordas. Y pienso: todos, de alguna manera, nos echamos a la calle. Buscamos los recuerdos. No sé si se habrán quedado -  como los tuyos - por la Fuentarriba, por la Plaza o, estarán por la esquina de la calle aquella del primer beso…


No lo sé. Deben estar ahí. Estoy seguro que están ahí. Nos están esperando… Gracias, Felipe, gracias Yoli, por traerlos, tan a mano. 

viernes, 14 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Rey Chico

                                               

Ha publicado, hace unos días, la prensa una foto del mausoleo donde dicen que están los resto de Abû ʿAbd Al·lâh «az-Zughbî» Mohammed ben Abî al-Hasan ʿAlî, llamado, también, Muhámmad XII… Dicho así, como que no. Pero si decimos Boabdil o el Rey Chico, el de los tópicos de suspiros y llantos camino del destierro…¿se acuerdan?

Está el mausoleo a las afuera de la ciudad santa de Fez. El último monarca del reino nazarí nació en la Alhambra, en Granada, allá por siglo XV y  reposa cerca de las murallas de una de las ciudades más hermosas, - Marrakech y Meknès, no le van muy lejos - del ‘amable vecino de enfrente’ como anuncia la propaganda turística.

Pero el mausoleo, por culpa del paso del tiempo, por el olvido de los hombres, porque no sobra, precisamente, el dinero o por ¡vaya usted a saber qué! no está lo bien conservado que debería. Es la tumba de alguien muy importante en la Historia.

Decía el periodista que daba la información que ha habido varios intentos de ‘adecentar’ aquello. La burocracia, las trabas que ponemos a las cosas, la lejanía… Lo cierto es que casi es refugio de gente de no muy buen vivir o, cuando no, de otras cosas.

Antonio Gala, (“El Mundo”, 12 de febrero) pedía la repatriación de esos restos y llevarlos a Granada, junto a Isabel y Fernando y terminaba diciendo: “siempre son tres los puntos suspensivos”. Quizá pida un imposible. Como deseo podría ser algo lleno de sabor romántico.

Me viene al recuerdo, ahora, una tarde calurosa de septiembre. Pegaba el sol; habíamos paseado por las calles sombreadas de la medina. Olía a cueros, fruta madura y especias. Nos salimos fuera. Necesitábamos aire. Una muralla desdentada  encerrada a la ciudad.


Compramos, en un puesto callejero, una sandía, le ofrecimos al guía…Rehusó: “ne pas posible, c’est le Ramadan”. Mire, usted, si fuese posible que algunas cosas tuviesen arreglo…

jueves, 13 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Cristo de la Expiración

                                   

Tiene el Cristo – el Cristo de la Expiración – los ojos vidriados y la mirada perdida entre los tonos azules, morados, violetas… con que se viste la tarde del Viernes Santo en que, dicen, que murió en un monte lejano que llamaban Gólgota.

 ¿A dónde mira el Cristo de la Expiración el que se venera en San Pedro?  San Pedro era parroquia de barrio pobre y marinero; era perchel, o sea barrio de gente bravía que se fajaba con las olas cuando venían crecidas. Barrio con sabor a brea y a sal de la mar. A rebalaje y a noches con aire de Levante.

Málaga se preguntaba cómo sería la imagen del Cristo que le había encargado a Benlliure. Un agnóstico con una gubia en la mano y un proyecto de un Cristo que ya está más allá, que más acá… Y, cuando apareció, la gente se quedó sin resuello.

Como se queda sin resuello, cada noche de Miércoles Santo cuando, el Cristo de la Expiración, se echa a la calle, entre la Guardia Civil –el Escuadrón abre paso- y un río de gente con sequedad en la garganta: ¡Dios mío!

Ante este Cristo, tu Cristo, Paco Rengel, nos vamos a reunir esta tarde. Dicen que vamos a pedirle por ti. Me planteo ¿y si te pedimos a ti que seas tú  quien pidas a Él por nosotros? La última vez que estuve en San Pedro, fue contigo. Presentabas no sé qué cartel y a ti te hizo la introducción el Hermano…

Bueno, da igual. Tu – no podía ser de otra manera – nos dijiste que el Hermano Beltrán os había llevado al baloncesto y al Cristo de la Expiración a un puñado de mozalbetes que empezábais a comeros el mundo.


Esta tarde cuando ya el cielo de Malaga no será ni violeta, ni morado, ni azul… estará teñido de amistad. Por tu amistad, Paco. Hace un año y unos días que abriste camino y sigues tan vivo, tan en nosotros, que ya te digo, no sé si le rezaremos al Cristo o nos tendrás tú, que echar, una vez más, una mano a nosotros.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El centro no deja indiferente

                               

Se caen las ciudades a chorros en sus centros históricos. Casas desvencijadas, desconchones, balcones colgando, maderas que azotan los aires y, mecidas, golpean contra otras maderas, contra la pared o contra todo lo que se queda quieto.

Tienen las ciudades un problema grande. Enorme. Sus “centros” abandonados de Dios y de los hombres” agonizan. Reparaciones costosísimas. Rehabilitan a golpe de talonarios; se resisten a irse los viejos. Están vacías, por las mañanas, las iglesias y, las llaves echadas, durante el día.

Casi nadie quiere vivir en el centro. Buscan esas zonas impersonales de pisos nuevos. Urbanizaciones cerradas - guaridas de seguridad y porteros sudamericanos en las puertas - con jardines, árboles trasplantados, piscinas, columpios…

Están solos los centros de las ciudades. Calles largas, estrechas; muchas, sucias. El baldeo del ayuntamiento deja charcos y, del pisoteo, es pura cochambre. Son calles de silencios, de balcones con macetas que tuvieron flores… Flores secas como casi la poca vida que se aloja en ellas.

Paseábamos. Hacía frío. Había poca gente en la calle. Comparaba un amigo, el centro de dos ciudades andaluzas.  “Le gana, se refería en concreto a una, por goleada, en centro, a ésta”. Lleva razón. Lo viejo no hay que confundirlo con lo antiguo. Lo clásico no tiene nada que ver con la mugre. Ni el tipismo con el abandono.

En 1982 el Partido Socialista ganó las elecciones. Con un cartel empapelaron las calles: parques, jardines, madres que paseaban carritos, niños jugando y pajarillos volando entre árboles frondosos y muy verdes… ¿De aquello? Sólo me acuerdo del cartel. No quiero ser mal pensado…


No queremos vivir en el centro pero todos vamos al centro. Que si las cien tabernas y una sola librería, que si el vermú en el sitio aquel, que si pasteles, que si la tienda con olor propio, que si el paso de ‘tórtolas’… ¡El centro, ay, el centro!

martes, 11 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El amor no tiene arreglo


                                

Saltó la noticia como todo lo que tiene morbo. Con bulla y por sorpresa. Primera noticia en los telediarios; primera página en los periódicos de papel; irrupción avasalladora en eso que ahora se llama redes sociales. “Apuñalan a la mujer y al hija del periodista Paco González”

Lo que vino después… Ya se sabe. Si no es un profesional de primera línea, y si no hay un morbo de amores por en medio, ni nos enteramos. Especulaciones, tonterías, cuanto más grande, y más sensacionalista, más audiencia. Ahora comienzan a escudriñar a la chica.

Veinticinco años,  mujer solitaria y con pocos amigos. En su pueblo, Laguna de Duero – por la distancia casi una barriada de Valladolid, a orillas del río, el que nace en los Picos de Urbión y se va a la mar grande, junto a Porto – dicen que era una chica ‘triste e introvertida”… Lo que sí es, sin lugar a dudas, es una mujer enferma con una vida arruinada.

Lo que ha saltado – desde  no sé cuánto tiempo antes, y ahora desde el sábado, con más fuerza  – es la ceguera de amor de la infanta Cristina de Borbón. Quería – se supone que lo sigue queriendo – enormemente a su marido. Todo lo fíaba a él. El tal Urdangarín no merece una mujer que lo quiera tanto.

El amor no tiene arreglo. Dentro de unos días, la gente se gastará, lo que no tiene por regalar una rosa. “¿El precio de una rosa?, -  me dijo un profesional de la floristería, hace muchos años -, en San Valentín y en los Santos lo que usted pida; en mayo, lo que le den por ella”.


Como si para regalar una rosa  - si es roja, que son preciosas, mejor - hiciera falta una fecha determinada. “Rosa rojas a ti, he comprado esta noche…” ¿Se acuerdan? Massimo Ranieri. Una balada preciosa de los años setenta. ¡Qué viejo es uno, caramba!

lunes, 10 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La madriguera

                               

Asomó, el temporal, como el toro en la plaza: con poderío y mando. Dicen los que informan del tiempo que es una sucesión de borrascas. Vienen del Atlántico y  traen viento y agua. Y, digo yo, no van a traer chicle, pipas y caramelos. Sea lo que sea ¡vaya nochecita que nos ha dado el aire!
El cielo limpio y azul. Ni una nube. Y como por las alturas – por las alturas de muy arriba- ya no había qué llevarse va y la emprende con las antenas, persianas, toldos, hojas de ventanas sueltas, farolas, cables, ramas, piedras, troncos…
Algunos árboles, alegres ellos, cuando vieron el sol de hace unos días, habían empezado a reventar por las yemas. No podían aguantar la vida que llevan dentro. Anunciaban una primavera que ya no tiene que estar lejos. Según el almanaque a poco más de un mes; para el campo, cuestión de días.
No había un alma en la calle. Casi todo el mundo en la madriguera. Los más atrevidos fueron, temprano, por el pan. ¿El tema de conversación? Pues no, no era ni la infanta ni Urdangarín, ni la ‘re-vista’ (por haberla visto ya otras veces) la película de los premios de los Goya.
Daban ‘su’ explicación del por qué la gente no va al cine. El clavo es otro: la misma película, con otros actores. Uno no se harta de ‘re-ver’ a Gary Cooper, a Bogar, Ingrid Bergman o a Jhon Waynne… Pero ¿esto? Alguien acuñó hace unos años aquello de mantenga limpio el cine español de curas, soldados y niños. Ahora, quien quiera entender…

Despeluznados los árboles; alborotados, los papeles, pasan volando. Dicen que anda revuelta la mar: ni los barcos salen. Se han escondido - ¿dónde?- los pájaros… Un día estupendo para encerrarse en la madriguera y, esperar a que pasen los perros y las escopetas. “Aire, que me lleva el aire / aire, que el aire, me lleva…” canta  la copla del pueblo. Eso.        

domingo, 9 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Antonio, el Divino


                         


Cuando yo lo conocí, Antonio, era ya un hombre adulto. Enjuto, de pelo blanco, y mediana estatura. Tenía dentadura postiza y poco pelo de barba. Antonio García Cid que era su nombre, vivió en la calle del Carril. Le metió mano a casi todos los oficios del campo. Vivió en Álora y murió en el Valle de Abdalajís.

Sentados, a la sombra de la higuera negra, conforme se bajaba  hacia el arroyo, desde el desagüe de riego, antes de llegar a la tercera torna, casi en la linde de la huerta de doña Mariana que llevaba en renta Franquito Martos no sentíamos cómo pasaban la horas.

Antonio, venía un par de días antes. Echaba las mimbres en agua y, luego, sentado en una sillita baja, sin respaldar, componía canastas con dos asas y canastos. Antonio era un artesano y un artista. Los niños escuchábamos atónitos lo que él nos cantaba y, como entonces, nosotros éramos muy niños y no había grabadoras…

Folclorista nato. Compuso letras de villancicos, letras para comparsas y, sobre todo, pregones. Tenía el sello especial de quien es distinto, de los que están tocados por esa barita mágica que los hace diferentes.

“Traigo naranjas de la China / de Granos de Oro, limas y mondarinas / cajelillas de las güenas / que son de las güenas mis naranjillas. / Venga niña, que traigo güenos limones / y son de los Callejones / niña. / Hay naranjas de la China / de Grano de Oro, limas y mondarinas / y mu güenos limones pa las enritaciones./ Mércame niña / que ya se marcha el pregonero / hay revolanderas, señores / pipitas de girasoles / que aunque no mantienen / las niñas que no tienen novios / ya se entretienen”.


 La Peña Flamenca de Álora le dedicó el XVIII Festival de Cante Grande, celebrado en la noche del 13 de julio de 1991. Marilina ha colgado esta mañana un ramillete de limones – “y, son de los Callejones”-;  José Miguel Fernández  pidió, hace unos meses, a través de facebook la publicación del pregón… Donde quiera que estés, gran Antonio, te seguimos recordando…

sábado, 8 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Por perifrástica

                                    

Cuando uno estudiaba latín – ayer tarde-, don José María Ortega nos enseñó que existían las voces activa, pasiva y perifrástica. O sea, el más difícil todavía. El Rayo Vallecano no ganaba en su campo desde el mes de octubre… y viene y nos colocan un tres cero antes del descanso.

Rayo 4; Málaga 1. El Málaga se vino a Vallecas de merienda. A echar una tarde de campo. Naturalmente se lo merendaron. No estaba la tarde para salir de campo. Lluvia, frío, airecillo helado y además, el Rayo puso eso… Ustedes me entienden.

Ni planteamiento, ni dar la cara, ni tiros a puerta ni dejarse la piel. A los forofos que nos fuimos al estadio (a cualquier cosa se le puede llamar estadio) ¡Se nos quedó una cara de tonto!, y treinta y cinco euros menos en el bolsillo.

Este Málaga... Ya está bien de paños calientes, de vender humo, de decir mucho y no hacer nada. Aquí  es donde hay que ganar. En los toros existen tres verbos (que no se conjugan en la voz perifrástica): parar, templar y mandar. De esto, ni de cualquier otro verbo que significa actitud positiva, nada de nada.

Había un cierto temor entre los pocos aficionados locales (precios populares y no llegaron a los diez mil) porque esperaban, según un compañero de asiento, “otro” equipo. Se podían llevar mucho y, lo que se han llevado, ha sido una goleada.

Colaero en la defensa; borrado el centro del campo y la delantera raquítica. Sólo la brega de Amrabat que se fajó, un tiro de Samuel en el primer tiempo… ¿El resto? “Lo mejor del recuerdo es el olvido”, escribió el Maestro Alcántara.


¿El problema del Málaga estará… en el banquillo? Los equipos son la imagen de sus entrenadores.  Esperemos que no nos conjuguen, la oración, por voz perifrástica que puede oler a…desastre; lo otro, lo que usted está pensando, también.

viernes, 7 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ande yo caliente...

                                  

Así comenzaban los versillos de don Luis de Góngora y Argote. Cordobés  y cura por más señas. Colmillos retorcidos y con más mala leche que un cepo enterrado. No tenía enemigo pequeño. Un tal Quevedo, por ejemplo, ¿le suena?

Medio pueblo español está perdido. Ni moral, ni dinero, ni futuro, ni casi ilusión por nada. Jóvenes que se van lejos, tan lejos que ni las grullas que vienen para pasar, por aquí el invierno, quieren quedarse por allí en, según, qué tiempos.

El otro medio – una de las dos España, escribía don Antonio Machado, ha de helarte el corazón- ya no es ni devota de Frascuelo ni de de María. Ahora, que si Madrid o Barcelona, que si referéndum o escisión, que si amnistía encubierta o gobierno cobarde…

“Y en las mañanas de invierno / naranjada y aguardiente…” No era tonto del todo aquel pueblo español del XVII. Andaba suelta la corrupción – como ahora-. Iban las carretas delante de los bueyes, o sea, más gastos que ingresos – como ahora-. Faltaba dinero y sobraba escasez, -como ahora-. Y el pueblo lampaba por las calles de un Madrid con mucho frío en invierno – como ahora-.

Desmoraliza que la locutora del telediario, eso sí, guapísima, desgrana el rosario de noticias. Ni de aquí ni de  allí. Todas, - bueno, casi todas- malas, y para salir corriendo, para no volver la vista atrás y, como decía aquel de mi pueblo, que la marcha sea de tal manera “que hasta el camisón te haga pompas”.


España de navaja chivera y queso rancio; novicias tras rejas con púas y conventos de silencios. Dicen que era la España del Siglo de Oro.“Traten otros del gobierno del mundo / y sus monarquías (lagarto, lagarto, eso no lo decía don Luis; lo digo, yo) / mientras gobiernan mis días/ mantequilla y pan tierno… Y ande yo caliente / y ríase la gente”. Eso.

jueves, 6 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Recoletos

                                                           

El paseo de Recoletos arranca en Cibeles y acaba en Colón; al revés, también sirve. (Porque el Paseo de Recoletos está en Madrid) ¿Me puede sacar una foto - dicen - con el paseo al fondo? Le digo que sí, pero tienen que cambiar de postura porque estamos a contraluz. Son de Bolivia. Turistas. Se interesan por saber dónde están. Les cuento…, me lo agradecen.

Cercano a Colón, don Juan Valera, en busto de piedra; una señora de traje agitanado a sus pies. Parece escapada de un sainete de los Quinteros. Una alfombra de brássicas moradas, violetas, rosas… ponen una nota de colorido. En frente, pone resistencia al frío, la estatua de una chica: el torso desnudo. Las tetas ‘caídas’ hacia arriba, como las de los  otros días. Pretendían avasallar – gallego,  viejo y cardenal - a Roucuo ¡Lo que éste no haya visto!

Quedan lejos, ‘Pepita Jiménez’ y ‘Juanita la Larga’ y los olivares de Cabra. ¿Para qué sirve el latín, dicen que preguntó en una ocasión un preboste del Régimen? Para que a usted, señor ministro, se le llame egabrense y no otra cosa…

Paseo abajo, don Ramón María del Valle-Inclán, se echa a andar, con las manos atrás. Claro que los bronces no andan. Le da sombra un olivo. Hay cosas, don Ramón, que a usted le hacían disparatar, si ahora hablase, también…

No es un olivo el árbol más emblemático para cobijar a un gallego que hasta para ser controvertido ni se ponen de acuerdo para decir dónde nació… Marqués de Bradomín, Sonatas, esperpentos de palabra, de vida y obra.

A sus espalda el Café Gijón. Santo y seña de la bohemia y la aventura literaria. Otros tiempos. Enfrente lo que fue Argentaria sobre el palacio del marqués de Salamanca. Ambos dos ‘fueron’. Lo que no pasa es el poder del dinero.


En la misma acera el Sancta Sanctorum de los libros en España. La Biblioteca Nacional. Templo de la cultura. Mientras ellos dos, andaluz y gallego, ven cómo pasa la gente, cómo se columbran las nubes, cómo se va el tiempo. Me siento en un banco callejero. Tomo un poco de sol. Leo.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rostros de mujer

                                               
                       
Arrancó el calendario, hace unos días,  la hoja de enero. Llegó febrero el que trajo  - yo no las he visto -,  cigüeñas por San Blas y se lleva las grullas, el que no tiene un día igual a otro; el mes en el que busca la sombra el perro…

Están las portadas de los periódicos como el mes: revueltas. Shakira y Rihanna han sacado un video. Movimientos de caderas, imágenes de cama donde dicen que pudo estar el paraíso. Poca ropa y, encima de raso… Sensualidad y mucha pero, mucha más imaginación.

La infanta aguarda el suplicio. Es la espera. Tiene que pasar por la calle de la amargura. Particular amargura la de esta mujer. Del todo a la nada. No debe olvidar que cerca de la calle de la Amargura - la verdad, la de Jerusalén - estaba donde el populacho prefirió a Barrabás. Ella oirá peticiones de República.

 Leo: Belén Esteban rompe moldes de venta de un no sé qué que llaman ‘libro’. Tengo dudas, serias dudas, que lo haya escrito ella. Debe haber un ‘negro’ (o ‘negra’, que para el caso es lo mismo) en la oscuridad, en el ostracismo o la penumbra del olvido. ¡Que más da! “Poderoso caballero es don dinero…” Lo dijo don Francisco de Quevedo.

Llora una mujer. Se llama Amanda Knox. La declaran culpable de la muerte de Meredith Kercher. Un Tribunal de Apelación – antes salió inocente-  la condena a 28 años de cárcel. Sexo, marihuana, noches de desenfreno y la cabeza perdida. Ha dicho, en Seatle, donde vive,  que huirá y que la busquen… ¡Como si pudiese escapar de sí misma!


Luego, dicen, que son los hombres los que siempre pierden de la cabeza… ¿será verdad? ¿Será que están las habas en flor? A lo mejor, la culpa de lo que vino o de o que viene, la tiene, febrero.

martes, 4 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Jarinea

                                               

‘Jarineaba’; después, llovió. Esa ‘jarinilla’ le saca un palmo al orballo y, al sirimiri, dos.  En la lejanía parece bruma; de cerca, gotitas de agua. Si se abre el paraguas, es un estorbo más en las manos; si no, uno se moja… Baja del cielo, a modo de vapor, suave, lentamente. La ciudad toma  aspecto de fantasma. Flotan los árboles, las casas, los que pasan por la calle…

Cuando ‘jarinea’, la gente de los pueblos no salimos al campo; los del campo se quedan en la casa. Me decía un amigo que, cuando se presentaba el tiempo así, se sentaba en la chimenea,  un buen candelorio llameando, y aprovechaba  el rato  repasando sus cuentas. Ordenada que debía tener  la contabilidad…

Las brujas, esos días, se toman el monte, por suyo. Por allí no va nadie. Los pajarillos se esconden y salen lo preciso. Tienen un misterio especial, encanto,  algo que hace que sean especiales, distintos a los otros. Mañana cuando salga el sol el campo tendrá cara de un niño recién peinado. Vamos. Estará precioso.

Dice el periódico que vuelve otro temporal. Azota el Cantábrico. Antes, a esos temporales, por allí, se le llamaba ‘galerna’. Pero como casi todo cambia, los que saben de estas cosas dicen que la confluencia de no sé qué factores originan una  ‘ciclogénesis explosiva’. A las borrascas que, antes, entraban por Cádiz, o sea, temporales, ahora se les conoce como ‘corrientes en chorro’.

Tragedias aparte. Las imágenes de hace unos días cuando los chavales se fueron a dar el paseo en bicicleta y, otros, a ver cómo van y vienen las olas, dejan claro lo osada y temeraria que es la gente, y cuánta imprudencia llevamos de compañía.


Ya se sabe: ‘jarineo’, orballo, sirimiri. Vientos huracanados, campos blancos de nieve y, alguna cigüeña adelantada por espadañas y campanarios. Lo que ustedes quieran. Este tiempo tiene magia. 

lunes, 3 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nieve en Madrid

                                              

Amaneció con un cielo de blanco roto y se puso, - a esa hora, en que la  mañana coge la cesta de la compra para ir al mercado -, de un color de panza de burra. Ni blanco, ni gris, ni oscuro ni limpio…

Muy  temprano dijo la radio que habían activado los servicios de preemergencia. Palabras raras. Casi no se entienden. En cristiano, brigadas de hombre con camiones cargados de sal, palas cuadradas y monos de color amarillo con franjas verdes,  la esparcían y la dejaban por las calles, por  las aceras…

Y, estando en esas, comenzó el desplume de los ángeles. (Porque no sé si les han dicho alguna vez que a los ángeles les entra el pelecho en los meses más duros del invierno. Y como le sombran tantas plumas, pues se las regalan a la gente para que se diviertan y tengan de qué hablar). Por  un día ni Rubalcaba, ni Mas, ni Rajoy, ni Susana, ni… No,  no, que no señor.

Primero – les decía- vino el desplume de los ángeles más traviesos. Eran  plumas pequeñitas, o sea, copitos de nieve. Luego, las de los ángeles mozalbetes. Bajaban  copos como zagalones holgazanes, pavoneándose, dejándose ver. Parecía un baile imposible. Tanto que ni llegaban al suelo. Se paró el aire. Les dio, a ellos, -a los copos- todo el protagonismo.

La Puerta de Alcalá la recibió como se hace con alguien importante que viene de visita, sólo que esta vez no sacaron banderas a Cibeles y la diosa estaba sola, con sus leones. El Paseo del Prado tiene los parterres sembrados de pensamientos de colores…¿Será para recibir a la nieve?


Ha sido un rato inolvidable. Las acacias de la Castellana se miraban, unas a otras y, uno que vive en un sitio donde no nieva nunca, desde el interior de una cafetería, miraba y miraba al cielo y asistía atónito. Fluye algo por dentro y piensa que hay días especiales. Hoy,  por ejemplo. 

domingo, 2 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Candelaria

                                  

Se festoneaba el campo de candelas. Al pié de la sierra del Valle, por la loma de Virote, por los Lantistares, en el Cerro de la Farola, por Cerrao… El campo, entre dos luces, era una candela – mejor, una sucesión de hogueras-, que en la lejanía servía de faro, de asombro de niños, de un no sé qué totémico que aparecía siempre.

Era, según dicen los que saben, en otro tiempo, la fiesta de la luz. Puede. Todos los pueblos se enraízan en sus orígenes y alguien se encarga, de algún modo, que sobreviva al tiempo y a la gente. Luego vino la iglesia y cristianizó todo lo pagano que se halló por los caminos, y todo eso que ya se sabe.

En Tromson, ciudad noruega muy cercana al círculo polar, una tarde de verano se me ocurrió preguntar hasta cuando duraba la oscuridad del invierno… A mediados de enero – me dijeron – se vislumbra el primer rayo de aurora en el horizonte. O sea la luz. Es el comienzo del alargamiento de los días.

Celebraban los paganos el solsticio de invierno cuando diciembre era más sombra y noche, que sol y día. Se cristianizó. Se fijo el nacimiento de Jesús en torno a la fecha. Es decir, la luz nueva, el Sol nuevo. Y el mundo – los que no creen, incluidos- lo celebran en casi todo occidente.

Tiene la Candelaria otro motivo también de recuerdo. Dice el Evangelio que María para purificarse acudió al Templo. Presentó al Niño y ofreció dos pichones “porque eran pobres”. Seguían un mandato recogido en el Levítico… La tradición, en aquel tiempo, rondaba los mil quinientos años. Año más o año, menos.


Muchos pueblos han celebrado la fiesta. No sé si habrán llevado los niños a los templos. Esta tarde, cuando se han recogido los pájaros y apuntan un lucero lejano en un cielo muy azul y frío me he asomado al campo. Había muy pocas candelas…

sábado, 1 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Good Vibrations


                                 

No. No es la canción del grupo –Beach Boys-  de cuando éramos jóvenes. No. ¿El Málaga? Tampoco. Este equipo de nuestros quereres, tampoco. Éstos hacen arenilla un corazón tan grande como el Monte Coronado. Las buenas vibraciones las han transmitido  Duda; el chaval que ha venido de la otra punta del mar, Amrabat; un tal Flavio que vino de Portugal en verano…

A medida que avanzaba el partido a uno le pasan cosas por la cabeza. Primera parte ‘normalita’, penalti que sí es, un Sevilla ramploncete y un títere en la banda que no para de gesticular. El que quería este verano, en sintonía con su expresidente, que se cumpliese la ley. Ese. Como si a los partidos no se planteasen durante la semana.

Pájara monumental del Málaga en los primeros veinticinco minutos del segundo tiempo. Se echa el viento. Casi entra calor - y mira que la noche pintaba en frío -. El Sevilla remonta. Fallo por el centro, primero; a balón parado, después. Los centrales buscando alúas.

Schuster se entera de algo (o se lo soplan). Entra Samu; luego El Hamdaoui y  Pablo Pérez. Cambia el decorado. Arrecia el equipo. Centro desde la izquierda. Golazo, en la otra bana, de Samu. Se mueve mucho y bien, el holandés-marroquí-turco y como siga así, ya mismo perchelero. Viene el gol de la remontada…

Sobran la mala conducta de Schuster empujando a un jugador del Sevilla, y no saber comportarse. Sobran los cánticos soeces. Sobra tanto despliegue policial -¿quién paga eso?- si luego tiran dos petardos entre la masa (nunca mejor empleada la palabra) de los que mal representan a una ciudad tan señorial, tan hermosa, tan bonita,  tan especial, como Sevilla…


Tenía entendido que los fantasmas visten de blanco. ¿De quién ha sido la idea de vestirlos, -La Rosaleda, diez de la noche, frío de invierno, y casi lleno-  de colorado? No se han enterado: el Málaga se asusta… de su sombra. Así les ha ido. Por cierto, querido Antonio, tú pusiste un dos; yo, sin creérmelo, un uno (Málaga 3; Sevilla 2). Cosas que pasan.