Septiembre huele a nardos. Varas enhiestas, a medio abrir, emborrachan
el aire que va y viene. Septiembre, deja de ser verano y todavía no es
otoño. Regala perfume de nardos y
aceitunas de verdeo y uvas de vendimia y, dentro de unos días, como casi sin
avisar, vino nuevo.
Se siembran - los nardos - por marzo y, en la tierra, los
bulbos aguantan el paso y el peso de la calor que achicharra el campo. Ahora
cuando, casi nadie, espera una flor tan diminuta, viene y derrama fragancia,
esencia, perfume, casi tanta, que
embriaga.
Pregonaba Celia Gámez a la florista que iba y venía por la
calle de Alcalá. Decía aquello tan bonito de llevarle nardos, si se quiere a
una mujer, que no cuestan dinero y que son los primeros para merecer. Grande
Celia -probablemente la que más- en su estilo.
Cantaba don Antonio Chacón, -en otro género - aquellos
‘caracoles’ que sí tenían que ver con la misma calle. No estaban de por medio
los nardos. Sí la mujer, probablemente, la misma, sin ella saberlo, a la que iban dirigido los
nardos… No sé.
No sabemos quien fue Manuela Reyes. ¿Sería un amor esquivo y
en silencio? Dicen que, por sufridos, son los más bellos. Debió ser excelsa
como la destinataria de los nardos de Celia: “mocita, escúcheme usté / son tus
ojitos dos soles…” y que remataba, nada menos, que anunciando sequía para la Cibeles.
Esta tarde la calle de Alcalá no huele a nardos. No reluce
con andaluces que suben o bajan… Mana, como ayer, como ‘antié’, como mañana, la
fuente. Las diosa regala imagen, a miles, fotografías digitales - es la moda de ahora -
que se llevan consigo los que pasan por Madrid.
Me quedo con la otra imagen. Prefiero los nardos de Celia y
los ojos que encandilaron a don Antonio, y que puede que, en otros ojos, se las
anden perdidos por no sabemos dónde buscando, quien le confirmen, en la media
distancia, que son dos soles. Y los son. ¡Seguro!
Que bonito todo lo que dices. Muy romántico y si, puede que otros "Don Antonio" anden tras esos ojos que son dos soles para ellos. Época que perdura y sigue teniendo el mismo valor sentimental a través del tiempo.
ResponderEliminar¡Que el corazón tiene ese don sea de la época que sea. Una maravilla.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPepe, hoy te has puesto de un romántico estupendo al hablar de los nardos y aunque sé que emularte es imposible, quiero también hablar de nardos a través de la poetisa uruguaya Delmira Agustini, cuya sensibilidad aflora en cuanto escribe, desmintiendo a aquel tonto que un día dijo que “la sensibilidad es patrimonio de las clases superiores”. Criada nació y murió en lo que hoy diríamos “violencia de género” a manos de su ex-marido, en un amor imposible, no por falta de este sino porque ella – calificada como erótica y procaz – no fue capaz de entender el de él, (o viceversa ) y se suicidó a su lado tras haberla asesinado. Los nardos que describe en “Los cálices vacíos”, me recuerdan todo esto que digo...
ResponderEliminar“. . .¡ Oh flores, me embriagáis y sois tan blancas ! //Tan blancas que alumbráis y yo os contemplo // Como el sello de Dios en las tinieblas. // . . . .¡ Oh flores, hablad mucho! Acá en la sombra //. . .Vuestras voces me llegan // Como á través del muro inderrocable // Que separa la Muerte de la Vida. // Decidme flores, // ¿ Que sabéis del misterio de la vida... // De la inmensa leyenda del Calvario... // Que del vuelo supremo de las almas ?...// Las cavernas del sueño: decid, flores! //
¿ No serán... el oasis... de la vida?...
Ya sabes amigo, que le mente es impredecible...