Ha abierto un día azul y limpio. Ni una nube. Ni un asomo de
cielo entelarañado. Parece que el verano se encuentra a gusto. Dice el
calendario que está de ‘ocupa’ y no quiere irse. Traspillado el campo; el agua
no llega y el aire que tiene que traer nubes y con ellas la bendición está
echado y no quiere moverse.
Se mueven otras cosas. La radio informa que llegan no se
cuántos magrebíes a las costas de Almería. Huyen, sencillamente, del hambre.
Buscan lo que creen que van a encontrar y no lo hallan. En las costas esperaban
hombres de uniformes. Hombres, como ellos, que tiene que realizar una labor
ingrata: recogerlos y reeviarlos.
Está el Mediterráneo lleno de tumbas bajo una superficie de
plata. El mar de Ulises, el mar de fenicios y civilizaciones es una trampa
mortal. Bueno, el mar no tiene la culpa. Si hay que buscar un culpable… Se
encuentran muchos padres: injusticia, insolidaridad y, sobre todo hambre.
Dice el Papa Francisco que sin trabajo no hay dignidad.
Francisco, dice la verdad del Evangelio – el suyo- y el de todos. A Francisco
se le hace poco caso. Vamos, casi ninguno. Francisco parece que predica en un
desierto de sordos.
La sociedad de dinero y hedonismo no caza bien con la
doctrina del ‘poverello de Asís” ni del loco de Judea que comía con
‘publicanos y pecadores’. Como tigres
fieros queremos sangre. ¿La sangre de los que vienen en pateras? Sí, pero con
disimulo. No sea que se vea mucho el plumero.
Mi amigo Gabriel ha colgado una foto: unas tazas de
chocolate caliente y churros. Muchos habrán desayunado eso u otra cosa. Pienso
también en quienes se habrán desayunado con la ilusión de que las sombras de la
noche sean su aliada para cruzar el mar azul y de plata.
Creen que vienen a donde dicen que la gente se enamora, es
feliz, derrocha, compra, y hasta come todo lo que quiere y cuando quiere. Es de
justicia que para ellos, también, haya un desayuno de chocolate con churros.
“Una iglesia pobre, para los pobres” . Eso dijo el papa Francisco. Pues la iglesia somos todos y todos debemos compartir con los mas necesitados y esos piden dignidad para todos. Mas al parecer, al papa se le presta poca atención.
ResponderEliminarY que bien reclamas amigo José ¡Una de churros con chocolate!... de caridad, amor y comprensión para esas personas que cruzan el atlántico no en un crucero de lujo si no en pateras inciertas que no ofrecen la seguridad de llevarlos al puerto de sus sueños de encontrar un mundo mejor.
Amigo Pepe, no sé que es que no deparará este papa Francisco, pero creo que con tantos FURRIS como existen en la curia, uummmm, difícil lo tiene, no por nada, sino por el hecho de que llevan demasiados años comiendo glorias, porque saben que la mayoría van al infierno.
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