Por la mar de los recuerdos navega el olvido. Echa la persiana el Orellana. Estaba en
Moreno Monroy, a la izquierda, conforme
se va a esa calle por donde no tiene pasaporte el sol. En Málaga tiene nombre
propio: calle Fresca. ¡Ay!, Málaga, ciudad de contraste – y de otras cosas – en
ella viven, ahora, los curas y, antiguamente, en la de Beatas, las mujeres que
hacía favores.
El Orellana se une a la lista. Larga, demasiado larga, -a lo
mejor es que uno va para viejo- de los bares anclados en las aguas no siempre
tranquilas del recuerdo. Se los ha llevado, sin ningún gorigori, el silencio.
Antes cruzó la barra del puerto, la Buena Sombra. Tenía la mejor colección de caricaturas de la calle
Sánchez Pastor (que era donde estaba). Ilusión de tarde de domingo. La radio
anunciaba: Indautxu (se escribía de otra manera) 2; Málaga 0. Un vino dulce y,
de tapa, ensaladilla . No daba para más el presupuesto.
El Boquerón de Plata, se alineó en la saga de los vinieron después. El tiempo – ese que corre tanto que si le echamos manos,
ya se ha ido - se encargó de aparcarlo. Y a los ‘Quitapenas’ y a ‘Las Campanas’
de ‘pedros y pajaretes’…
Por la Mar Chica desfilaba
la gente de afición –y podían pagarla- a la gamba. Eran tan buenas como las que
se sirven en calle Comisario. Cuestión de gustos y… de monedero. Entonces, a no
tener ‘presupuesto’ -como ahora- se le llamaba estar tieso.
El Pombo, en Santa Lucía, era una sucursal de la Alhambra. Un capricho de
adolescente que se vino a buscar las brisas de la playa… Sus techos de fantasía
se nos hacían hermosos, sugerentes, como con más misterio.
Casa Catalina y Carlos eran lo mejor de calle Cuarteles.
Pulpos, calamares, cazón… A eso le llamaba arte para freír el pescado. La gente
iba al tren. De la mar, cercana cuando
pasaba el rebalaje de San Andrés venía otra Málaga que faenaba para evitar el
naufragio…
Y las playas de los pescadores. ¿Quién menciona en estos tiempos las playas de Huelin, ese barrio que tantas historias encierra?. Mis recuerdos de niña, cuando vi el mar por primera vez. Los pescadores sacando el copo de madrugada para que los chanquetes y toda clase de "pescaíto" llegara fresco a esos sitios que mencionas en tu escrito. Calles de solera. Razón tienes cuando recuerdas al barrio de San Andrés luchando para salvar otros naufragios.
ResponderEliminarAyer como hoy situaciones de lucha y disfrutes.
Y todo en ese mar de los recuerdos. Estupendo los que describes. Te felicito Amigo José.
Un principio muy sugestivo, quizás los recuerdos bajo el oleaje hagan que se mareen y desaparezca momentáneamente, los recuerdos vuelven como fantasma, unas veces para asustarnos y otras para hacernos reír. Personalmente siempre espero la segunda opción.
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