Es, pero no es. Dicen el
calendario que dentro de unos días dará paso al invierno. No soy quien para
llevar la contraria. A temperaturas impropias de estas fechas viene un tiempo
seco, sin gota de agua, y sin que el
campo muestre la alegría de quien se ha saciado.
Estamos saciados, de otra cosa, de lo que nos
envuelve. Estamos ahítos. Yo diría que empachados como cuando niños nos dábamos
un atracón de golosinas y se nos ponía la lengua blanca y un mal olor que salía
de dentro y nuestra madre tenía que administrar una purga.
Ahora no se lleva eso de purgar
con agua de Carabaña, con sal de fruta, con unas chocolatinas que nos engañaban
pero que limpiaban. Ahora, algunos la piden a gritos, quiero decir la purga,
pero como no se lleva esa moda…
¡Qué hartura! No hay
telediario, periódico, servicio informativo, tertulia o reunión de un puñado de
sabelotodo internos, externos, o medio pensionistas que no nos hablen de lo mismo. Esto, de verdad, es un empacho. Se
pasa de la raya. Nos desborda.
El otoño ha deshojado a muchos
árboles. Almeces, ciruelos, granados se vistieron del color del oro viejo. Se resisten las higueras como esa que recoge
mi amigo Felipe en su fotografía, pero cederá. Una fuerza interior la dejará en
su esqueleto total. A nosotros nos puede pasar igual. No nos deshojará una fuerza telúrica. No, no.
Será el desacuerdo y la obcecación de algunos.
Dice el refrán que ‘a río
revuelto ganancia de pescadores’. Alguien o ‘alguienes’ deben tener una
caña excelente. Están muy confiados en ella. No es normal que la gente no se entienda y que
todo sea ordeñar la ubre del que tiene enfrente. A lo peor un día se van a dar
cuenta que la ubre ya no da más leche porque no tiene. Puede que sea tarde.
Ante tanto revuelo me vienen a
la mente los versos que escribió Góngora. Es un esconder la cabeza bajo el ala.
Él lo hizo parar el tiempo que viene, o sea días fríos y helados donde el hielo
y la escarcha impera: “Traten otros del gobierno / del mundo y sus monarquías / mientras gobiernan mis días /
mantequilla y pan tierno / y en las mañanas de invierno / naranjada y
aguardiente / y ande yo caliente / y ríase la gente”.
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