Me llego a las Tablas de
Daimiel. Es mediodía. La aportación
hídrica por mor de la sequía las tiene bajo mínimo. Sobresale la vegetación
lacustre – mimbres, ovas, tarajes, eneas,
masiegas… -; transito por una pasarela. Han marcado rutas sobre empalizadas.
Pasa una bandada de pájaros. Todos siguen a un guía que marca el camino. Cruzan
un cielo limpio de nubes; no está azul.
En el centro de interpretació sé de las aves que habitan en las lagunas. Desde
Villarrubia de los Ojos hasta Daimiel. Plinio, el Viejo daba aquí el nacimiento del río Ana, o sea, el Guadiana.
Otros geógrafos ponen su nacimiento más
al oeste, en las Lagunas de Ruidera.
Daimiel está en la frontera
entre la Carpetania y la Oretania. Por el norte, los Montes de Toledo. En la
lejanía, las sierras de la Calderina y Pocito; por el sur, Sierra Morena. En
lontananza, más allá, donde termina la llanura,
Despeñaperros y las sierras de Andújar.
Otros viajeros, desde la
antigüedad, transitaron estas rutas. Una, de Toledo-Andújar, por la Venta Borondo. El itinerario de Antonino
la identificó como Venta Mariana…
-
Oiga, ¿para ir al olivo milenario?
-
Está cerca, siga por…
Obediente, echó a andar por la
calle de Don Tiburcio; luego, por la del Hospital. Unos gatos callejeros merodean
en un solar abandonado; cruzo la Plaza de Almagro y veo el Taray, el
restaurante a donde en un principio pensaba ir pero, por ser lunes, estaba
cerrado; paso a la otra acera después de
San Antonio, tomo la del General Espartero…
Las puertas están cerradas. Junto a la puerta
principal otra de más altura da acceso al patio. En los extremos tiene rebajado
el escalón para facilitar la entrada a los carros. Algunas casas, abandonadas; inmisericorde
el tiempo; la rejería interesante. En la esquina de Fontecha, una papelería ha
montado un Nacimiento en su escaparate.
No encuentro a ninguna mujer
mayor, enlutada, de las que hablaba Azorín, y tras quitarme el sombrero pueda
preguntarle: Señora, ¿dónde vivía don Aldeodato?, y doña Quiteria, y don…?
En la Plaza de España está él.
Es la joya. Milenario. Me entero porque lo ha preguntado, que es de la variedad cornicabra. Soberbio, cuidado, cargado
de aceitunas; espera vareo… Alguna mañana debió ver a Sancho cuando pasaba
camino de sus labores en el campo. Me asalta una pregunta: ¿cómo se ha
mantenido aquí tanto tiempo?
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