jueves, 5 de diciembre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Reflexiones


                                     



5 de diciembre, jueves.- El gallinero hispano anda revuelto: no es por la gripe aviar, no. Es una pandemia política. No hay manera entendimiento. Ahora le toca la queja a catalanes que presionan para obtener más ventaja y más y más, y todo lo apetecido en el ‘proces’ es agua de borrajas para cómo están ahora. Hace más de noventa años don José Ortega escribió: “Pocas cosas tan significativas  del estado actual que oír que son pueblos (catalanes y vascos) oprimidos por el resto de España. La situación privilegiada que gozan es tan evidente que la queja resulta grotesca”. Se conoce que a Ortega ya  no se le lee, o no está de moda.

 Acabo de leer Ribera de Alfonso E. Pérez Sánchez. Un recorrido excepcional por la vida y la obra del Spagnoletto. José Ribera pasa del tenebrismo más realista, a la realidad más luminosa y, por en medio del camino, el color y las formas; Ribera sensato, viene a decir, si vuelvo a España el primer año me adoran, el segundo me olvidan; Ribera humano lleva al lienzo los tipos más duros del campo, de los barrios, del puerto de Nápoles; hombre de caridad, de religiosidad; hombre, en definitiva de su tiempo, el siglo XVII.

Se ve que el Barroco aún tiene mucho de vigencia. El tenebrismo está tan patente que con solo abrir el televisor para ver el telediario, uno se queda pasmado. No puede haber tanto mediocre tomando decisiones que afectan a cuarenta millones largos de españoles, tan largos que están más cerca del cincuenta que del cuarenta. No puede haber tanto inconsciente diciendo las tonterías que dicen.

Siento dolor por dentro, de esos que no son físicos. Es ese dolor que a uno se le viene de la mano de la impotencia. ¿Cómo es posible que en España, en un Estado del Bienestar y país puntero en muchas cosas, la estadística diga que van cincuenta y cuatro mujeres asesinadas?  Está claro que se acabó el amor. También se acabaron otras muchas cosas.

Son patéticas, aterradoras, las crónicas de las muertes de la chica Galicia; hace un tiempo la de la Axarquía y ahora, la de Valencia…¿Qué puede pasar por la mente de esos bichos? Después del tenebrismo de Ribera vino la luz. Ojalá venga aquí pronto la luz, mucha luz y no pase todo con tanta rapidez al olvido.



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