Me levanto temprano. Aún la luz
no ha entrado por las rendijas de las cortinas que cierran los ventanales del
hotel. Me echo a la calle. Anda por un laberinto de calles estrechas, angostas.
Don Remondo, Cardenal Saénz y Flores… Sinrazón e injusticia. Por aquí pasó una
noche, a mala hora, la muerte de la mano de pistoleros. Buscaban sangre
inocente. La encontraron. Se llamaban Alberto y Ascen..
Me pierdo por Argote de Molina, Ángeles,
Abades… Aún están cerradas las puertas. No transita casi nadie. Llego hasta Doña
María Coronel. Allí, en la puerta del convento de Santa Inés, me paro. Pienso. Recuerdo
a Bécquer – que mala vida le dio el amor a este hombre –. Me fluye Maese Pérez.
Deambulo sin ir a ninguna parte.
Es la mejor manera de ir donde uno quiere ir. Entro en la catedral. En la
capilla de la Virgen de los Reyes han comenzado a rezar Laudes. Cantan las antífonas,
a coro. Acompaña el órgano…
Mausoleos de diferente materiales
encierran despojos reales. En hornacina de plata San Fernando, el rey leonés
enterrado en Sevilla (León cobija los de San Isidoro); en mármol, Beatriz de Suabia,
Alfonso X, el Sabio, Pedro I de
Castilla, María de Padilla… Un compendio de Historia de España en unos metros
cuadrados.
Me vuelvo a la calle. Bajo
(Sevilla es tan llana que no se sabe si uno baja o sube) por calle Alemanes. Paso
ante la Puerta del Perdón, una cerámica
de Triana informa de la escalinata que cita Cervantes cuando ‘presenta’ a
Rinconte y Cortaillo; de allí, al patio de Monipodio...
Me siento en un bar. Debo de ser
los primeros clientes. Pienso, de nuevo, en Maese Pérez, el organista ciego y pobre que
un día vería a Dios. Todas las Nochebuenas tocaba, como solo pueden hacerlo las
almas que están en comunión con Dios, el órgano
en el convento de Santa Inés. Toda Sevilla acudía a escucharlo… La Leyenda
lo inmortalizó para siempre.
Nochebuena de entonces, de ahora…
¡Feliz Nochebuena, feliz Navidad! Recuerdos y ausencias; más recuerdos y nudos
en las gargantas. Luces tenues que solo se encienden para dar fuelle a un
órgano imposible.
Pido un café con churros (en Sevilla
los llaman ‘calentitos’) Los bares de la zona montan sus servicios. Dentro de un
rato todo esto será un hervidero. Tocaban las campanas de la Giralda…
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