No se ponen de acuerdo en la
fecha ni lugar de nacimiento (Paredes de Navas o Segura de la Sierra); tampoco en
el de su muerte. Coinciden todos: fue uno de los grandes, de los más grandes. Con
solo cuarenta coplas de pie quebrado ha pasado a la Historia de la Literatura
Española.
Jorge Manrique, hijo de Rodrigo
Manrique y Mencía de Figueroa, nació en
1440. En esa fecha su padre adquirió el Señorío de Paredes de Navas en tierras
palentinas. De ahí puede venir la confusión.
De niño vivió, y estudió humanidades
en Segura de la Sierra. Una placa en la Plaza del Comendador lo atestigua. En Paredes
de Navas – no quieren perderlo- le han
erigido un monumento.
Su familia, Manrique de Lara, está entroncada con don Íñigo López de Mendoza,
marqués de Santillana, primo de su madre que pasaba temporadas en la casa de
Segura de la Sierra, en la calle Messía de Leiva…
Es el prototipo de hombre de
letras y armas del Prerrenacimiento. Tomó parte, a favor de Doña Isabel en las luchas contra la Beltraneja
y murió combatiendo por la causa frente al castillo de Garcimuñoz, en Cuenca.
Tercera controversia. Hay quien opina que murió, a finales de abril, en Santa María del Campo Rus como consecuencia
de las heridas sufridas en la batalla. Lo enterraron en Uclés.
No había cumplido los cuarenta
años. Estaba casado con la joven hermana de su madrastra, Guiomar de Castañeda, con quien tuvo dos hijos, Luis y
Luisa. A pesar su corta edad su obra literaria, Coplas a la muerte de su padre lo ha hecho entrar con pie propio entre los
poetas insignes de nuestras letras. La otra la divide en partes – sin que sea obstáculo su brevedad- para tocar el paso del tiempo, la vida comparada
con los ríos – camino inexorable hacia
la muerte - , la vanidad o el elogio de las virtudes.Se compendia en tres
partes: la vida en la tierra, la fama, y la posteridad
Comienzan: “Recuerde el alma dormida, / avive el seso y despierte /contemplando/ cómo se pasa la vida/ cómo se viene la
muerte, / tan callando; / cuán presto se va el placer, / cómo, después de
acordado,/ da dolor;/ cómo a nuestro
parecer, / cualquiera tiempo pasado, / fue mejor…”
Y concluyen: “…y aunque la vida murió, /nos dexo harto
desconsuelo /su memoria”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario