jueves, 19 de diciembre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestras vidas



                          


No se ponen de acuerdo en la fecha ni lugar de nacimiento (Paredes de Navas o Segura de la Sierra); tampoco en el de su muerte. Coinciden todos: fue uno de los grandes, de los más grandes. Con solo cuarenta coplas de pie quebrado ha pasado a la Historia de la Literatura Española.

Jorge Manrique, hijo de Rodrigo Manrique y Mencía de Figueroa,  nació en 1440. En esa fecha su padre adquirió el Señorío de Paredes de Navas en tierras palentinas. De ahí puede venir la confusión.

De niño vivió, y estudió humanidades en Segura de la Sierra. Una placa en la Plaza del Comendador lo atestigua. En Paredes de Navas – no quieren perderlo-  le han erigido un monumento.

Su familia, Manrique de Lara,  está entroncada con don Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, primo de su madre que pasaba temporadas en la casa de Segura de la Sierra, en la calle Messía de Leiva…

Es el prototipo de hombre de letras y armas del Prerrenacimiento. Tomó parte, a favor de  Doña Isabel en las luchas contra la Beltraneja y murió combatiendo por la causa frente al castillo de Garcimuñoz, en Cuenca. Tercera controversia. Hay quien opina que murió, a finales de abril,  en Santa María del Campo Rus como consecuencia de las heridas sufridas en la batalla. Lo enterraron en Uclés.

No había cumplido los cuarenta años. Estaba casado con la joven hermana de su madrastra, Guiomar de  Castañeda, con quien tuvo dos hijos, Luis y Luisa. A pesar su corta edad su obra literaria, Coplas a la muerte de su padre  lo ha hecho entrar con pie propio entre los poetas insignes de nuestras letras. La otra la divide en partes  – sin que sea obstáculo su brevedad- para  tocar el paso del tiempo, la vida comparada con los ríos – camino  inexorable hacia la muerte - , la vanidad o el elogio de las virtudes.Se compendia en tres partes: la vida en la tierra, la fama, y la posteridad

Comienzan: “Recuerde el alma dormida, / avive el seso y despierte /contemplando/  cómo se pasa la vida/ cómo se viene la muerte, / tan callando; / cuán presto se va el placer, / cómo, después de acordado,/ da dolor;/  cómo a nuestro parecer, / cualquiera tiempo pasado, / fue mejor…”

Y concluyen: “…y aunque la vida murió, /nos dexo harto desconsuelo /su memoria”.




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