martes, 17 de diciembre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. De otra pasta




Tarde de otoño; luna menguante, viento frío. Podo las parras. ¡Hay brotes nuevos! El campo está desquiciado. De pronto una bulla de recuerdos…

Era un hombre alto, enjuto, de pocas palabras y muy mal genio. Carácter impulsivo; al momento, nada. Con las sombras del candil era algo así como una reencarnación de Don Quijote.  Fumaba Ideales y era muy ‘amigo’, del aguardiente fuerte. Rayaba en el orujo. Como el Lazarillo le daba sus tientos callados. La botella, verde se guardaba en la alacena de la casa…

Cuando hablaba, emitía frases lapidarias… Directo; sin rodeos. Le cantaba las verdades del barquero al mismísimo Padre Santo de Roma si se hubiese terciado y era preciso… De niño lo llevan a ver el mar. Se quedó asombrado:

-         “Tito Paco, exclamó, con la inocencia de un niño de campo de secano: qué poza más güena para que se bañen los guarros…”

Sus aseveraciones, sin desperdicio:

-         Lo importante es ponerse en el sombrero porque el día que no te lo puedas poner…

-         Para pagar, el primero; para pasar el río, el último.

-  Si no puedes dormir la siesta – él la dormía en invierno y verano -  bajo cualquier naranjo, ni eso es una huerta ni eso es ná.

-  Por mucho barro que tengan los caminos siempre hay una vereílla.
-   Los chivos de enero no valen dinero…

-  Los trenes llevan mucho retraso, pero tú, en la estación, a tu hora.
-   Madre, he gastado dos panillas de aceite y un haz de leña. Ya he ganado hoy el peoncillo…

-   Dormir y comer, cuando no hay otra cosa que hacer.

-  Si se pierde una gallina, búscala en el pajar…

-  Donde hace más calor del mundo es regando en medio de un maíz…

- Brotes de la parra a destiempo, mal año  y poco sustento...

Era una filosofía de vida. Su propia filosofía. Cogía los pepinos más tempraneros  y,  cuando ya nadie tenía pepinos, él, sí tenía.  Regaba de noche. Si había luna, con la luz de la luna, si no, con un candil. Jamás supo que era la evaporación en las horas de más insolación. “Está medio chiflado”, decían algunos vecinos. Él, sí sabía lo que hacía…

Se lo llevó una neumonía cogida en una recacha. Yo, lo lloré mucho…


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