Dicen que el Ángel de la Guarda
de mi pueblo, o sea, de Álora andaba con algo de zozobra y preocupación por cómo
iban las cosas por aquí abajo. Una mañana habló con Dios y se lo dijo. Le pidió
permiso para bajar y echar un cigarro… Dios, complaciente, extendió los brazos
y abrió las palmas de sus manos y: ¡Adelante!
El Ángel se puso su ropilla nueva. Se echó la mejor colonia, esa que saca de la esencia de
azahar de sus huertas en primavera y se alfileó un puñado de copos de nieve
blanca, muy blanca, tan blanca que ya no tenía plumas y los zapatos eran de viento.
Por el camino pensaba cómo
abordaría el tema. Pensó que lo mejor era ir al grano directamente y fue:
-
¿No te has dado cuenta, le dijo, al llegar que
Coín se te ha disparado por delante?
-
¿No has visto cómo van los Alhaurines? Han
invertido el orden y el chico, ya va
por delante del Grande…
-
Y que Cártama es la ‘capital’ del distrito
sanitario y ciudad dormitorio de Málaga…
-
Sí, lo sé…
El Ángel no salía de su asombro
ante tanto pasotismo…
El Ángel ya no escuchaba, se había
ido. Llegó al cielo un tanto desanimado. Entonces Dios, ese señor al que pintan
con una barba blanca muy larga, con su dedo índice se hizo un bucle y le echó
el brazo por encima del hombro…
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