miércoles, 6 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mirlos





                                                              Para Javier, un niño que respeta a los mirlos

Javier es un niño que tiene los ojos curiosos y grandes. Javier, casi siempre,  va detrás de su hermano Ignacio que es mayor y guía sus pasos. Javier se asombra por las cosa que él no conoce y presta atención para enterarse de todo, para informarse de todo, para saber de todo…

Cuando llega al campo siempre busca a los perros de su vecino Antonio. Los perros se llaman ‘Blanquita’ y ‘León’. Son perros diferentes  a los que Javier ve en la ciudad grande donde vive. Los perros de la ciudad, porque Javier vive en una ciudad donde hay muchos, muchos coches, y mucho ruido y la gente corre de un lugar para otro con mucha prisa, siempre van atados con una cadena. Los perros de su vecino Antonio, siempre, están sueltos…

Javier va en su búsqueda. Algunas veces va con su hermano Ignacio y con Pedrito y con Ana porque le da un poco de reparo, o sea miedo eso de ir solo, y aunque los perros son muy cariñosos y le mueven el rabo en señal de alegría por el encuentro, él, no siempre se da a la primera.

Una mañana descubrió un nido de mirlos. Bueno, él realmente no fue quien lo descubrió, pero cuando lo aupó su abuelo para que lo viese contempló atónito como había en fondo de una cama caliente hecha con pequeñas pajitas muy bien trenzadas  tres huevecillos azules moteados de puntitos negros.

Los mirlos se las andan por la huerta. Al amanecer entonan una sinfonía de cantos para saludar al alba que llega. No ha roto aún el lubricán y entonces, ellos y todos los demás pájaros: chamarines, jilgueros, verderones, camachuelos, carboneros… , se enredan a ver quién puede imponer su canto sobre los demás. Las tórtolas son más perezosas. Las tórtolas arrullan en las horas de la siesta cuando aprieta la calor; las palomas, entonces, zurean en el brocal del pozo.

Javier, en su colegio, una mañana jugó con otros amigos a usar palabras encadenadas y entonces fue  dijo:

-         El mirlo que es un pájaro que me lo ha dicho mi abuelo que sabe mucho de animales….

Y Javier, satisfecho y henchido por su colaboración, sacó pecho, y cuando su abuelo lo supo, también.



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