viernes, 8 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El silencio de Flores





Mediodía largo. Más cerca de las primeras horas de la tarde que de ese momento en que el sol alcanza el cenit. Todo es silencio en el interior del Santuario. A Flores acude un chorreo de gente continua. En ese momento, en ese preciso momento, no hay nadie.

Desprende el templo ese olor propio que solo tienen los lugares en los que uno se encuentra a gusto. Un hálito de recogimiento lo envuelve todo. Deja ese algo especial que se busca, y,  en ocasiones, se encuentra.

En la penumbra, al principio,  impera la oscuridad. Umbrosa, asida a la mano de algo que está por sorprender. Luego, a medida que se hace la vista a la falta de luz sobresalen los objetos, los bultos, los altares, los bancos, los jarrones con flores de plástico… Los de la Virgen, no; esos tienen flores de verdad.

El camarín de la Virgen está protegido por un cristal. Se refleja la ventana del fondo del coro. Cuando se avanza por el pasillo central el reflejo se disipa, se pierde. No se ve, la perspectiva da una óptica diferente.

Se está a gusto, muy a gusto allí dentro. De fueran llegan los trinos de los mirlos. Los mirlos cantan a todas horas; en algunas de un modo diferente. Son los mirlos que viven en la huerta que hay por debajo del convento, conforme se  baja, a la izquierda. Luego, olivos y la vega y el río que viene de la mole gris de la sierra de Abdalajís y busca el mar… Arrullan las palomas en el alféizar de la ventana.

La Virgen está rodeada por una yesería inspirada en las advocaciones marianas del Antiguo Testamento: “Pozo de aguas vivas”,  “Torre de David”, “Huerto escondido” (eres jardín cercado, hermana mía, esposa, eres jardín cercado, fuente sellada. (Cant. 4,12), “Olivo de la llanura…”

En el arco toral otra inscripción bíblica: “Las flores aparecieron en nuestra tierra”. Ya nacen margaritas, apuntan las florecillas silvestres, esas de las que desconocemos sus nombres. Orlan los bordes de los caminos.

Se está bien, muy bien, en Flores a esas horas del mediodía. Luego, vienen recuerdos de gente a la que se quiere y, esas cosas….

1 comentario:

  1. HOLA...con mi jaleo de cuentas, hoy logro leer este articulo que vi en el Tfno movil, y no pude leer. Con la paz que da estar a la hora que describes,en ese Santuario,debe salir uno un poco reconfortado. Aunque los recuerdos de la gente que quieres y ya no estan, te entristezcan un poco. Bonito retablo del Santuario de la Virgen de Flores. Un abrazo.

    ResponderEliminar