jueves, 21 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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(Foto de archivo)

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Encarnación de Álora







El templo de la Encarnación (1600-1699) es la mayor muestra del arte renacentista en Alora. La obra, en piedra, con un magnifico artesonado mudéjar, es un emblema del  patrimonio artístico y monumental de este pueblo del norte de la Hoya de Málaga.

La obra se atribuye a Pedro Díaz Palacios, maestro de obras de la catedral. Es conjuntamente con el castillo de las Torres y el Santuario de Flores santo y seña de la riqueza arquitectónica que ofrece Álora a los visitantes y a los nativos que se sienten orgullosos del patrimonio conservado durante siglos.
La obra se inicio a comienzos del siglo XVII, sustituyó a la primitiva iglesia de igual nombre que los Reyes Católicos mandaron construir en el castillo tras la toma por las tropas castellanas en 1484, en el avance definitivo sobre reino nazarí que concluiría con la toma de Granada en 1492





Su construcción duró todo el siglo XVII. El obispo Fray Alonso de Santo Tomás fue gran impulsor en la segunda mitad del siglo.  Bartolomé Espejo, la recepciona.  Carlos II reinaba en España. El obispado corrió con la mayor parte de los gastos. Contaron con la ayuda del Concejo que durante el siglo puso las sanciones en especies, concretándolas en carretas de cal y piedra que se extraía de la cantera de la Fuente de la Manía.

De estilo columnario, cuenta con una magnífica colección de frescos atribuida a un pintor de la escuela antequerana, seguidor del holandés Golzius. Recoge todo el apostolado. La colección, por el paso del tiempo, sufre un alarmante deterioro y pide una restauración antes de que el daño vaya a más.





El retablo, magnífico, obra del tallista antequerano Diego Márquez Vega y dorado por Francisco Martínez Primo. Fue destruido en 1936 y, posteriormente, varias Escuela Taller han llevado a cabo su reconstrucción con gran fidelidad al original que se conocía por fotografías.




Como complemento existe una torre campanario de tres cuerpos, el último de una época posterior que pone una nota de originalidad a todo el templo. Cuenta además con un balcón civil, conocido como ‘balcón de los beneficiados’ desde donde podrían contemplara los espectáculos celebrados en la plaza, hoy conocida como Plaza Baja de la Despedía. Abre, con dos puertas laterales, a las calles Bermejo o Benito Suárez  y calle de Atrás, antaño calle Real.




miércoles, 20 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Sí, ya está aquí





Tarde ventosa, revuelta. Tarde con el sello propio de la estación que entra. Alguien dijo que la primavera solo es placentera en el alma de los poetas. Llevaba razón. No hay tiempo ni más cambiante ni más anárquico que estos días en que el calendario dice que hemos mudado de estación.

Están las nubes de paso. Este año parece que se han olvidado de nosotros. Al igual van y descargan en otras tierras; en la nuestra, no. Son nubes que se escurren por las sierras y los trigales que alargan sus espigas vacías de grano les dejan suspiros de anhelos pero se los lleva el aire.

Está la huerta ahíta de perfume. Revientan el azahar en los naranjos. Hay otros azahares pero esos huelen menos. Los más embriagadores son los que despiden los naranjos amargos. Hubo un tiempo en que la fábrica de esencias,  que estaba junto al puente que se llevó la riada, abría sus puertas. “Ya están tomando el azahar” se decía entre la gente del campo.

Con una caña se vareaba el naranjo. Un fardo lo recogía. Era un rocío de pétalos blancos. También tenía su aplicación la hoja del naranjo amargo. En unos alambiques hacían la destilación y el perfume del río viajaba a tierras lejanas, Francia, en este caso para convertirse en perfume…

Eso era en otro tiempo. La fábrica cerró. Todo queda en el recuerdo de un edificio con cierto estilo por fuera y vacío por dentro. Les han dado otras ocupaciones pero nunca ninguna tan excelsa como extraer el perfume del azahar.



Dice el hombre del telediario que ha entrado a no sé qué hora de hoy. Da lo mismo. Don Antonio Machado en sus versos va a seguir preguntando a  Palacio, ‘buen amigo,’ por la primavera soriana y por los ruiseñores, por las abejas que liban en el tomillo y el romero, y por las margaritas blancas y le pedirá, una vez más que “con los primeros lirios / y las primeras rosas de las huertas , / en una tarde azul, sube al Espino/ al alto Espino donde está su tierra…

martes, 19 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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(Foto de archivo)

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Agobiado





Lo confieso. No me da pudor ni sonrojo. De verdad, palabrita del Niño Jesús… Hay una lluvia de propuestas - ¿a ustedes no les han llegado a sus casas ?- de los partidos políticos en la pre-campaña electoral  con soluciones para el campo. Cuando vengan la campaña, la de verdad, vendrán más. Estoy hecho un auténtico lío.

Se deshacen todos hablando de, para, por, según, (sin, no, esa preposición no, como que no) sobre el campo. No sé a quién voy a votar. Todos tan majos, tan guapos, tan preocupados por nuestras cosas… Nos quitan el sueño. Encima de mi mesa se amontonan las propuestas de solución. Ah, que ¿a ustedes no les ha llegado? ¡Qué raro!

Los precios por los suelos – naranjas a 10 céntimos de euro poco más de 16 pesetas hablando en cristiano del Concilio de Trento, para entendernos – sin que nada ni nadie lo remedie. Podría hablar- yo, ellos, por supuesto que no -  de jornales de miseria,  de inmigrantes explotados trabajando ‘por cuenta’, escaparates con precios desorbitados a los que los consumidores no pueden llegar en las fruterías de medio pelo…, pero no. No quiero machacar.

Uno de los que vienen de ‘paracaidista’, pero no de los militares, no, no, de los otros,  ha dado la solución. Oye, y nosotros que no habíamos caído. Dice que la solución está en que los agricultores se unan.

Puede que hasta esté convencido. No le voy a negar la buena voluntad. Habría que echar pie a tierra. Saber cuál es la realidad. Vamos, pisar el campo. Mi abuelo decía que todo el que se arrimaba al campo sacaba algo y, si no, por lo menos, polvo en los zapatos.

Ninguno, por un casual, en sus apariciones públicas o en sus programas (esos da lo mismo porque tampoco los cumplen), habla de ‘una agricultura  manifiestamente mejorable’, ‘aprovechamiento energético’, ‘mejora del sector forestal’, ‘potenciar el factor humano’ ‘nueva agricultura’, ‘respeto al agricultor’… Esto no es mío. Es del profesor Tamames. De estas cosas, este hombre sabe algo.

Del despoblamiento interior, de los pueblos abandonados y casi fantasmas, de la soledad donde impera el silencio porque no hay nadie, de… De eso tampaco.
Ni en el rosario de promesas les han dado cabida al campo…¡qué malas las tenemos! Y, encima, sin llover. ¿Quién arregla esto?


lunes, 18 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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En el Nombre sea de Dios. La primera del año....

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Judas





Es la figura prototipo de la traición. A Cristo – era de la ‘Sociedad de Jesús’ – o en la vida ordinaria de cada día. Se atribuye ese nombre a quien por cercanía, proximidad en el compartir un objetivo común o participar en un mismo proyecto, da una puñalada  - no siempre con puñal y sangrienta – a quien no lo merece.

Uno de los cuadros más excelsos  - hay quien dice, que el mejor – de Leonardo da Vinci es la Sagrada Cena. Antiguamente, en las casas, siempre había una litografía, más o menos lograda o un repujado que presidía el comedor. Hoy, las cosas cambian, ya no está. La figura de Judas sí sigue vigente, haya o no cuadro.

Pintó la obra para el duque Ludovico Sforza. Pintura al fresco, con forma de mural de considerables proporciones. Cuentan que Leonardo se subía al andamio. Permanecía allí desde la salida del sol hasta el ocaso. Se olvidada hasta de comer…

Luego, estaba varios días sin trabajar. Acudía, contemplaba, miraba y comentaba que no por trabajar más horas se produce más sino que hay que dejar que afloren las idea y, después, plasmarlas en la obra. Los genios son así.

Contrapone en el cuadro la proximidad y el antagonismo. Judas, el malo está cerca de Juan, el bueno. Y Cristo casi al lado. Lo pinta con una bolsa asida, fuertemente, en la mano. En un lugar del evangelio, cuando la Magdalena derrama ungüento sobre los pies de Jesús, él lo critica porque debía haberse dado a los pobres. Entonces, el evangelista, apostilla que no lo decía porque le importasen los pobres sino “porque era ladrón”.




Giotto, el primer pintor moderno, dicen, lo lleva, también, al lienzo. Escenifica el acto del beso. “Aquel a quien yo bese…” La figura de Cristo, hierática; la de Judas, envuelto con el manto. El tumulto, generalizado…




Ghirlandaio usa el simbolismo. Incorpora un gato, animal maléfico, unido a la traición en el mundo egipcio. Está detrás, en el suelo. Judas, de espalda al espectador.

Pululan. Solo hay que ver los telediarios. Están agazapados, amparados en la fealdad de su alma. La disimula muy bien. Reparten abrazos…

Desconocemos  el origen del Judas evangélico. Fue necesario. Su traición hace resplandecer más a quien tenía que hacerlo y, además, estaba en el círculo íntimo de Jesús, o sea, ‘de su compañía’.



domingo, 17 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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(Foto de archivo)




Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cancula







La Cancula es un parque que nació donde casi terminaba el pueblo. Pero si se mira despacio, ni es un parque, ni es ‘ná’. Para nosotros, sobre todo para los niños de entonces, era ‘el parque’. Tenía sentido y vida propia. El primer paseo de mocito, el primer cigarrillo furtivo,  el sonrojo lejano de cuando el amor era tanto…

Nadie sabe el porqué de su nombre. De cuándo comenzó, sí. Tiene su origen en el vaciado de escombros del derribo del Convento de la Monjas, o sea, el Beaterio  - que no es un convento aunque pueda confundirse – cuando aquello de las barbaridades de la guerra y esas cosas.

Una vagoneta, empujada por hombres, encontró un vaciado idóneo entre la Cañería que bajaba del las estribaciones orientales de El Hacho y la Haza de Bernabé. Luego, esa cañada, casi siempre, seca – se conoció como el arroyo de los Azulejos – buscó salida hacia el río, precipitadamente entre la carretera, Carretera de la Estación de Álora, a los Baños que era cómo, entonces, se conocía a Carratraca. Para salvarlo se construyó un puente, el puente de la Cabeza, que también tiene su historia pero eso para otro día.

La Cancula – el vocablo ibero, asigna el prefico ‘can’ a puente de piedra, ¿habría allí un puente para salvar la cañada? – es el más singular de los pequeños, diminutos, espacios verdes de Álora. No es bello, ni céntrico. No es grande, ni tiene ninguna avenida por la que se pueda pasear o tomar la sombra. No tiene ese lugar recóndito donde se pueda echar un rato. No, nada, pero tiene algo que lo hace diferente: es nuestro.

En otro tiempo – no ha habido alcalde que se precie que no haya llevado a cabo una remodelación – tenía setos en los bordes y cipreses y algunos árboles escuálidos y un jardinero que se llamaba Pedro, que se vestía de uniforme los días de fiesta y a los niños nos tenía a raya.

En uno de los extremos hay un ficus  - un árbol de otras tierras – de grandes dimensiones. Cada atardecer cientos de pajarillos busca entre sus hojas un resguardo seguro para pasar la noche y cuando el sol declina por el Monte Redondo, una sinfonía de pío, pío lo llena todo y deja, por un rato apagado el griterío de los niños que juegan en los artilugios artificiales montados para ellos...




sábado, 16 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Rocío García Sánchez








Rocío – Rocío García Sánchez - expresa con los pinceles un interior plagado de color y vida, de fuerza y empuje, de vigor y belleza que va a camino entre dos corrientes pictóricas: el expresionismo y el impresionismo pero no es, ni lo uno, ni lo otro. Es ella misma dentro de una perspectiva de originalidad y vida.

En sus lienzos aparece el paisaje que  vemos cada día, pero no es ese paisaje, no; por supuesto que no. Es el paisaje que la artista  - nace y se hace – modela a su manera y forma, lo expresa y lo muestra al espectador como ella lo ve y siente. O sea como  nace, primero fuera,  pero luego, en su alma diferente, porque la gente tocada  por la pincelada por el arte, aunque no lo parezca, es diferente,  se hace para deleite de quien se acerca a la obra.

Es el campo, es la luz que juega entre las sombras, es el color de lilas, amarillos, ocres, rojos, verdes… es el cromatismo que toma forma en el cuadro y ella lo muestra con la sencillez de esas cosas bien hechas ante las que uno se para, ve, mira, contempla y se deleita porque el arte juega de esa manera…

Lleva, también, a sus lienzos algo tan cotidiano como las piezas que posan sobre la repisa de una casa cualquiera y donde el tiempo deja esa pátina de eternidad que espera sobre las cosas que están ahí al alcance de la mano y aguardan y a guardan a que un día echemos cuenta de ellas…

No es que se pare el tiempo en su obra. Ella le marca en qué momento la luz tiene que entrar por la alameda que se ha puesto la mantilla de otoño, o en esas macetas, tiestos de barro, a veces ignorados,  que ponen un pespunteo de color, un toque, una llamada en ese devenir diario al que llamamos vida.

Sus cielos son lejanos y con nubes. Son otros cielos. La realidad del cromatismo, la cercanía, la ventana cerrada o el ojo de buey que da luz a un interior, la empalizada que marca el camino… Rocío nació artista. Rocío se hace artista. Lo dice en su obra…

Nació en Antequera. Tomó el camino de la profesión sanitaria y se desvela como una mujer con alma plena de cromatismo, sensibilidad…




Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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(Foto de archivo)

viernes, 15 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La mano del Amado











Primera rosa de la temporada (variedad, President Tarradellas, obtentor Père Dot, La Palma de Cervelló, Barcelona). Parece que hace realidad el “ya soc aquí” en aquel mensaje del presidente José Tarradellas,  desde el balcón de la Generalidad,  a su vuelta del exilio, en el abrazo de la reconciliación que nos dábamos los españoles de aquellos años…




El primer nido del año (Chamariz). Está en el cruce de ramas del naranjo cajel, el que está en el borde del camino conforme se va a la caseta donde se guardan los cabezales de riego. Lo vi por un casual, por azar. El ‘chamarín’ es un pajarillo pequeño, pariente lejano del canario con el vientre y las plumas verdosas.

Loado seas mi Señor… Eso lo cantó el ‘poverello de Asís’, el que rompió con lo establecido y tiró por un camino por que, hasta entonces, no había ido ninguno al menos que se conozca. Se llamó Francisco de Asís. Una mujer (¡qué grande son algunas mujeres!), marcó la línea para que la siguieran otras mujeres. Entonces, la cosa era de esa manera. Se llamó Clara.

Hubo un fraile, -otro -  andariego e inquieto. Se entretuvo en cantar al campo y en preguntarle a todas las criaturas si habían visto a la mano del Amado. Naturalmente, le respondieron, ¡y, de qué manera! y lo dejó escrito para deleite con sus versos.

El de Moguer, o sea Juan Ramón, lo dejó dicho de otra manera:  “Salgo al campo y canto gracias al Dios del día azul”. Y, luego hablaba con Platero que seguía siendo “peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón…”

Otro poeta,  amamantado en la luz del Aljarafe, entre Aználcazar y Gines, o sea Barbeito,  veía cómo pasaban los trenes desde el puente del río preguntándose cuál era el suyo y fue y nos dejó dicho, mientras esperaba en la duda,  que “la mano abierta del campo / con la luna se platea”.

¿Está o no está la mano del Amado sembrando cielos azules y la luna plateando campos? Está o no está  respondiendo a los pastores que suben a las majadas? ¿Está o no está…? Loado seas mi Señor, por las rosas nuevas y por los nidos de hogaño y por el hermano sol y la hermana luna que platea el campo…





jueves, 14 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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(Foto de archivo)

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Brisa de primavera







Esta mañana cuando el sol apuntaba desde el otro lado de los cerros de los Lagares - ¡ay que ver lo que anda el sol cada día para ganarse el pan con el sudor de su camino ¡– había un pespunteo de azahares en la huerta.

Habían fichado – porque, aunque no lo crean, los pájaros también fichan – el cese de la actividad nocturna los ruiseñores. Pasan las horas de oscuridad en la alameda del arroyo y ellos, que saben más que nadie de cómo van algunas cosas, son amantes de andarse por los andamios de la madrugada cuando otros duermen.

Pespunteo de sensualidad. Azahar de los naranjos amargos, la primera. Contrarresta la acidez que la naturaleza, o sea Dios, les da, y va y juega y ofrece el mejor de los perfumes de todos los olores del campo.

Dice el maestro Barbeito que “el aire de primavera / es una copla sin alas”.  Dice el maestro, también, que aprende a volar y que los cantes corren de boca en boca, y se hacen guitarra… El maestro que dice muchas cosas bien dichas sabe de brisas y mañanas,  de rocíos y escarchas y, del otro Rocío, y de Simpecados…

Estaba esta mañana la brisa suelta. El campo tenía ese hálito del sediento que llega a la fuente que hace un tiempo que dejó de manar y entonces, de vez en vez, parece que asoma una gota a modo de espejismo y él se aferra a esa gota divina. Las fuentes del campo tienen manera de caprichos de algodón. Alguien les ha cambiado el indicador de los caminos. Se van por otros lados.

El campo pide a Dios que mande agua. “San José Bendito, agua”…, Las rogativas salían en procesión. Se llegaban a los sembrados que rodeaban el pueblo. Ahora ya no hay costumbres de esas cosas aunque la gente del campo lo pide y lo pide y, además, por dentro les arraiga un convencimiento. Ellos  tienen quien les haga el milagro, y si no, que se lo pregunten a aquel cuando todas las patronas de la provincia concentradas en la capital eran vitoreadas por los propios.

-         “Tó es pa ná – vociferó sobre los demás- la Virgen de Flores, trabá hace más milagros que toas juntas”.

Y, digo yo, y si, por un suponé, se lo pedimos a Ella…




martes, 12 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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(Foto de archivo)



Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El morse del campo





Punto y raya; raya, punto, punto, punto; punto; punto, raya, punto, punto…. Se ha puesto en marcha el morse del campo. Telegrafía, sin hilos ni cables, cada mañana, a los cuatro puertos,  en signos que solo entienden los pájaros y las abejas que liban y el viento que viene y se va y el azul del cielo que se viste de nuevo con tonos celestes…



Están reventones los brotes de la higuera. Primero el fruto; a duras penas rompen las yemas y se convierten en  hojas nuevas. Asoman  un pespunteo de timidez, encaje de verdes, - “verde que te quiero verde / verde viento, verde ramas” que pregonó Federico -  entre la desnudez de haber pasado lo más duro del invierno.


Rompen las hojas de la parra. Ahora dejan de ser sarmientos. Venden vida; luego, racimo  al amparo de los pámpanos en la mesa del Corpus – “Porque ésta es mi Sangre” – y uva en la pisa y pasa en el pasero y cobijo en la noche de otoño cuando ulule en las chimeneas el viento y el autillo en los árboles viejos del camino.


Hay un revuelo de hojas nuevas en los granados y en los membrillos del borde de la alberca donde bajan las golondrinas – que hogaño, todavía, no han venido -  por el barro para sus nidos. Despuntan amapolas en los trigos. No quieren quedarse atrás los prunos y los ciruelos y los albaricoques que quieren ser los más tempraneros.



Las almendras se han recubierto de terciopelo verde. Cambiaron la nitidez inmaculada de la flor en lo más crudo de enero por un capote de esperanza – dicen que la esperanza es verde – y se asoman a los pimpollos y caracolean con los jilgueros y verderones y camachuelos.



Pasión a pasión. Cuaresma a cuaresma camino del Viernes Santo y del Calvario,  cada año diferente, cada año maravillosamente igual. Puntean con su morse el morado las florecillas del borde del sendero. Todo es eclosión y vida.

Me vienen a mano los versos de fray Juan de Yepes y, entonces, hay que  rumiarlo: “mil gracias  derramando pasó por estos sotos con presura…” y todo eso que  sigue y que sabemos y mientras tanto el campo usa su morse de punto y raya, y punto y…Está en la puerta;  busca un descanso en el alféizar de la ventana la primavera.

lunes, 11 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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(Foto de archivo)


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aquí sí se ensaya...








Pues mire usted, va a ser que sí. Aquí, dice – nos decía, el otro día el profesor Rodríguez Becerra en la presentación de la obra Semana Santa, Caminos de Pasión, en la Casa de la Provincia, Plaza del Triunfo, 1, Sevilla – aquí sí se ensaya. Ni bueno ni malo; ni mejor, ni peor, sino todo lo contrario.

Cada pueblo por perdido, recóndito u olvidado en un rincón del mapa,  tiene su ese qué, que no se sabe qué es, y que lo hace diferente. Nunca va a ser igual, pero parece que sí, pues no, mire, que no. Una Virgen y un Cristo, aunque lo parezcan, no son iguales, que no, que no…

Dice mi amigo José María Martín Urbano – con quien me reencuentro en las esquinas de la fe muchas veces- que “la Semana Santa es cada año diferente, pero maravillosamente igual a la del año anterior”. Eso es. Ni más ni menos. ¿Qué usted quiere más? No se vende. Se ha acabado la existencia. ¿Qué usted quiere menos? No es posible, viene con la medida puesta.

Llegan tiempos donde la primavera excita los sentidos. Olores, sonidos, sabores, sensaciones visuales… Se unen a una cosa que cada uno lleva por dentro. A eso, en algunos sitios le llaman fe. Pero, si yo no creo. Vale, ya crees en tu no creencia ¿o me equivoco?

La gente se echa a la calle. Buscan su esquina favorita. Cada uno tiene su alma, su ‘almario’ y ese rincón de la noche aquella, de la tarde aquella, de la mirada aquella.  En una ocasión una señora comentaba: “yo he visto cómo lloraba la Virgen de los Dolores una mañana Viernes Santo al acabar la Despedía en la esquina de la calle Ancha”. El cura – estaba en la fase se ‘Sancho el Bravo’, se la comía -, los demás, callábamos ante lo que nos parecía un disparate (por ambos bandos).

Pasó el tiempo. Mañana de Viernes Santo. Sol y nubes. Se filtra un rayo de luz. Incide directamente en la perla de cristal que la imagen lleva incrustada en la mejilla… Brillaba, parecía una lágrima. Sentí sonrojo por no haber creído en la fe del ‘carbonero’ de aquella mujer. Ella, en su fe, había visto cómo lloraba la Virgen un día de Despedía. Aquí, también, se ensaya…


domingo, 10 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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(Rosa de archivo)

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tres en uno






Alguien diría que tiene que ver con  un producto que lo soluciona todo; no. Se puede pensar en magia para las cosas,  a lo mejor no va tan descaminado. Alguien se pregunta a qué viene esta  galimatías. Está en lo cierto aunque desconoce todavía la respuesta.

Corren tiempos de Pasión. Pregones, presentaciones, besamanos,  Vírgenes y Cristos a ras de de suelo, o sea a la altura de quien se acerca y, como aquella de la figura que, a escondidas, cuenta el Evangelio, que quiso tocar la túnica de Él….
La cosa comenzó el viernes por la noche. Iglesia de la Vera Cruz – “la verdadera Cruz donde murió Cristo”- dijo Mari Pepa Muñoz que presentaba el cartel de la Piedad. Lo bordó. Esta mujer, sabe de lo que habla y llega a quien tiene que hacerlo.

Sábado por la noche, parroquia de la Encarnación. Se acumulan sentimientos. En el preámbulo de la Eucaristía - en la homilía se pide ‘operarios para la mies que es mucha;  los obreros, pocos’, no lo dijeron así;  ese era el mensaje -  se bendice una imagen nueva de María Santísima del Amor. El autor, Rafael Cornejo…

Y luego, sí, sí…, entonces llegó él. Comedido, directo, emotivo, sentido y profundo; campechano, - a veces con una mano en el bolsillo o con los brazos entrecruzados - con los papeles sobre el atril y la palabra al corazón.

El hombre con esa media voz que se ha echado ahora quizá para acompañar a la nueva figura con un montón de kilos menos… hablaba y hablaba. Contó de la niñez, de la juventud, de la madurez. Enfocó su presentación porque presentaba el cartel de la cofradía, obra de José Carlos Torres (ojo a este artista),  todo bajo  tres premisas: amistad, humildad y amor. Mensaje a navegantes: “¿qué hago yo aquí?” (Él se lo planteó la primera vez que se puso bajo el varal de San Juan). El hombre se llama Fernando Martos Pérez.

Junto a donde rompían, hace muchos años, ahora no,  las olas, en las Atarazanas de Málaga, o sea  en San Juan, Paco Valverde, presentaba un cartel para Fusionadas. Yo no pude estar. Cuentan y no acaban. Se quedan cortos. Paco Valverde es lo que dicen y algo más. Paco Valverde arrancó con el pincel en la escuela de Leonardo Fernández. Ya vuela solo. Va a dar que hablar… Al tiempo.





viernes, 8 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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(Foto de archivo )

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El silencio de Flores





Mediodía largo. Más cerca de las primeras horas de la tarde que de ese momento en que el sol alcanza el cenit. Todo es silencio en el interior del Santuario. A Flores acude un chorreo de gente continua. En ese momento, en ese preciso momento, no hay nadie.

Desprende el templo ese olor propio que solo tienen los lugares en los que uno se encuentra a gusto. Un hálito de recogimiento lo envuelve todo. Deja ese algo especial que se busca, y,  en ocasiones, se encuentra.

En la penumbra, al principio,  impera la oscuridad. Umbrosa, asida a la mano de algo que está por sorprender. Luego, a medida que se hace la vista a la falta de luz sobresalen los objetos, los bultos, los altares, los bancos, los jarrones con flores de plástico… Los de la Virgen, no; esos tienen flores de verdad.

El camarín de la Virgen está protegido por un cristal. Se refleja la ventana del fondo del coro. Cuando se avanza por el pasillo central el reflejo se disipa, se pierde. No se ve, la perspectiva da una óptica diferente.

Se está a gusto, muy a gusto allí dentro. De fueran llegan los trinos de los mirlos. Los mirlos cantan a todas horas; en algunas de un modo diferente. Son los mirlos que viven en la huerta que hay por debajo del convento, conforme se  baja, a la izquierda. Luego, olivos y la vega y el río que viene de la mole gris de la sierra de Abdalajís y busca el mar… Arrullan las palomas en el alféizar de la ventana.

La Virgen está rodeada por una yesería inspirada en las advocaciones marianas del Antiguo Testamento: “Pozo de aguas vivas”,  “Torre de David”, “Huerto escondido” (eres jardín cercado, hermana mía, esposa, eres jardín cercado, fuente sellada. (Cant. 4,12), “Olivo de la llanura…”

En el arco toral otra inscripción bíblica: “Las flores aparecieron en nuestra tierra”. Ya nacen margaritas, apuntan las florecillas silvestres, esas de las que desconocemos sus nombres. Orlan los bordes de los caminos.

Se está bien, muy bien, en Flores a esas horas del mediodía. Luego, vienen recuerdos de gente a la que se quiere y, esas cosas….

jueves, 7 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día


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(Foto de archivo)

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alora, de rosa y nardos







De rosa y nardo la vio Antonio Vergara; de cal y embrujo la ve el río que se siente parte de ella, de su cielo azul lleno de palomas que bajan a beber a la fuente; la del Piyaya y el Berbia, y el Cojo de Adelina, y la del maestro zapatero que, en la Callejuela, hacía las botas con suela de camión y piel de becerro, y no las rompía ni Dios, y la de la Virgen de Flores - la que nos trajeron de Encinasola - y la del Señor de las Torres…

Es  la Álora de tantos que, como en los versos, de Juan Ramón se fueron yendo y el pueblo se hizo nuevo cada año y de ellos, se quedó el recuerdo.

El castillo – el castillo de las Torres – es el balcón para ver como cada mañana asoma el sol por los Lagares, “…partío de muchas viñas, - en otro tiempo -  que estoy queriendo una niña y no me la da su mare” - y, en su recato pregona que encierra entre sus muros la historia. “Álora, la bien cercada / tú que estás en par del río…” El río de ella, y tuyo, y mío; el río, nuestro.



Sobresale, entre la cal blanca, el campanario. Se empina sobre sí mismo, se asombra. Ve cómo juega al escondite con el caserío blanco disperso, sembrado a voleo entre huertas de limoneros. No escucha – el río - porque ya no tocan las campanas, como tocaban antes, ni a gloria, ni al angelus, ni a fuego, ni a muerto.



Álora de ruiseñores en la riberas y de alondras en los trigos; de jazmines que hacen biznagas;  de poca agua en las fuentes y… lo ve cómo se aleja y en un regate besa los pies de Pizarra y sigue camino. Ahora lento. No tiene prisa. Saluda a la Cartima romana con un muñón de castillo sobre una ermita blanca. Remedios en Virgen y remedio como bálsamo de devotos que acuden, cada año, a cumplir lo que prometieron.

(Fragmento de “El río nuestro”. Publicado en la Revista: Desde el Alto Guadalhorce. Núm. 8)