sábado, 20 de agosto de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Federica Montseny

“...El día se extinguía gloriosamente, en medio del resplandor de los incendios, en la embriaguez revolucionaria de una jornada de triunfo popular...pronto la ciudad fue el teatro de la revolución desencadenada. Las mujeres y los hombres, dedicados al asalto de los conventos, quemaban todo lo que dentro de ellos había, incluso el dinero...”
Lo firma Federica Montseny. Los hechos ocurren en Barcelona. Es el 20 de julio de 1936. España se había abierto en canal a uno de los horrores mayores – las sangrías de ETA, vino después – que ha azotado y divido a los españoles del siglo XX.
Federica Montseny militó en el comunismo libertario. Fue la primera mujer que ocupó un Ministerio en España. Sanidad y Asistencia Social es la cartera que le asigna el Gobierno de la II República. Tuvo reticencias para aceptarlo; al final accede.
Su permanencia en el cargo, breve. Poco más de seis meses. Pretendió amplias reformas: lugares de acogida para la infancia (solo pudo abrir uno, cerca de Valencia), comedores para embarazadas, lugares para liberar de la prostitución, profesiones para ejercer por minusválidos…Pretendió la primera Ley de aborto en España. No llegó a ejecutar ninguno de los proyectos.
Su carrera política comienza en la filas de la CNT. Participa en el mitin de clausura en el Congreso de Zaragoza. Manifestó que las grandes reformas libertarias no se podían llevar a cabo desde el Estado y sí desde la Revolución. Votó en contra de la conmutación de la pena de muerte a José Antonio Primo de Rivera; en la Transición se opuso a los Pactos de Moncloa.
Exiliada en Francia vivió en vigilancia hasta la liberación por las tropas aliadas en 1944. El Régimen pidió, reiteradamente, su extradición; no lo consiguió. Vuelve a España una vez instaurada la Democracia.
Desde 1977 pide al Estado la devolución de patrimonio de la CNT y continuó su activismo en el mundo sindical en el que gozaba de un gran prestigio entre las corrientes más extremas de los movimientos obreros.

Muchos pueblos en España le han dado su nombre la de calles de sus municipios; centros de enseñanza, también lo llevan. Dejó un legado literario con más de cincuenta novelas de carácter romántico-social y otras dentro de su actividad política. Nació en Madrid, 1905; murió en Toulouse, Francia en 1994.



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