Málaga estaba de luna de agosto y apure de feria. La
bahía se vistió de ese color especial que aporta la penúltima luna grande del
verano. Olas de nácar y espumas que llegan al rebalaje y miran hacia atrás y
ven cómo los barcos se pierden lejanos por el horizonte…
El maestro Morante la lió ayer – la lió en el
sentido que nunca queremos que se líe – en la Malagueta; Roca Rey dijo que era
de otra ‘casta’ y el ganado confirmó que a la Fiesta no se la cargan los
antitaurinos. No, no señor. Se la están cargando desde dentro con tanto bicho
de “tory factoría”. ¿Para luego? puede ser tarde.
La Rosaleda, vestida de lunares – o sea asientos de
otros colores - y césped nuevo. Lo acuñó don Alfredo: “más bonito que nunca y
se levantaba como siempre” Él, no decía, exactamente, eso, pero me vale.
Mujeres guapas en la grada; moreno de playa y línea
de verano. Reencuentros. En la puerta con Alfonso – el hijo pródigo que vuelve
– luego con los colegas de asientos. Mayo ya queda muy lejos, y como todo esto
del fútbol para algunos nos sigue sonando, nos suena a sentimiento… Pues eso.
“Nunca se siente tanto como cuando se cavila mucho”.
Lo dejó dicho Pessoa. La gente, ahora, se ha puesto con una carga de ilusión
por dentro. Mucho humo de verano y más
las ganas…
La gente se ha venido en tarde de calor, de
muchísimo calor – rozaban los 40º - hasta la orilla de un río sin agua y una
rosaleda sin una rosa. Dos equipos – dineros y esas cosas aparte – corren
detrás de un balón. Es el primer partido
de la liga; petardazo veraniego.
Pesan las piernas. Marrullerías propias de quien
quiere más que puede. Preparación la justita para agosto. Mejor Osasuna -
porque por el césped corrieron Málaga y Osasuna, lo de jugar es otra cosa, por
cierto, empate a uno – con más fondo físico. Al igual, a partir de febrero pasa
factura…
Olo, ole y ole. Ya solo nos faltan cuarenta y dos
puntos para salvarnos… Los pobres, ya se sabe, con poco…
Buenos días Pepe, comov el césped, el verde es de esperanza y solo es el principio, todo llegará...
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