martes, 23 de agosto de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Sines

El viajero llega a Sines - a la punta de Sines – una mañana de sol y cielo azul. Sines es cabeza de la Costa Vicentina si se baja desde el norte hasta el Cabo de San Vicente, antes de pasar por Porto Covo y Ademira.

Sines está un poco más allá, solo un poco más allá, de Santiago do Cacem conforme se viene desde Lousal. El viajero para en Santiado do Cacem. Es una ciudad nueva. Las torres de algunos edificios rompen un paisaje que, por un momento, parece que se desprende de su matiz alentejano.

En Santiago do Cacem sube al cerro que corona el castillo. Desde la puerta de la iglesia  se domina, desde la altura, - porque está muy alto - un paisaje soberbio. La masa tupida de alcornoques, a pedir de mano, al frente; el azul del mar, entre la bruma, en la lejanía.

Junto a la iglesia de Santiago está el castillo; dentro de sus muros, el cementerio; no entra. El viajero baja. Se pierde por el dédalo de calles estrechas, tortuosas, empedradas por las que logró llegar a la cumbre. Sigue camino.

Sines es puerto de primer orden en el mundo de las refinerías portuguesas. Se despista el viajero. Vuelve sobre sus pasos. Hace caso a los indicadores y llega hasta la punta donde la tierra casi penetra en el mar. Los hombres han construido varios puertos. Uno grande con el espigón que sobresale y, otros pequeños; dan cobijo a embarcaciones como para andar por casa.

Un poco más allá un muelle enorme ampara y cobija a los petroleros. Vienen de muy lejos y vacían sus alforjas llenas de líquido de las entrañas de la tierra y que, luego, será combustible. Tres buques enormes esperan,  anclados, vez y turno.


Mientras, Vasco da Gama que nació aquí sigue ahí, en bronce, con su casaca del siglo XV y unas barbas de toda la vida. Otea la mar océana por la que bajó hasta el cabo de las Tormentas, o sea de Buena Esperanza, donde África llega casi a su fin. Él, después, bordeó costas; llegó a la India. Eran tiempo de Descubrimientos. Ahora inmóvil permite que la gente se ‘inmortalice’ junto a su figura…

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