miércoles, 7 de febrero de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El campo, asfixiado



7 de febrero, miércoles. Nos empachan las imágenes, la tergiversación de objetivos, la ausencia de un líder o de interlocutores – da lo mismo – que expresen los motivos que justifican la manifestación y lo que se pretende de manera clara. Se asoman a las cámaras de las televisiones o a los micrófonos de las emisoras de radio dicen lo que, a su parecer, por cierto, todos justos, le han llevado a la situación de invadir carreteras y cortar los accesos.

Tres factores que se imponen a los demás. Competencia desleal desde otros países. Se benefician (eso es muy relativo, claro) de su situación geopolítica. Se pide una política de precios justos. Consonancia entre lo que paga el consumidor y lo que recibe el agricultor. Simplificación burocrática. El campo, a veces, está ahogado por los papeles.

Otros factores pueden ser coyunturales. Unos heredados de situaciones mohosas por incompetencia o desidia de quienes tuvieron que tomar las decisiones en su día. Pienso, por ejemplo, en una política hidráulica justa, rigurosa y que beneficie a todos sin abusos de unos sobre otros.

La falta de lluvias ante las que no se puede hacer nada tiene también su incendia. Falta agua y si se administra mal, apaga y vámonos. A eso se le unen incendios en verano, bosques descuidados, desforestación progresiva, supresión de cultivos...

Los costes tienen una importancia vital. Hace unos años un litro de gasoil se las andaba por 0’50 céntimos, más o menos; ahora, supera el euro. Los insumos (fertilizantes, productos químicos regulados porque las plagas vienen a su tiempo y saben el camino…) se han disparado; no hay manera de poder pagarlos.

La ley de oferta y demanda hace que los frutos y pienso en cítricos, hortalizas, frutas… sean irrisorios. Un kilo de limón se puede pagar a 0,10 o 0,15 céntimos. Mucha naranja se ha quedado en el campo. Todos sabemos cómo están marcados los precios en las grandes superficies.

Existe otro punto importante, la regulación de tratamientos. Hay que ayudar - ¡faltaría más¡- a los países del Tercer Mundo. Eso no significa dar patente de corso al uso de productos tóxicos y prohibidos en los países donde sí funcionan los controles sanitarios.

Todo esto y más cosas es papel mojado mientras no se limpien las dependencias de parásitos, incompetentes rapidísimos para sacar la  pistola y disparar con la sanción, pero lentos como el caballo de los malos para vislumbrar soluciones…. La agricultura está a niveles de hace diez años o quizá, más. Eso tiene un nombre: ruina.

 

 

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