sábado, 3 de febrero de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Lara



3 de febrero, sábado. Boris Pasternak escribió en 1956, una novela bellísima. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1958 y un montón de problemas por los puntos de crítica a la política soviética que aparecía en una obra tan poliédrica como es El Doctor Zhivago.

La novela tiene una denuncia contra el abuso del poder – de cualquiera que llega a él – en un entorno de mucha injusticia social. Quedan en evidencia el mundo degenerado de los Zares y un pueblo hambriento y desatendido. No deja en mejor lugar el mundo nuevo que surge tras la llegada del comunismo como consecuencia de la Revolución.

En el entramado aparecen tres guerras: la Mundial; la Revolución rusa, y la Guerra Civil. Un paisaje de ensueño con las estepas rusas nevadas o florecidas en primavera, unos pinares por donde se filtran los rayos del sol, o unos campos de cereales inmensos. En la película que, David Lean (banda sonora de Maurice Jarre), hizo años después eran los Campos de Gómara, los pinares de San Leonardo de Yagüe, las llanuras de Soria; las calles de Canillas, las estaciones de Canfranc o Delicias.. La película protagonizada, entre otros, por Omar Shariff, Julie Christie, Geraldine Chaplin…se rodó en España.

Los avatares de la vida, guerras y quebrantos, contratiempos, escapadas de lo que lo rodea o huidas de sí mismo, llevan a Zhivago, médico y poeta, a encontrarse y separarse; y a un reencuentro pletórico, después, en la dacha de Varykino, con Lara…

La obra de Pasternak tiene dos protagonistas, el médico que es un enorme poeta que ni él mismo lo sabe y Lara, el impulso, el hálito, el soplo que le permite aflorar toda la poesía y el amor interior

Hay varias – realmente hay muchas – imágenes que impactan al lector que lo recrea en su mente o al espectador del film. La magia del cine hace ver que es noche cerrada, casi de madrugada, la luz de la luna reverbera en medio de la nevada, aúlla, en la estepa, un lobo. El aullido recorre el campo… Lara se despierta, acude donde Zhivago escribe… En ese momento no hay palabras, sí ternura, la caricia de una mano sobre la otra que se acerca al cuello…

Vienen a mi mente imágenes del metro de Moscú, una ventanilla que no se abre, un hombre desesperado que la golpea, una chica que camina hacia alguna parte…Resuenan, muchos años después, el tren que frena brusco, de noche, en una vía apartada del bosque, la música de la balalaika…

 

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