3 de febrero, sábado. Boris
Pasternak escribió en 1956, una novela bellísima. Obtuvo el Premio Nobel de
Literatura en 1958 y un montón de problemas por los puntos de crítica a la
política soviética que aparecía en una obra tan poliédrica como es El Doctor
Zhivago.
La novela tiene una denuncia contra
el abuso del poder – de cualquiera que llega a él – en un entorno de mucha
injusticia social. Quedan en evidencia el mundo degenerado de los Zares y un
pueblo hambriento y desatendido. No deja en mejor lugar el mundo nuevo que
surge tras la llegada del comunismo como consecuencia de la Revolución.
En el entramado aparecen tres
guerras: la Mundial; la Revolución rusa, y la Guerra Civil. Un paisaje de
ensueño con las estepas rusas nevadas o florecidas en primavera, unos pinares
por donde se filtran los rayos del sol, o unos campos de cereales inmensos. En
la película que, David Lean (banda sonora de Maurice Jarre), hizo años después
eran los Campos de Gómara, los pinares de San Leonardo de Yagüe, las llanuras
de Soria; las calles de Canillas, las estaciones de Canfranc o Delicias.. La
película protagonizada, entre otros, por Omar Shariff, Julie Christie,
Geraldine Chaplin…se rodó en España.
Los avatares de la vida,
guerras y quebrantos, contratiempos, escapadas de lo que lo rodea o huidas de
sí mismo, llevan a Zhivago, médico y poeta, a encontrarse y separarse; y a un reencuentro
pletórico, después, en la dacha de Varykino, con Lara…
La obra de Pasternak tiene dos
protagonistas, el médico que es un enorme poeta que ni él mismo lo sabe y Lara,
el impulso, el hálito, el soplo que le permite aflorar toda la poesía y el amor
interior
Hay varias – realmente hay
muchas – imágenes que impactan al lector que lo recrea en su mente o al
espectador del film. La magia del cine hace ver que es noche cerrada, casi de
madrugada, la luz de la luna reverbera en medio de la nevada, aúlla, en la
estepa, un lobo. El aullido recorre el campo… Lara se despierta, acude donde
Zhivago escribe… En ese momento no hay palabras, sí ternura, la caricia de una
mano sobre la otra que se acerca al cuello…
Vienen a mi mente imágenes del
metro de Moscú, una ventanilla que no se abre, un hombre desesperado que la
golpea, una chica que camina hacia alguna parte…Resuenan, muchos años después, el
tren que frena brusco, de noche, en una vía apartada del bosque, la música de
la balalaika…
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