Saná, capital de Yemen
5 de febrero, lunes. Estos
días aparecen en los telediarios, en casi todos los telediarios. Atacan a los
barcos que desde el Océano Índico se adentran en el Golfo pérsico, buscan el
mar Rojo y el por canal de Suez, acceder al Mediterráneo. Acortan los tiempos y
los costes. Transportan mercancías que vienen desde Oriente a Occidente.
Geopolítica y economía, juntas.
Los hutíes son una facción
islámica. Viven en el Yemen que es el espacio inhóspito y desértico del Sur de
la Península arábiga. Se proclaman seguidores de Dios y desde el final del
siglo XX se identifican como grupo armado político y religioso. Hermanos de los
zaidíes que a su vez vienen de los chíís. Todo comienza por la aceptación de
los sucesores de Mahoma a su muerte.
Los hutíes viven en el Mashrek,
o sea, el Levante o el lugar por donde sale el sol, en contraposición con el Magreb
o sitio por el que se pone. La línea divisoria más o menos estaría en lo que
entendemos por el territorio que ocupa Libia. Están financiados por Irán,
Arabia Saudita y Qatar y se sienten muy unidos a Hamás y Hezbolá también de
actualidad en los telediarios sobre todo desde que estalló el conflicto de Gaza
en Oriente Medio.
Obviamente son enemigos
mortales de Israel, de los EE.UU. y de los países capitalistas de occidente. De
la venta de los productos petrolíferos a estos países les llega a ellos el
dinero para armarse y atacar a los ‘enemigos’ ¿Alguien lo entiende? Está muy
claro. Todo es una guerra de intereses; en medio, el pueblo es que lo sufre por
uno u otro camino.
El grupo se formo en 1990 por
Hussein al-Hythi, pero no se tuvo noticias de ellos hasta principios del siglo
XXI que lucharon contra su propio régimen del Yemen. En la ‘primavera árabe’
tuvieron un protagonismo de primera mano y apoyados por Irán arrasaron todo el
norte del Yemen y tomaron su capital, Saná. Arabia Saudí los vio con temor y
pensó que estaba naciendo un germen satélite de Irán….
Ahora la intolerancia de ambas
partes, unos porque se justifican en el ataque y los otros porque ven cómo sus
pérdidas al tener que dar la vuelta por el Cabo de Buena Esperanza en el sur de
África se eleva a cantidades insospechadas están a punto de generar un
conflicto de consecuencias insospechadas. Que Dios, el Dios de todos, se apiade
de nosotros; de los hombres podemos esperan poco, muy poco.
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