martes, 30 de abril de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Álora, joya del bosque mediterráneo


             


      Encina. Fuente de la Zorra.

                                                                                            

30 de abril, martes. Revienta la primavera. El campo, precioso; se va abril. Álora forma parte del medio mediterráneo. Las altas temperaturas del verano y la falta de agua conlleva la presencia de plantas xerófilas. Son plantas que endurecen sus tallos y hojas formando una vegetación conocida como bosque esclerófilo. La presencia de diferentes minerales, la variedad litológica y el propio clima confieren al paisaje matices únicos y diferenciadores. Se observa en la vegetación de Sierra de Aguas, de Las Lomilla o de los Lagares.

El bosque mediterráneo tiene la hoja pequeña.  Soporta las pérdidas de agua por evaporación y transpiración. Sus árboles y arbustos no pierden la hoja. Mantienen su color verde. Se llaman perennifolios.

La encina (Quercus quercus) se adapta a cualquier tipo de suelo. Resiste el frío, el calor, y la escasez de lluvias. En Álora existen pequeños bosquejos de encinas entre la Fuente de la Zorra y el Convento de Flores; en umbrías y zonas quebradas en del Tajo Galupe, Camino de los Moros, la Zurriaga, monte del Cerro del Cura, el Churrete y el Chaparral. Su poco valor comercial y el lento crecimiento la ha colocado en recesión. Durante años, su madera se utilizó como combustible, o como materia prima en aperos –garganta del arado romano- de labranza.

No existe en el término municipal de Álora bosques de alcornoques (Quercus suber). Hay uno cerca de Santi Petri. Pertenece al término de Almogía. Son, más exigentes en benignidad de clima, piden pluviometría más elevada, en torno a los 600 litros anuales y una composición de suelos siléceos.

La presencia del algarrobo (Ceratonia siliqua) confirma una situación carente de heladas a las que es sensible, suelos de buen drenaje y una buena orientación. Pueden alcanzar entre ocho y los quince metros de altura. Existen ejemplares de gran porte en el hoyo de la Herradura, en el Escondrijo, partido de Arroyo de los Chinos y Flores.

El acebuche (Olea europea sylvestris) se cría silvestre. Aparece, aislado, en el monte del Cerro del Cura, Cerro de la Fiscala y el Hacho. Su fruto pequeño, despreciable para el consumo humano, se aprovecha para el ganado cabrío. Ha servido como portainjertos para el olivar existente en amplios términos de los Lagares.

Sin ánimo de agotar, de entre todo el repertorio que puebla el boque mediterráneo están, también, los madroños (Arbutus unedo), en el hoyo de Perea, junto a la cañada del Cerro del Cura, en la ladera occidental del monte de igual nombre, y lentiscos (Pistacia lentiscos) en las proximidades al Cerro de la Fiscala, y que dan nombre al cortijo de los ‘Lantiscares’.


 

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