19 de abril, viernes. Dentro
de unos días se cumplen 545 años de la muerte de Jorge Manrique el 24 de abril
de 1479, frente al castillo de Garcimuñoz (Cuenca), uno de los poetas más
grandes de la literatura española
Hay contradicción con el lugar de nacimiento.
Según unos, en Paredes de Navas (Palencia). Según otros, en Segura de la Sierra
(Jaén). Su padre Rodrigo Manrique era un altísimo poder de la Orden de Santiago
y propietario de Paredes. Hay algo más. También era frontero mayor del Señorío
de Segura con residencia en Segura de la Sierra; su madre, Mencía de Figueroa,
prima del marqués de Santillana, natural de Beas de Segura. Ustedes, mismos.
Jorge Manrique pasó a la historia de la
literatura, por un poema: Coplas por la muerte de su padre. El poema,
con cuarenta coplas de pie quebrado dice tanto, a pesar de que él muere con
treinta y nueve años, que casi pone el punto final. Divide a la vida en tres
partes: la humana y mortal, la de la fama y la eterna que no tiene fin.
Compara la vida con los ríos: “Nuestras vidas
son los ríos / que van a dar en la mar, / que es morir…” Lo clavó. Cuando
uno ve de cerca el dolor de los demás, en esa lucha sórdida, a brazo partido
por la supervivencia, apoyados en esos ángeles de los que desconocemos sus
nombres, pero son unos remeros excepcionales, uno, les digo, entiende mejor, a
Jorge Manrique y a otras muchas cosas…
Mi amiga Pilar ha puesto esta mañana una foto
excepcional. Es el río, el gran río nuestro, el Río Grande, el de siempre. Ese
que nace entre Pozo y Cazorla, cerca de Segura de la Sierra ¿pensaría Jorge
Manrique en él cuando escribió lo que nos dejó dicho en las cuarenta coplas de
pie quebrado? El Guadalquivir que pasa por Coria y por la Puebla (ella dice que
lleva magia; yo, lo digo también), se abre paso por la bruma matinal; enfrente,
como cada día nace la luz. Un bosque de vegetación de ribera se asoma a ver cómo
va el agua camino de Sanlúcar…
Me acuerdo, ahora, de aquella canción de Romero
Sanjuan que nos decía que pasa la vida. Y nos hablaba de amor y desengaños, de
tiempo perdido, de cariños que fueron, de una corriente que todo, poco a poco,
con la lentitud que lleva el río en la foto de esta mañana lo va llevando al
mar… que es el morir.
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