martes, 2 de abril de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mañanita de abril

 


3 de abril, miércoles. No sé si estas son las mañanitas que dicen que cantaba el rey David.

A mí se me antoja abril como esas imágenes donde se para el tiempo por un momento. Verán. Un muchacho vestido de luces se arrodilla, solo, ante la puerta de chiqueros. Suenan clarines. El torilero descorre el cerrojo. Huy un silencio expectante en la plaza. Y de pronto, aparece, desde la oscuridad, el toro. Y surge un clamor. Se rompe el aire….

Abril es algo así. De pronto la mañana aparta la oscuridad de la noche. Apareció, primero, como un resplandor tenue en el horizonte. Luego, fue a más y entonces comenzó a romper el campo, como solo sabe hacerlo, como solo puede hacerlo el campo cuando la mano de Dios dice: “ahí os dejo eso”.

Y comenzó la sinfonía de pájaros en el río. Los álamos blancos ya están vestidos de hojas nuevas. Rebrotan los granados y los ciruelos. Están con hojas nuevas las higueras y las moreras. Tienen un manto de esperanza los almeces…. Es abril. Hay florecillas en los bordes del camino. En un charco recogen semicorcheas de barro las golondrinas y se las llevan para hacer el nido en las vigas del cobertizo. ¡Es abril!...

Rafael de León nos contó lo de la niña de Peñaflor y el mocito moreno y lo de lo de los cuarenta de ella y los veintidós de él, y la mantilla y… ¡Era abril!

Me acuerdo, también, de los versos Juan Ramón que hablaban del chamariz en el chopo y del cielo azul en el agua y “la hojita nueva en la rosa. ¿Y qué más? / La rosa en mi corazón. / ¿Y qué más? / ¡Mi corazón en el tuyo¡!”

Es abril…

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