domingo, 29 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tiempo de vendimia

                                  

Están las cepas ahítas de néctar y miel. Néctar de oro encerrado en uvas ovaladas, -pequeñas perlas de ámbar- que chorrean miel. Acuden - golosos ellos - los tabarros. No quieren perderse el festín. Es gloria bendita en este septiembre que hoy se nos muere dulcemente.

Mengua ya la última luna del verano y por las noches refresca. La brisa de la mañana es una loción de dulzura para la cara. Mece las ramas, altas, inalcanzables - por su altura -  de las palmeras de la avenida y ha traído nubes que han dejado un refrescón. En los paseros la uva aguarda. El sol, camino de ser dorado, convertirá esos granos en arrugas de azúcar y ensueño.

Parece que han recuperado una joya de antaño. La uva moscatel de Málaga llega otra vez a la mesa. La echaron por mor de las pepitas y su puesto lo ocupó la moscatel de Corinto. Dicen que compite - la de Corinto - con la moscatel italiana y con otras del Vinalopó.  En invierno traen, de más lejos,  de… Chile.

No es chauvinismo. Hay que subir por tierras de Iznate, Benaque, Macharaviaya, Comares, El Borge, Archez, las Canillas, - la de Albaida y la de Aceituno- o irse hasta Manilva a donde llegan las brisas cargadas de sal que vienen del Estrecho y de más allá, donde la mar océana se hace grande y más grande.

Esencia y poesía. Se derraman a chorros. Le hablaba a Neruda, cuando llegó,  el río de Florencia… Me hablan, estas uvas – “golpes de luz en la historia - de tierras de lagares, de saberes viejos al amparo de sus cepas. Música de Vivaldi y sabor de verdiales: ‘Todos le cantan a todas / y a ti no te canta nadie/ siendo tú el mejor racimo / de la parra de tu calle”.


La uva que no vaya al pasero irá a la tolva y de allí a la mortura y de allí a vino. “Lázaro, - le dice el ciego después de atizarle con el jarrillo- lo que te enfermó te cura y da salud”. No hay que llegar a tanto. Me quedo con el diálogo de los compadres: “Fíjate, si será buena el agua… que la bendicen”, “Pues anda –dice el otro- que el vino que lo consagran”… Y es, moscatel, y de Málaga. Ahí queda eso.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Puente

Dice el diccionario que puente es la construcción que se hace sobre un río para poder pasarlo… Dice el pueblo llano que un puente es la solución a la necesidad de pasar de una a otra orilla. Podemos poner más, muchas definiciones. No hacen falta.

Hoy ha hecho un año en que en aquella mañana a Dios parece que se le fue la mano. Llovió. Llovió más de la cuenta y el río no tuvo capacidad para desaguar todo lo que venía por su cauce. Ni él pudo, ni los que tenían que ayudarle lo habían hecho. Cosas que pasan y heridas abiertas que son muy difíciles cerrarlas después.

Gestiones, palabras, promesas, incumplimientos, miradas para otro lado, hipocresías… No es momento de poner nombres y apellidos. Las otras tardes, un grupo de personas con más voluntad que capacidad se echaron a la carretera. Pedían la reposición del puente. Como respuesta les mandaron a la Guardia Civil y a la Policía Local… “porque la manifestación no estaba autorizada”

¡Gran problema, si señor! El trámite del papel porque no había llegado a tiempo… la petición. Delante toda la Corporación, junto a la Asociación de Vecinos, que convocaba. Detrás el pueblo de a pie,  a pie. Pide un paso. Sólo un paso. Ni artístico, ni caro, ni sofisticado. Sólo uno que acerque una orilla a la otra.

A los puentes echó siempre mano la literatura: “paso ríos paso puentes / siempre te encuentro lavando / con el agua te diviertes / y a mi me estas olvidando”… Don Antonio Machado vió como: “Bajo los ojos del puente / pasaba el agua sombría (…); para Juan Ramón: “El dormir es como un puente / que va del hoy al mañana. / Por debajo, como un sueño, /  pasa el agua, pasa el alma”.


Cantaba María Dolores Pradera a las barandillas del puente que “se menean cuando pasas”… Cantaba, Neruda, a los puentes de Praga sobre el Moldava… Qué bonito sería, el día que se inaugure - porque tenemos que conseguirlo -  poner, en una cerámica, los versos de Pablo: “Y pasa el río / bajo los nuevos puentes / cantando con la historia / palabras puras / que llenarán la tierra”. Amén.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Un equipo con Barbeito y, Fernando de portero

          
Como todos los meses, -semana más, semana menos- esta vez el turno tocó en Agustín (Avenida Moliére, 25) donde la brisa del charco azul que llamamos Mediterráneo se salta el rebalaje y trae, como en la copla de cuando éramos jóvenes, ‘sapore di sale’…

Eduardo Rueda, que se las pinta para estas cosas, apostilló: hoy nos juntamos un equipo de categoría y con un gran portero: Fernando. Y el equipo, además, se ha reforzado, ¡y de qué manera…! con Antonio García Barbeito. Se trae Antonio ese bagaje de hombre sabio de campo; esa chispa electrizante y oportuna; la gracia que Dios le ha dado y ese saber precisar que, únicamente tiene, la gente que ha vivido mucho.

El maestro Barbeito juega con la palabra con la dulzura de quien acuna un niño pequeño y le canta una nana. Lleva la anécdota de la mano. La acaricia como quien lo hace con el terciopelo perfumado de una rosa de abril. Dice, da juego, abre a las bandas. Todo con la normalidad de quien siéndolo no se da importancia; de quien “trae la atmósfera del campo en los bolsillos” que decía él…

La primera vez que lo vi, subía las escalerillas de la Plaza del Médico Zamudio y me dijo, “yo vengo de Antonio García” y le contesté que aunque no quieras, el Barbeito, lo llevas puesto. Fernando - les unen amores sevillistas, a ambos dos, se ve que eso de la perfección…- lo conoce desde hace años; yo, desde hace menos, pero cuando un equipo se refuerza, así en la portería y en el centro del campo… No hay Muñiz que desbarate esto…

Está con nosotros, en su silencio, nuestro Paco - Paco Rengel -. Félix Rivadulla y  él decidieron hace casi veinte años que, cada mes, un grupo de amigos nos reuniríamos a hablar de nuestras cosas. Y, así, lo hacemos. A fuer de sinceros desde que Paco tomó el tren del alba, nos falta…¡Ay, Dios, cuántas preguntas sin respuesta!


Han vuelto los carbonerillos para pasar el invierno. Ayer tarde, con el sol escondido  en un cielo de telarañas, cantaban en la jerriza de la Fuente de la Zorra. Anunciaban que viene agua. La melancolía sólo se enmascara cuando se conjunta un gran equipo y, si además, tiene a Fernando de portero…

jueves, 26 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Donantes

                                                         A mi amigo Joan Mas i Adrover; a todos los que luchan por ganar la batalla; a las familias que están detrás…


Se presenta y no avisa. Entra y no llama. Llega y se cuela y, desde ese momento comienza la zozobra, el miedo, la lucha a brazo partido y, por supuesto, la esperanza. Miles de personas heridas por la cuchillada de la navaja cachicuerna. Miles de familias con un ¡ay! que se escapa de dentro y no se sabe a donde llega…

Es una tormenta oscura, es un túnel largo, es el camino al que, difícilmente, se le ve la punta. Pero la tiene. Uno no sabe de leucocitos, hematíes ni trombocitos. Uno no sabe de habitaciones esterilizadas a las que se entra con mascarilla. Ni de aislamientos de meses en soledad. Uno, sí sabe que hay cientos, miles de personas que luchan con todas sus fuerzas para ganar la batalla. Y la ganan.

Pero hay algo más. Hay personas anónimas. Pueden que anden entre los 15 y los 55 años. No se les pide más que dos cosas. Que estén sanas de cuerpo y de alma. Lo primero no necesitas explicación. ¿Lo segundo? Lo segundo tiene un nombre: generosidad.

 Uno ni es médico, ni sanitario ni nada que se le parezca. Lee y se entera que para la donación de médula ósea valen esos parámetro de edad… ¿Para otras donaciones…? Pues, a lo mejor, lo más sensato es acercarse a donde puedan informarle y… Ya se sabe, lo que viene después, quien mucho da…

Si hay muchos que luchan, hay más, muchos más que aportan con su donación a que esa lucha se corone con la victoria final. Se dona médula, sangre, órganos… Se dona, lo más importante, lo más sublime que existe: Se dona vida.


Si Dios es Luz, la donación es parte de ese Dios que corre por cuerpos de otros: a modo de entrega de solidaridad, de sentir que la mano en el hombro de un que sufre es el mejor de los bálsamos porque en el decir de don Antonio Machado: “Son buenas gentes que viven, / laboran, pasan y sueñan…” Y, además, dan vida. 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los niños del hambre

                                           
“En la cuna del hambre / mi niño estaba. / Con sangre de cebolla se amamantaba…” Escribió un día lejano Miguel Hernández. Aquellos niños de “la jhambre” (dicen que en femenino y con j “h” aspirada, es más grande) lampaban por un mendrugo de pan. ¿Con un chorreón de aceite? Entonces casi pata negra.

Los padres de los niños –sus madres todas, por una u otra cosa, estaban  vestidas de luto- soñaban con otros tiempos. Con menos represión, más comida y mejor vida para todos. Chicos y grandes. Soñaban con despertar de la pesadilla. Todo en silencio.

Los niños del hambre de los suburbios de La Paz, de Lima o de las Chavelas de Río, hurgan en los basureros, en la miseria de la miseria. Algunos, sueñan con una cosa redonda que se llama balón y, que los saque de allí.

Los niños del hambre de África tienen tres salidas: saltar una valla de ciudades lejanas que se llaman Ceuta o Melilla, apuntarse como terroristas a un banderín de enganche que lleva… a la muerte o morir, pero morir de hambre.

Veo fotos de niños que abren las carnes. La indiferencia de países ricos es una temeridad. Kenia, Somalia, Mali o Níger están muy lejos…No quieren saber que a la arena del desierto la mueve el viento. La arena nunca está  - no puede estar –quieta.

Aquellos padres soñaban con que sus hijos comiesen caliente. No pensaron en los comedores de Caritas, ni  que volverían otras  bolsas de miseria  como aquellas que entonces decían que estaban en el Pozo del Tío Raimundo o en el Bulto. No pensaron ni en La Cañada – la de Marbella, no, la otra- ni en los Asperones, ni en la Palmilla de hoy.

Los niños del hambre despiertan –  hay síntomas, que se mueven-. A algunos se les puede quitar la memez de pedir la doble nacionalidad, o de seguir creyendo que la teta – la de la vaca, claro- no se acaba. Y ellos, aunque cambien de chaqueta, no podrán ocultar su culpa.


A estos no los quiero. Me quedo con lo del Maestro Juan Ramón: “Platero, no sé si entenderás o no lo que te digo, pero ese niño tiene en su mano mi alma”. Ese, y todos los niños del mundo con harapos…

martes, 24 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Huerta

La huerta, en estos días primeros en que dicen que estamos en otoño tiene, todavía, la hoja de verano. Espera, como quien desea algo que tiene que venir y no llega, la lluvia. Ya no valen los riegos a pie, ni los modernos y localizados del goteo. Pide y quiere la lluvia del cielo.

Viene - la lluvia- meteorizada con bendición. Es buena para la aceituna que,  ‘bebe por la hoja’ y con el refrescón cambia de cara; es buena para los veneros: se cargan y se reponen; es buena para la otoñada. Vestirá las lomas de esperanza.

Dice el refrán que ‘la huerta por la mañana;  la novia, por la tarde’ La sabiduría popular lo cuadra. Con el alba la naturaleza todo se despierta. Llega la brisa y, al rato, el sol en lo alto y los pájaros, a lo suyo. Se arranca el campo y la vida es un rosario de sensaciones. ¿Hay algo más bonito, que una novia, ‘arreglada’ por la tarde?

La huerta es vida. Es trabajo continuo y sueños. Siempre sueña el hombre del campo. Flor de azahar; fruto de mayo, aguaceros primaverales, calor de verano, lluvia de otoño y  rocío mañanero de invierno. El ciclo viene y va… Y se van aquellos que, como evocaba Juan Ramón,  amaron a su tierra. ¿Por qué lugar de la huerta, por cuál estarán nostálgicos?

Doblan sus ramas los membrillos con el peso: piden perol y azúcar; se asoma, entre el ramaje verde, la granada madura. Las higueras cobijan pájaros golosos que buscan los higos de las alturas, como reclamos, los higos más altos a lo  que no se alcanza desde el suelo.


Ha bajado una banda de garcetas bueyeras. Pernoctan en los álamos del río y, entre dos luces, apuran los rayos de sol antes que suban las sombras. Se hace el silencio, la huerta vuelve hoja de calendario y espera a mañana, cuando venga el nuevo día. 

lunes, 23 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tierra de moriscos


Dice el diccionario que moriscos eran aquellos que, una vez pasado su territorio a posesión de Castilla, quedaron viviendo en su lugar. Conservaron, al principio, lengua, costumbres y creencias. Luego. ¿Luego? Intolerancia y guerra y, al final, o reniego o expulsión.

Casarabonela es una pincelada blanca colgada en la altura; un pespunte de cal en la enaguas de la sierra caliza. Pinares arriba; campiña, olivos y huertos de frutales. Mirtos, agua que corre oculta y misterio. Casarabonela guarda esencia de raíz morisca. Cal, embrujo y ensueño…

Mi primer recuerdo de Casarabonela se va a un atardecer de hace muchos años. El día metido en agua, entre dos luces se levantaba la niebla y flotaba el pueblo, cuando todavía no llega la noche y no se ha ido el día… Era una luz única, sobrecogedora. Algo que sólo se ve una vez y, al repetirla, ya no es igual.

Después… Escapadas. La última con el Maestro Leonardo Fernández. Buscaba el misterio de la cal blanca para llevarlo a sus lienzos. Comimos junto al Arco de Cristo. Corría la fuente. Era ese tiempo en que los jazmines aún no han abierto y por entre la tapias se subía el olor de madreselvas y celindos.

Han celebrado un remedo de otros tiempos (por la Inmaculada lo hacen con los Rondeles) y ahora con vivencias de moriscos, cristianos e inquisición. ¿El tiempo? Siglo XVI. Trescientos vecinos, - vecino más, vecino menos -, se han llevado a la calle, trajes, costumbres, música… de aquel tiempo.

Los pueblos agudizan el ingenio. Rebuscan en las alforjas del recuerdo y escenifican su pasado. Se han vestido sus plazas y sus calles, entre resuello y resuello, de mantos y almalafas blancas orladas en oro, capas azules, alpargatas… ; y ropaje de jaquetas y calzas; lanceros de capas rojas y picas…


Puesto a pedir añoro los ojos que sé que me miran, cuando subo por sus calles, desde de detrás de la ventana;  las notas de la mandora, del laúd, del rabel…el andar por entre el chachareo de las sombras. Habla el silencio. A Casarabonela - como a otros pueblos que yo me sé - hay que verlo desde dentro.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Chocolate con churros

Ha abierto un día azul y limpio. Ni una nube. Ni un asomo de cielo entelarañado. Parece que el verano se encuentra a gusto. Dice el calendario que está de ‘ocupa’ y no quiere irse. Traspillado el campo; el agua no llega y el aire que tiene que traer nubes y con ellas la bendición está echado y no quiere moverse.

Se mueven otras cosas. La radio informa que llegan no se cuántos magrebíes a las costas de Almería. Huyen, sencillamente, del hambre. Buscan lo que creen que van a encontrar y no lo hallan. En las costas esperaban hombres de uniformes. Hombres, como ellos, que tiene que realizar una labor ingrata: recogerlos y reeviarlos.

Está el Mediterráneo lleno de tumbas bajo una superficie de plata. El mar de Ulises, el mar de fenicios y civilizaciones es una trampa mortal. Bueno, el mar no tiene la culpa. Si hay que buscar un culpable… Se encuentran muchos padres: injusticia, insolidaridad y, sobre todo hambre.

Dice el Papa Francisco que sin trabajo no hay dignidad. Francisco, dice la verdad del Evangelio – el suyo- y el de todos. A Francisco se le hace poco caso. Vamos, casi ninguno. Francisco parece que predica en un desierto de sordos.

La sociedad de dinero y hedonismo no caza bien con la doctrina del ‘poverello de Asís” ni del loco de Judea que comía con ‘publicanos  y pecadores’. Como tigres fieros queremos sangre. ¿La sangre de los que vienen en pateras? Sí, pero con disimulo. No sea que se vea mucho el plumero.

Mi amigo Gabriel ha colgado una foto: unas tazas de chocolate caliente y churros. Muchos habrán desayunado eso u otra cosa. Pienso también en quienes se habrán desayunado con la ilusión de que las sombras de la noche sean su aliada para cruzar el mar azul y de plata.


Creen que vienen a donde dicen que la gente se enamora, es feliz, derrocha, compra, y hasta come todo lo que quiere y cuando quiere. Es de justicia que para ellos, también, haya un desayuno de chocolate con churros.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Furri

Salía de La Rosaleda. El Málaga había dejado al Rayo - Rayo Vallecano - en amago de relámpago. Lo barrió, lo borró del campo, le hizo un encaje de bolillos o un traje a medida…Muchos goles. Cinco goles en los tiempos que corren son demasiados goles.

Por la calle dos señoras mayores, muy mayores, hablan entre ellas. Un arrastra  un carrito, de los de la compra. Por la hora y por el día, no sé que lleva dentro.  ¿El Málaga ha ganado? Pregunta una. Sí - responde la otra- es que los que han venido son muy furris…

Furrui, muy furri es la que tenemos encima y, ahora, el Rey de nuevo al quirófano y la Casa Real que hasta hace nada era bastión de firmeza… Con sólo ver las caras de los que salieron en la rueda de prensa, a uno se le abren las carnes…

Muy furri es ver a dos miembros, altos miembros, de la cúpula policial diciendo lo que le han dicho a su Señoría. Salvan la cara de otros más furris tan furris como  ellos, pero ¡ay!  se las buscan al amparo de aforamientos y  poca vergüenza.

Un presunto delincuente - entre rejas - tiene en entredicho al presidente que jura o promete guardar la Constitución y esas cosas que quedan tan bonitas en salones esplendidos en decoración y presencias.

Muy furri es el de cara inadjetivable. Tiene en jaque a un montón de españoles. ¿Quiere más dinero? (‘Poderos caballero es don dinero, escribió Quevedo).Y, ¿si me dais la independencia, dicen que se pregunta, a quién puñetas jodo yo?

Furri es encuesta  que recoge como peor valorados de la jerarquía en la iglesia católica a los obispos. El Papa Francisco pide pastores que huelan a ovejas. El Papa Francisco o no conoce la viña o será que la conoce demasiado bien.


Furris, muy furris pueden ser los tiempos que nos tocan vivir. Menos mal que vendrá el otoño de nieblas mañanera, de oros viejos en las hojas que caen, de agua calaera o de viento ululando en los tejados. Son las únicas armas que nos dejan para luchar contra tanto furri en la calle, en el telediario, en el periódico de cada mañana.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Doble

Frasquito ‘Bigote’ – Francisco Cid – era bajito y rehechete. Tenía más de Sancho que de Quijote y en su quehacer diario nunca tuvo un mal gesto. Como en los verso de don Antonio Machado, fue parte de ese ejército de gente buena que no conoce “la prisa ni en los días de fiesta”.

Entró Frasquito a trabajar en la RENFE cuando dejó de ser componente de los Ferrocarriles Andaluces. De oficio: fogonero. Atizaba la caldera con carbón mineral. El agua debía tener la temperatura idónea para que el vapor hiciese lo que tenía que hacer…Ya se sabe.

Progresó Frasquito y ascendió a maquinista. Primero se las anduvo en la línea, Manzanares-Puertollano. ‘He andado muchos caminos’, podría haber dicho como don Antonio, pero Frasquito no conocía al poeta. Sí conocía bien donde quiera que había una banda de perdigones. Frasquito, paraba el mercancías y, tras la carrera… al seno todos los que eran menos espabilados.

Vino después a reforzar, con ‘la doble’ las subidas de mercancías. Cargaban los trenes en esas horas de la tarde que van del almuerzo a la merienda, bultos y pañiles de productos de la huerta en Cártama. Venían de Alhaurín, la Alquería, Doñana, Coín, Monda… El tren maniobraba para acercar los vagones al muelle y entre tanto le daba pasos a los correos - porque había dos correos que venían uno de Madrid; el otro de Sevilla - que se sabía cuando habían salido pero nunca cuando llegaban.

La siguiente parada en Álora y, ahí, se le enganchaba ‘la doble’ en cola que empujaba porque había que subir la Cuesta del Cajero, traspasar la cordillera y alcanzar las llanuras intrabéticas. Probablemente Frasquito tampoco sabría mucho de geografía ni de pendientes de nivel pero sí donde había la mejor higueras de ‘pedreses’ en sazón, las mejores ‘cajeles’ o las granadas a punto de reventar de pura madurez.  Se repetía la operación.


Frasquito, cuando llegaba a Bobadilla tenía que entregar, al factor de circulación, el parte de las posibles incidencias que, imponderablemente, siempre surgían en el trayecto. Un día batió el récord: “Lleguemos tarde, - se justificaba - por un fuerte pataleteo de la máquina en los sifones del Tomatero y la máquina hacía: fun, fun, fun…” Genial, Frasquito, genial.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Una hoja del cuaderno de bitácora. Pero aquí no llega el mar

        

Los castaños de India del Retiro sacan ya del ropero la ropa de otoño. Se visten con parsimonia; para luego piden turno las acacias y los plátanos orientales… Por el cielo azul y limpio se descuelgan, desde el Guadarrama, girones de nubes velazqueñas. Hace una mañana de luz y calor.

Bulle la gente. Por el barrio de las Letras suben grupos de excursionistas. Un guía, plano en mano, marca el camino. Le siguen. Van hacia la casa donde dicen que vivió Lope de Vega. Un mercadillo de viejo llena la calle de Cervantes. Se respira literatura y citas de autores marcadas en letras de metal sobre las losas del suelo.

Quevedo sale al encuentro desde el rótulo en la esquina de la calle a la que da nombre, y en una pintura –muy buena- en el testero de un establecimiento. En la cerámica del frontispicio, anuncia: ‘Venta El Buscón’ y, así suma y sigue.

Habla –es una manera de decir- Galdós de la iglesia de San Sebastián, donde enterraron a Lope y dice que tiene dos caras. Una se asoma al barrio de pueblo pobre; la otra, al público comercial y de pelaje distinto que entonces - cuando lo escribía don Benito - vivía en la Plaza del Ángel.

En esta iglesia de San Sebastián fue cura propio don Pedro Díaz de Castro, Doctor en Teología por Alcalá y cura adscrito al Arzobispado de Toledo… Costeó el retablo -quemado cuando los tiempos del odio - de la capilla de la Virgen del Rosario. Había nacido en Álora, en la segunda mitad del XVII; murió en Madrid en 1737.

En la plaza de Santa Ana, Calderón y Lorca - uno a cada  extremo - miran hacia el Teatro Español; en las terrazas la gente deja que pase el tiempo. Viene bien la cerveza fría. Picotean las palomas en un suelo de arena fina. Los mosaicos de Villa-Rosa (por las noches acoge el embrujo del flamenco) pregonan bellezas de Andalucía.

En  ‘La Celestina’ Príncipe 17 (librería de viejo). … pregunto, cojo algo, compro…Me intereso por … Nos emplazamos para la próxima visita. De don Luis de Góngora, en el suelo de la calle, han dejado para quien quiera leerlo un fragmento del ‘Ande yo caliente’ y el La Fontana de Oro evocan a don Benito…


El vermú de Lhardy, los callos de Casa Alberto en la calle Huertas, el bacalao de Labra en la de Tetuán, el picoteo del azar, pero ¿lo mejor? Lo mejor, el rato con mi amigo Antonio Javier. Alumno de Los Llanos, Perote con mayúscula y, Jefe de la página Web de la COPE. Hablamos

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Por la mar de los recuerdos

Por la mar de los recuerdos navega el olvido.  Echa la persiana el Orellana. Estaba en Moreno Monroy,  a la izquierda, conforme se va a esa calle por donde no tiene pasaporte el sol. En Málaga tiene nombre propio: calle Fresca. ¡Ay!, Málaga, ciudad de contraste – y de otras cosas – en ella viven, ahora, los curas y, antiguamente, en la de Beatas, las mujeres que hacía favores.

El Orellana se une a la lista. Larga, demasiado larga, -a lo mejor es que uno va para viejo- de los bares anclados en las aguas no siempre tranquilas del recuerdo. Se los ha llevado, sin ningún gorigori, el silencio.

Antes cruzó la barra del puerto, la Buena Sombra. Tenía la  mejor colección de caricaturas de la calle Sánchez Pastor (que era donde estaba). Ilusión de tarde de domingo. La radio anunciaba: Indautxu (se escribía de otra manera) 2; Málaga 0. Un vino dulce y, de tapa, ensaladilla . No daba para más el presupuesto.

El Boquerón de Plata, se alineó en la saga  de los vinieron después. El tiempo –  ese que corre tanto que si le echamos manos, ya se ha ido - se encargó de aparcarlo. Y a los ‘Quitapenas’ y a ‘Las Campanas’ de ‘pedros y pajaretes’…

Por la Mar Chica desfilaba la gente de afición –y podían pagarla- a la gamba. Eran tan buenas como las que se sirven en calle Comisario. Cuestión de gustos y… de monedero. Entonces, a no tener ‘presupuesto’ -como ahora- se le llamaba estar tieso.

El Pombo, en Santa Lucía, era una sucursal de la Alhambra. Un capricho de adolescente que se vino a buscar las brisas de la playa… Sus techos de fantasía se nos hacían hermosos, sugerentes, como con más misterio.


Casa Catalina y  Carlos eran lo mejor de calle Cuarteles. Pulpos, calamares, cazón… A eso le llamaba arte para freír el pescado. La gente iba al tren. De la mar, cercana  cuando pasaba el rebalaje de San Andrés venía otra Málaga que faenaba para evitar el naufragio… 

martes, 17 de septiembre de 2013

Una hoja suelta de cuaderno de bitácora. Retorno

Amaga la tormenta con nubes de algodón blanco – pero nubes como algodón de feria – que, luego, si se vuelven plomizas y negras... Caen goterones gordos, como las noticias de los telediarios. Hay una diferencia. Los goterones se nos vienen encima cuando ellos quieren y, los otros – los telediarios-  están programados. Vamos, a horas exactas. Como el calendario escolar…

Me dice mi amigo Juan que ha acompañado a su gente menuda al colegio. A media mañana su nieto - al que ya preparan para que sea un hombre de provecho - se hartó de las cuatro paredes, de esos pupitres pequeñitos, donde los sientan como moscas diminutas y revoltosas. Se cansó de la moqueta del suelo… Su ‘seño’ lo llevó, a otra clase. Su ‘seño’ no se había enterado que, a donde quería irse, de verdad, era con su madre.

Vuelven, siempre,  como por primavera las golondrinas; como retornan las cigüeñas - al menos eso escribió don Antonio Machado - a los campanarios; como las uvas maduras que piden vendimia y  los membrillos dorados un perol de cobre y azúcar, mucho azúcar, para hacer un dulce exquisito, delicia de golosos. Se cumplen las fechas. Y, por septiembre, siempre, por septiembre, los niños al colegio.

Tienen un tirón largo. Navidad vendrá con frío mañanero y árboles de esqueletos esperpénticos. Está muy lejos. Entonces tendrán un respirillo. A eso ¿qué nombre le ponemos? Han estrenado mochilas, lapiceros, les habrán pedido no sé cuantos paquetes de folios, plastilinas… Decía un teórico de la educación que el mejor maestro es el que más se mancha las manos de tiza. Claro eso era antes, tan antes, que algunos ni se han enterado de eso.


Llantos a las puertas de lo centros. Se aferraban a los cuellos de sus madres antes de traspasar los dominios del bedel. Ningún pajarillo pide, por voluntad, entrar en la jaula. Ni les gusta ese nuevo mundo que descubren, ni los adultos le pintamos otro mejor para  ‘cuando sean hombres de provecho’. No lo quieren. Ni lo de ahora, ni lo que se les vendrá, luego.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y... vino el tren

Y, vino el tren con puntualidad de hoy y sabor de antes. Asomó a las doce por la boca del túnel –el primero de la larga lista que siguen vía arriba por el trazado- , una unidad moderna. Autoridades y gente vestida de época. “Cuando venga el tren –decía con la camisa empapada y voz ronca, el Jefe de Estación- todo el mundo detrás de la raya amarilla y, los niños, de la mano”.

No venía arrastrado por una vieja cuatro mil que embadurnaba los cielos; no venían los vagones de madera con asiento corrido. Eso era de otro tiempo, pero llego. Se echó hacia atrás el gentío. El andén estaba lleno; el calor de la mañana ponía un acento de un verano que no quiere irse. Hace ciento cincuenta años que vino  el primer tren. ¿Sería una mañana como ésta?  ¿Quién lo sabe?

Supuso, entonces, una revolución en las comunicaciones. Algo impensable. Trabajo y progreso. Gente que iba y venía. Acercamiento de ciudades lejanas. Otras formas de vida y un aire nuevo que renovaba algo viciado y añejo. Ya no habría que ir a Málaga en una carreta…

Una burguesía de fuera puso el capital o sea, el ‘parné’. Dicen los papeles viejos que el 14 de septiembre de 1852 se le adjudica a Martín Larios la construcción del ferrocarril entre Málaga y Almodóvar…¿Coste? Un disparate: cuatro millones de reales por legua. Después, proyectos, modificaciones, ampliaciones de capital, ruinas para unos y enriquecimiento de otros… Lo de siempre…

Hasta cinco proyectos iniciales. El primero por El Chorro; luego, cuatro más. Curiosamente, el del El Chorro, el primero que se rechaza y… al final, el que se acepta. ¿Por qué? Cosas que no se explican…

La estación de Álora se construyó sobre terrenos de bujeo. Los riegos de las huertas cercanas les afectan. Reformas, modificaciones, nuevos proyectos que rectifican. Y, de ahí una historia, con luces y sombras, que llega hasta los ciento cincuenta años por ahora...


En el vestíbulo han montado – Marisa Segura, Ana Rosa Rivero, Sonia Ramos… y otros más, muchos más – una exposición magnífica, coqueta, entrañable. Fotos antiguas, textos de artículos (uno de mi amigo José María Hidalgo) y vitrinas con enseres de otros tiempos. No se la pierdan. Bajen y véanla. Merece la pena. El bicentenario, para algunos,  nos queda algo lejos…

domingo, 15 de septiembre de 2013

Una hoja suelta en el cuaderno de bitácora. Ella se ha ido

Era a media tarde de la víspera. El sol, antes de irse por el Monte Redondo, jugó un rato al escondite con nubes altas y frías. Ponían el cielo de telarañas. De pronto, por el aire, llega música de esquilones. Me asomo. La yunta, cansina, con parsimonia, tira de la carreta; delante, aguijada al hombro, el boyero. Al lado lleva un ayudante.

Suben con el ritmo acompasado con que marchan las carretas. Y uno - porque se lo pide el cuerpo- echa mano al recuerdo. Se refugia en Juan Ramón y en aquellas carretas que lloraban camino de Pueblo Nuevo. Venían de pinares y montes, y soñaban con establos que sabían a madre y a heno…

La Madre, Ella… Esta mañana la han retornado al convento. La subieron temprano en la carreta. La arropó la gente, cruzó despacio el pueblo –este viejo pueblo - y cuando pasó por mi calle, que ya no era una calle cualquiera, porque la llenaba Ella, la vi alejarse, despacio y me acordé de muchas cosas. Y, en los ojos…

No sé cuantas carrozas pasaron. Perdí la cuenta. Caballistas, niñas guapas… Caballos. “Los cascos de tu caballo / cuatro sollozos de plata” recogió Federico en el Zorongo. ¿Ves, ese tordo?, me dice mi hija, vale una fortuna. Palmean y cantan. Otros llevan música enlatada. Hay quien espera - chiringuitos que buscan unos eurillos - al sol de septiembre en la explanada del convento. Voluntarios y gente agolpada. Calor y más calor.

Se fue la gente de romería. Les ha acompañado el tiempo. Sol, caballos y polvareda seca. Por entre los olivos, algunos rayos de luz. Poca sombra, mucho gentío… Lo normal. El camarín es un chorreo. Se acercan, le cuentan sus cosas y Ella, madre de todos, calla, escucha y asiente.


Se fue, un año más, la Virgen de Flores…Yo subiré cualquier tarde de estas, entre dos luces, cuando jueguen las palomas a sueños imposibles en los  alféizares de la ventanas y, a solas, hablaremos de nuestras cosas. Porque tenemos mucho de que hablar y allí en el silencio, pues eso.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Marilina

Como las grandes esencias se vende en frasco pequeñito. Lleno de encanto; Marilina tiene gracia que está, aún, por estrenar. Y, además, no se la guarda: la regala ‘a quien con ella va’. Golpe oportuno, salida a punto, chispa…

A Marilina la tuve en clase hace ya… Era en el viejo caserón del Díaz-Lanzac. Se caía a chorros.  Yo debía pasar, entonces, por la fase de “Sancho, el Bravo”. Ya saben, (“Sancho, el Fuerte” y “Sancho, el bueno), vienen después. Decían que era así. Otros tiempos. Uno, en cambio, - como dice el Maestro Alcántara - enseñaba “a llevar palabra de a mano”.

Ahora,  se ha empicado -  Marilina - a  robarnos el alma con las fotos de su móvil. Hace suyo aquello de: “dígaselo con flores” Y digo si lo dice. Cuelga fotos de flores desconocidas; bellísimas, como ella tiene el alma. Sólo quien tiene el alma así capta esas cosas. Sus flores ponen el color que nos falta en esos días en los que, a uno, parece que se le cierran los puertos.

Moradas, violetas, amarillas, rojas, blancas…. Campanillas coquetonas, moradas de pasión;  discretos Don Diego que abren cuando llega a noche y regatean estrellas; colores rosas de delicadeza y belleza; jazmines voluptuosos llenos de encanto. Como la nana de colores de Diego Carrasco y Remedios Amanya: “rosa, verde, azul, canela y fuego”. Eso, todo eso y, más.


Sus flores, flores de la calle, de un parterre cualquiera, de una maceta cualquiera… las miramos todos; sólo, ella, las ve: el pacífico; la buganvilla que trepa; la flor de la hortaliza humilde; la que crece al borde del camino…, la rosa sublime y única. Como tú, Marilina. Gracias por traernos la flor de cada día.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Granadas

¡Oh luz de Dios!. Mecidas por la brisa en lo alto del granado, la única fruta coronada, espera los últimos días de septiembre para reventar en granos de pulpa dulces de almíbar y sensualidad. Hechizo arrancado del jardín del edén…

Dicen los que saben que la granada es muy rica en hierro, que la trajeron los moros de tierras lejanas y que en nuestra tierra - su cultivo -  ha pasado por momentos de esplendor, alternando con otros donde a su valor no se le tuvo un aprecio especial. Naturalmente, éstos nunca patearon la tierra de Eche, Amoradí o Albatera.

Se criaban lo granados junto a los cauces de aguas que llevaban las acequias para regar el campo. En primavera, pasado el esperpento desnudo del invierno, una mañana se ponían el ropaje de hojillas nuevas, y luego una flor diminuta con pétalos rojos y el dentelleo de la corona y, después fruto escondido que espera su tiempo.

La luna del verano le dio misterio de nocturnidad. Parece que el granado es confidente de amantes, árbol de guardar secretos, de espera en silencio y, cuando llega su tiempo da lo mejor de sí. Y entonces, se rompe en granos rubíes. Y es sensualidad, poesía, encanto, como el amor que al igual espera…


Al final del verano, los granados vestidos, encierran aún una sorpresa. Vendrá una tarde de lluvia de otoño. Entonces, se habrán vestido de oro viejo y, lentamente, de manera callada, dejarán alfombrado el suelo. ¡Oh, luz de Dios!

jueves, 12 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luz y biznagas

Por Moreno Monroy, -sí, esa calle estrecha, conforme se baja al mar, a mano izquierda-  se asoma, la catedral, a calle Larios. Se viste la torre con mantilla de sol que anuncia otoño y, desde la estatua del Marqués, ese señor tan reverente que se quita el sombrero ante tanta gente como pasa, viene un brisa ábrega y salada.

Pasa un biznaguero, luego otro; después, dos más. Las pencas van ahítas de ramos y, en las puntas, piropos blancos. Los jazmines son azahares tardíos que se quedaron por aquí para pasar el verano. Por el aire flota eso que sólo dejan  las biznagas cuando pasan los biznagueros.

Tocan las campanas de la catedral. ¿Llaman a Angelus? ¿ A misa de canónigo vespertino? Maestro Barbeito, me acuerdo de ti cuando dices que suenan a bronce las palabras. Pero, éstas no tocan a amor primero como aquellas de tu calle cuando eras un muchacho travieso.

Bulle la gente. La calle es un hormiguero. Charlan, pasean, hablan… Llenan los bancos de mármol que orillan lo que antes fueron aceras. Reclaman atención del que pasa los escaparates y el saltimbanqui  y los hombres de mímica que aguantan  y aguatan. Y uno que vende globos de colores y el músico que toca - aporrea- no sé qué instrumentos. Gente y  más gente.

Vivíamos la ilusión colectiva. ¿Se acuerdan? Aquello de ahora, sí. ¿Usted quiere  -le preguntaron a uno-que le den los Juegos a Madrid? Pues claro, respondió- ¿no voy a querer si la calle de Alcalá es la prolongación de la calle Larios…? Y ni se mudó de color, ni ná.


Entra la luz por las bocacalles. Es la luz de la tarde. La luz que anuncia otoño. Es la luz del sur. La sagrada luz del sur de la que hablaba Miguel Ángel Asturias. Esa luz que se sube a los mástiles de los barcos en el puerto, a las torres de los palacetes, a las espadañas de de las ermitas o como esta tarde, a la torre de la catedral que se une, y se asoma a la calle Larios.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El sistema hace aguas

Casi comenzaba la sesión de control -¿quien guarda la viña?-  al gobierno. Una gotera primero; catarata, después. Del techo del Palacio de la Cortes llovía. Llovía copiosamente. Suspende el Presidente y anuncia: el sistema hace aguas…Aclara apresuradamente: el sistema… eléctrico.

Comenzó la gotera hace muchos años. Se llamaba Juan y, de apellido, Guerra. Despacho ‘oficial’ en una de las torres de la Plaza de España de Sevilla. Sevilla tuvo que ser aunque sin lunita plateada. Mudéjar de Anibal González con generosidad. Azulejos y cerámica trianera… por fuera. Dentro, lugar de peaje y punto. Y a buen entendedor…

Siguieron otras goteras. Cabezas engominadas y trajes de marca. Media España emulaba a don Mario. Triunfaba. Arrasaba. Barría. La juventud no quería ser ni Messi, ni Ronaldo ni Bale. No habían llegado. La juventud quería ser Mario Conde.

Filesa, Matesa, Time Sport…Una señora que vestía abrigo de bisón y calzaba zapatillas… Aquello ya no eran goteras. Era lluvia calaera como la que se presenta cuando entran las borrascas por el Estrecho. España, el lugar donde uno se podía hacer más rápidamente rico; la política terreno abonado. Lo público viña sin amo. Y, a un escándalo sigue otro, tan grande, que lo anterior es un juego de párvulos en el recreo.

La lluvia se hizo diluvio y a un tal Naseiro le encuentran no sé que propiedades en Argentina - de donde han venido unos ‘malos’ aires, hace uno días - y lo niegan todo. Pero eso no era nada. Aún estaba por venir algo más. ¿Algo más?

Sí.  Uno con nombre de pueblo cántabro al que sus compañeros le dicen lo que algunos piensan en llamar a los de Cabra si no existiese el latín y pusiese las cosas en su sitio. El tal Bárcenas no ha robado más porque en su contra ha jugado el factor tiempo. Entre rejas tiene cogido por donde más duele al gobierno y a alguno que no está en el gobierno. Sí, es eso, eso y, algo más pero sólo se le puede llamar -¡qué pena!-  un presunto entre rejas.


La catarata ha roto los techos del Congreso. De la Sierra Morena bajaban ojitos negros… y navajas cachicuernas y manta en bandolera y alforjas colgadas al hombro. Ya no asaltan la diligencia de Carmona. ¿Para qué? Se lo llevan desde los despachos. Señor Presidente ¿tiene usted claro que es sólo el sistema eléctrico el que hace aguas?

martes, 10 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nostalgia

                                               NOSTALGIA


Cuelga, en facebook,  José María González Pérez, un viejo ferroviario - que no es lo mismo que un ferroviario viejo- fotos de trenes de antes. Bueno, algunos, son de ahora, pero sobre todo, muestra viejas máquinas, robustas, macizas, enormes que tiraban a golpe de pistones y vapor de agua de aquellos trenes largos y pesados…

Surcaban los campos de sembrados y amapolas, de arboledas perdidas, de montañas inaccesibles y, sobre todo, míticas. Vemos, en las fotografías, que esos trenes cruzan puentes sobre ríos de aguas claras o suben a las alturas que llaman los techos de mundo; otros,  van por llanuras que no tienen fin.

La modernización llegó con aquella máquina diesel que arrinconó a las de numeración sonora. ¿Quién no recuerda la ‘cuatro mil’? Eran, las diesel, más modernas y más feas. Ni llenaban los cielos azules de humos blancos ni silbaban en la lejanía… ‘Ya viene el correo. Es hora de la merienda’… decía la gente del campo.

No había reloj. No hacía falta. El tren marcaba - la mayoría de las veces, venía con retraso, pero como que no- las horas de faenas, de cambios, de ritmo y adaptación porque el Express, que iba a  Madrid pasaba por la noche; el que venía, por la mañana. A primera hora el ‘Mixto’ de Ronda; antes del medio día subía el ‘pescaero’: máquina ligera y no más de tres vagones… Iba como alma en pena. El pescado no tiene espera.

Esos trenes paraban horas y horas en las estaciones. El guardabarrera, echaba el cierre al paso a nivel; el guardagujas movía una palanca y dejaba vía libre…El Jefe con una gorra azul y roja y un banderín en la mano, salía al borde de andén y hacía sonar un silbado… Arrancaba el tren.


Desde el despacho el telégrafo impulsaba unos golpecitos intermitentes y secos y una cinta blanca salía marcada por una sucesión de rayas y puntos…¿Tito, Ramón que dice eso? Y tito Ramón, con paciencia franciscana, le descifrada al niño: ‘Te mando el dos mil ciento veinte, a la hora’. ¡Ah!. Ahora el niño no tiene a tito Ramón para preguntarle pero sí tiene nostalgia. Mucha nostalgia.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ni pa tabaco...

                                               NI PA TABACO.


La batata es un tubérculo comestible que vino de América por la vía… del Pacífico. Se siembra en verano y se recoge desde mediados de septiembre hacia delante. Tiene alto poder nutritivo, muchas propiedades y una literatura que la lleva desde comida de pobres a platos de gourmet en los restaurantes caros.

Han reactivado su cultivo. Modas que vienen. Lo hacen, ahora, de manera ecológica. Se exportan a países lejanos y hablan y no acaban del posible mercado que le abren los nuevos tiempos. ¡Vivir para ver!

Se siembran, dicen los que saben, en lomos y admite riegos frecuentes. En sazón,  se sacaban  -cuando los tractores ni amarillos ni de ningún otro color habían llegado al campo - a base de palmitera. Largo el astil, larga la hoja y  largo el vaivén de brazos con fuerza. Cava profunda y limpia…para que no se rompan.

Las batatas llenaron, aquel año, un montón de fanegas de tierra. Las riostras se pegaban a la tierra como liebres encamadas. El campo se puso de alfombra verde. Precioso. Pasado el rigor de las calores, llegó el tiempo de sacarlas. Conchavados los remitentes – -¿y cuándo no es Pascua en el campo?- y echaron los precios por tierra y encima había que arrimarlas a la estación de Las Mellizas. No pagaban ni los jornales de cogida.

Sebastián sembró un pedazo de la huerta de los Aneales. Las batatas no estaban ‘buenas’. Golpe seco a la tierra y mano en alto exhibía un puñado de rabizas al aire, las sacudía y  en voz alta pregonaba: “Gracias a Dios que yo no tengo… y, golpe va, letanía  viene.


El compañero de tornapeón se sorprende. Pregunta. ¿A qué viene este pregón  Sebastián? Y, el hombre, con espíritu senequista (él nunca supo ni de Séneca ni del estoicismo) contestó: porque además del trabajo, cargamos las bestias, las llevamos a Las Mellizas…, y que no nos den ni pa tabaco... ¡Gracias a Dios que yo no tengo!

domingo, 8 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Margaritas y sueños

                                    MARGARITAS  Y SUEÑOS


Soñaba la margarita - cantaba la sevillana de los de Gines - con ser romero. Tenía la ilusión de subirse al trono con la Señora. No lo consiguió. Soñaba uno cuando tenía la sangre a pedir de ebullición que todo el mundo era bueno y que esto tenía arreglo. No lo consiguió. Soñaba España – bueno, muchos españoles – que venían otros tiempos y que vendría trabajo y esas cosas que traen los eventos… Tampoco, tampoco se consiguió.

Corre la decepción, con generosidad, por tertulias y comentarios, por prensa escrita y hablada, por corrillos - hoy se sabe tanto del COI  como de la prima de riesgo-  por esquinas y bancos de los parques. Parece como si de pronto se hubiese echado el viento.

La España cainita (cada campana da el son que tiene) se flota las manos. Todo porque si el de enfrente no está contento… Ya se sabe. Cuentan que Napoleón se lavaba los pies en una aljofaina cuando le dan la noticia de la derrota de Dupont en Bailén. No se inmuta. Creen que no se ha enterado. Se la repiten y reacciona y lanza aquello tan duro: “¿cómo es posible que una pueblo de envidiosos y piojosos os haya derrotado?”

Es el mismo país de hoy. Los piojos, renovados; la envidia, la de siempre. Esa no cambia ni con el paso del tiempo. En el otro bando,  en los ‘otros’ - siempre dos Españas - se enmascara y se autoengañan: ‘nos han vencido pero no nos han derrotado’. Y se quedan hasta tranquilos.


Falta análisis, autocrítica y saber qué se ha hecho bien y qué mal, y reconocer que no ha pasado nada. Desilusión, sólo – en la medida que uno albergó la esperanza que esta vez era que sí - igual de grande. Quedémonos con lo de Federico: “aquí no pasó nada, / aquí pasó lo de siempre,/ murieron cuatro romanos / y cinco cartagineses.” Ah, y salud, mucha salud, como cada veintidós de diciembre a media mañana.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Noche de Embrujo

Hay días en que el destino viene generoso. Se acumulan sensaciones, mensajes, buenas vibraciones. Aparecen porque alguien mueve hilos invisibles y se vacía todo un río de cosas bellas que se nos vienen sin saber ni porqué, aunque sí por donde.

Abrió Jazmin - Jazmin Campos- su muestra de pintura en el Cortijo del Arte (Pizarra, antiguo Rafán, conforme se pasa el túnel en dirección a Málaga, a la derecha) con una veintena de cuadros con un mucho de postimpresionismo de hoy.

Tiene la pintura de esta mujer aires de aquella pintura del Gauguin de la Polinesia. Figuras, paisajes, difuminado de tonos, donde uno piensa que puede hacerlo igual pero luego, la realidad dice que, sólo, pueden los que están dotados de algo que se llama arte.

Jazmin se prodiga: literatura, pintura o en ese riesgo asumido de levantar la Peña Flamenca. Se ha embarcado, ahora, en recordar la figura de don Antonio Machado. Eso es lo que tiene más fácil porque como don Antonio no se ha ido nunca…

Después, en noche cerrada, el Embrujo Andalusí de Carratraca, se puso a puerta gayola  y dio, abriendo el compás,  todo lo que encerraba dentro. Recrean otro ambiente; de ayer, de siempre. El que va dentro del alma de este pueblo. Misterio y duende; música y buen gusto. Oferta comercial - porque de algo hay que vivir - que huye de lo hortera y soez.

Regatea el duende con las estrellas. Se escapa el agua por rumores ocultos. Se intuyen; no se ven. Uno pasea por sus calles. Siente la mirada de esos ojos perdidos, ocultos que hablan en silencio, que los ha visto, que saben que están pero que entre tanga gente que va y viene, no los encuentra. Al igual se han quedado por el aire…


Tiene Carratraca poco más de ochocientos habitantes y un pasado - del XIX - esplendoroso. Ahora, con ese embrujo y misterio se ha metido en las simas de otro tiempo y dice - estaban ahítas sus calles de gente - a los que se acercan a ella, que a la luz de un rosario de velas, uno puede soñar y regodearse en el recuerdo…

viernes, 6 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nardos

Septiembre huele a nardos. Varas enhiestas, a medio abrir, emborrachan el aire que va y viene. Septiembre, deja de ser verano y todavía no es otoño.  Regala perfume de nardos y aceitunas de verdeo y uvas de vendimia y, dentro de unos días, como casi sin avisar, vino nuevo.

Se siembran - los nardos - por marzo y, en la tierra, los bulbos aguantan el paso y el peso de la calor que achicharra el campo. Ahora cuando, casi nadie, espera una flor tan diminuta, viene y derrama fragancia, esencia, perfume,  casi tanta, que embriaga.

Pregonaba Celia Gámez a la florista que iba y venía por la calle de Alcalá. Decía aquello tan bonito de llevarle nardos, si se quiere a una mujer, que no cuestan dinero y que son los primeros para merecer. Grande Celia -probablemente la que más- en su estilo.

Cantaba don Antonio Chacón, -en otro género - aquellos ‘caracoles’ que sí tenían que ver con la misma calle. No estaban de por medio los nardos. Sí la mujer, probablemente, la misma,  sin ella saberlo, a la que iban dirigido los nardos… No sé.

No sabemos quien fue Manuela Reyes. ¿Sería un amor esquivo y en silencio? Dicen que, por sufridos, son los más bellos. Debió ser excelsa como la destinataria de los nardos de Celia: “mocita, escúcheme usté / son tus ojitos dos soles…” y que remataba, nada menos, que anunciando sequía para la Cibeles.

Esta tarde la calle de Alcalá no huele a nardos. No reluce con andaluces que suben o bajan… Mana, como ayer, como ‘antié’, como mañana, la fuente. Las diosa regala imagen, a miles,  fotografías digitales - es la moda de ahora - que se llevan consigo los que pasan por Madrid.


Me quedo con la otra imagen. Prefiero los nardos de Celia y los ojos que encandilaron a don Antonio, y que puede que, en otros ojos, se las anden perdidos por no sabemos dónde buscando, quien le confirmen, en la media distancia, que son dos soles. Y los son. ¡Seguro!

jueves, 5 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La siesta

Era algo tan sagrado que ni labraban los perros y ni los pájaros cantaban; era algo tan sagrado que la naturaleza echaba, sin echarlo, un velo de calima sobre la tierra y sólo corrían los remolinos, a modo de aprendices de pequeños tornados, por los caminos, por los rastrojos, por la linde de la loma y levantaban una polvareda seca y lejana.

Suena el teléfono. La enésima hija de Satanás que ofrece no sé cuantas ventajas de las ofertas que da su empresa. Primero pregunta por el titular y, uno ingenuamente, le dice que sí, que soy yo, y luego, pasa al ataque… Mire, - le dije – señorita, (creo que en esta ocasión no era una máquina) ¿Sabe a donde llama? y me confirma que a Alora al señor José…

Para empezar la tile en la prima A, Álora, señorita, palabra esdrújula y no llana… Ah, ¿entonces no es Alora del Río? No, señorita, no. Esto es Álora en la provincia de Málaga. La que usted dice es Lora (sin la A) en la provincia de Sevilla, y nosotros, estamos en Málaga.

Mire señor José… No la dejo seguir. Señorita a estas horas, en esta bendita tierra, del Sur de España que se llama Andalucía hay una regla no escrita y de oro. En los meses de julio y agosto, de tres a cinco, no se usa el teléfono ni para llamar a los bomberos. ¿Es que acaso, señor, no tienen ustedes bomberos? (Me temo que se cuela un poquito) Señorita tenemos bomberos y un agua de Levante cuando suena el teléfono a esa hora…


‘El Hijo –el Corpus Christi- las trae y la ‘Madre’ – la Virgen de Flores’ se las lleva. Decía nuestro Pepe Rosas. Es la siesta. De junio a septiembre. Es el tiempo, el gran tiempo para dormir la siesta; los otros meses, telediario y butaca… salvo, claro, que una voz de timbre chillón con acento  de bosque chiquitano, o del Apurímac se empeñe en lo contrario…

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mi amigo

                                              


Vive mi amigo en la ciudad donde el Angelote recibe por verónicas a los aires que vienen por los cielos; donde el barroco juega al escondite con las yeserías en las umbrías de los templos, donde las campanas de las torres – palabras en bronce – hablan de misterios, silencios y rezos de conventos.

Vino a esa hora de la mañana en que los pájaros ya tenían asignada la faena de cada día y se las buscaban por los rastrojos, por las huertas con yerbas de verano, por los bordes de los caminos picoteando cardillos resecos…

Nos acercamos a la Casa del Libro. Recogimos “Cancionero íntimo” de Barbeito, -pedido al servicio de clientes- porque uno tiene, aún, el vicio de comprar libros  y, luego leerlos. Después, nos fuimos a la casa del pueblo - a la auténtica casa del pueblo - a la barra del bar - donde Candelaria -  y con otros amigos tomamos lo único que se puede tomar, en verano y con calor: rubias en vaso helado sudando. Y hablamos….

Hablamos en la sobremesa - a orillas del río- con el puente varado y el sol rondando por lo alto, y el calor en la puerta  y hablamos de nosotros, de lo nuestro, de lo que sólo hablan entre sí los amigos cuando uno necesita el consejo y,  sabe a qué alma llamar porque…

Tarazona se ‘vendía’ en imágenes televisivas. Ni caso. “Hermano, le dije, tenemos que ir un día de estos”. Y cuando le conté que me habían sorprendido la belleza de sus torres mudéjares, y Alberti preguntándose, en el claustro de la catedral, por el vacío de los templos…, y el Moncayo que vigila en silencio y Bécquer que estaba, en la Cruz Negra esperando a no sé qué cartero, me consintió en que tenemos que ir. ¿Cuándo? Iremos...

Dice Barbeito que la tarde se va y “deja un rastrojo de luces”… Desde la Fuente de la Higuera vimos como se va, también,  el progreso por esas vías por donde solo transitan los trenes que, por su velocidad, tienen que ir muy lejos, y el serpenteo de los árboles del río y las nubes que cruzan como escapadas de un cuadro de Tiépolo.


Y se fue Antonio, porque mi amigo se llama Antonio, entre dos luces, hacia Antequera, su pueblo, donde el Angelote torea, ahora, por verónicas, y las torres de las iglesias suspiran por alturas imposibles, entre la Vega y el cielo cuando el verano, sin querer irse, ya se está yendo.

martes, 3 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aire

                                            AIRE


Según venga, sea o traiga de mala leche lo llamamos brisa, viento o aire… Para  los poetas la  brisa  remueve lo que va por dentro y hace que destile el alma; en la era se lamentaban: ‘se ha echado el aire’, y no hay marea; el viento es otra cosa y, si viene con agua, más. Si se arranca un aire revuelto anuncia que viene algo que no es bueno.

Rosalía trataba con dulzura a aquellos aires de su tierra. Los llamaba ‘airiños’ y les pedía con insistencia, de modo machacón, por si estaban distraídos y no se enteraban de la cosa: “airiños, airiños aires, airiños, da miña terra; airiños, airiños aires, airiños, levaime a ela” No sé si le hicieron caso pero hay que ser muy duro para resistirse a una petición como esa.

De otro aire hablaba Miguel de Molina: ‘ay, con el aire que tú llevabas…’ y eso que no te conoció con tu falda estampada y tu blusa blanca con el pecherín bordado…¡Ay, don Miguel!, uno de los dos genios que Málaga tiene la obligación de dar cada siglo y luego les paga como les paga…

Tampoco supieron Rafael de Penagos y Mikis Theodorakis en que “viento llegó este querer…”y tuvo que ser la voz de Gloria Lasso la que inmortalizó tanta belleza y, unos años después, José Luis Garci se la llevó como remate genial para su “Asignatura pendiente”…

Vicente Aleixandre lo vio  “sin memoria, inmortal”.Esta tarde corría por las esquinas entre Peso de la Harina  y Alonso de Palencia. Un hombre vendía chumbos. “Ocho por un euro, oiga, ocho por un euro y fresquitos como el aire que viene de la mar…”


De la mar, de la mar del sur venía la brisa. Acariciaba y se dejaba querer: espumas de olas, arrullo de caracolas… ¡Qué sé yo! Era brisa y venía de la mar. De la mar azul que levantaba pañolitos blancos para decir adiós a los barcos que se iban, por el horizonte, en busca de otros mares. 

lunes, 2 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Julio Romero de Torres

Ha pasado  Julio Romero de Torres – parte de su obra – el verano  en el Thyssen de Málaga. De abril a septiembre. Un ramillete de cuadros - la mujer como protagonista - del pintor cordobés ha llenado la planta tercera del Museo y ha dicho parte de lo que él quiso transmitir con su obra.

Reducir la obra de Romero de Torres al tópico de la mujer morena de ojos negros y cara agitanada; a la sensualidad y al erotismo que transmite, o al desnudo que llega y se deja ver… es como quien va a un museo y no pasa de la primera sala.

Julio Romero, es más, mucho más. Es la magia y el misterio de Córdoba en el lienzo; es la tristeza y la melancolía que flota y se pierde por las esquinas de su ciudad o de otra que él se inventa; es la denuncia del mundo social que lo rodea y el canto a su amistad con toreros (Lagartijo o Machaquito), gente del arte, literatos…

No es Romero de Torres, -se empeñan algunos en lo contrario- un pintor religioso. Están las monjas de sus cuadros más en la carnalidad que en el misticismo de la oración y el recogimiento; más en la belleza que en la displicencia del silicio. La saeta o la procesión es denuncia de la situación de los pobres; la muerte: meditación y misterio…

En Madrid, Valle-Inclán se convierte en su mentor y el introductor en el mundo de la generación del 98: Unamuno, los Machado o Ramón Pérez de Ayala son contertulios en los cafés de entonces. Se han terminado las idas y venidas a Córdoba. Se establece en Madrid y sueña y pinta  la Córdoba que, desde la lejanía, añora y  recuerda.


Se van los cuadros de Julio. Se va el simbolismo y los retratos, la luz difusa y los cobres dorados como escapados de un taller de Lucena. Se van las alegorías, la sensualidad, el culto al enigma y al misterio. Se va una gran exposición, monográfica y didáctica.

El dardo

Ha comenzado Barbeito
septiembre con dardo claro.
Apunta, dispara, certero

¿Reencarnación de Quevedo?

domingo, 1 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Septiembre

Ya está aquí. ‘El que seca las fuentes o se lleva las puentes’, el de las aceitunas de verdeo y uvas moscateles chorreando miel en las cepas, el que trae blanduras de Levante hasta el medio día y por las tardes limpias de cielo azul columbra nubes algodonosas y blancas…

Dentro de unos días volverá la gente menuda al colegio. Madrugones y mochilas nuevas. Libros que dicen otras cosas, y otros maestros y amiguitos, los de antes y otros nuevos y un bocadillo para el recreo. “Pepito, que seas bueno y no te pelees…” Y Pepito se pierde por la puerta que custodia el conserje y la madre con dos lagrimones por dentro…

Doblan los olivos las ramas con el peso de aceituna verde. Se arquean, se inclinan y piden a voces una mano que descargue la pulpa madura que, en sazón, demanda aderezo. Huele el rastrojo a hierba seca. Se ha traspillado el campo y la gente comenta: “con lo bien que le viene un refrescón en este tiempo…” Pero no llueve y si lo va a hacer como acostumbra… que no venga.

Septiembre de reencuentros y de nardos a la Virgen de Flores y templo lleno y procesión con calle, de acera a acera, y de  mujeres guapas – no me regañes, José María – pero que además de ser, se ponen guapas para ir a la novena y apuran el último moreno del verano.


Se van las golondrinas, los vencejos, los abejarucos, y se va el verano. “El final del verano, llegó, y tú partirás…” cantaba el Dúo Dinámico a un amor – ahora, también- que  pudo ser y no fue. ¿O sí lo fue? Nos derretían por dentro. Eran los años donde el primer beso era amor y el amor tanto… Se han ido algunos amigos en el tren ese… ¡Ya saben! Y se han ido otros, afortunadamente, sólo para pasar, en sus sitios nuevos, el invierno…