El entierro de José Antonio
Reyes ha supuesto un punto de inflexión para hacer algunas reflexiones. Ha quedado claro que somos el país que mejor
organiza algunos entierros. Las imágenes, elocuentes, exponían más de que lo
que a simple vista podía verse. Unos días antes un Guardia Civil muerto en acto
de servicio, en el Campo de Gibraltar,
no tuvo la misma cobertura… Bueno, ustedes me entienden.
El Director General de Tráfico
ha dicho que en España conducir a más de doscientos kilómetros por hora es un
delito. Los delitos conducen a la cárcel. En este caso quizá a un sitio aún
peor, al cementerio. De allí se vuelve; del segundo, no.
Cañizares también ha dejado
clara una cosa. No se puede homenajear a alguien que no ha respetado su vida.
Además se ha llevado por delante otra, y un tercero se las anda en ese momento en que puede pasar cualquier cosa en una
Unidad de Cuidado Intensivos. A Cañizares casi lo han crucificado por las
declaraciones.
Hay otra lectura. Este hombre formado en el
Sevilla, a donde regresó después de un periplo por otras tierras, ya no era jugador
del Sevilla como tampoco lo era del
Arsenal, Real Madrid, At. de Madrid,
Benfica, un equipo chino de nombre muy raro o Córdoba. Era, cuando ha
ido al encuentro con la muerte, jugador de un modesto equipo de Segunda
División: el Extremadura. Y me pregunto, ¿esas plañideras de los panegíricos por
qué no le han dado al Extremadura la consideración merecida?
Yo lo vi jugar en el último
partido en que su equipo entonces, el
Sevilla, lo alineó antes de traspasarlo al fútbol inglés. Era un jugador
excepcional. Pudo ser una figura equiparable en talla artística a Maradona. Le
perdió el vivir pasado de revoluciones.
La velocidad, dicen, que
embriaga. Siempre se quiere más y más... Achacar a fallos mecánicos los accidentes
puede ser una verdad. A veces, la culpa
no está en la máquina sino en el hombre que la lleva. Ese hombre, hábil como
muy pocos en el regate, no pudo hacer el último que era el más importante. No sabremos
nunca si ya con anterioridad había hecho muchos regates y le habían salido
bien… Descanse en paz.
Que barbaridad, que maneras de exponer la vida y con hijos y mujer que podía ave pensado en ellos, mucha pena y mucho homenaje pero yo digo el se lo busco con los placeres de la velocidad, y lo siento de verdad por que soy madre y me pongo en su lugar, el Guardia Civil en acto de servicio me duele más yo tengo uno y pienso que algún desalmado me lo persiga, Pepe esta vida es muy difícil y la juventud está a lo loco, un abrazo amigo
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