Dice el periódico que se han
cumplido treinta años de la matanza de
la Plaza de Tiananmen. El ejército del pueblo disparó de manera indiscriminada
contra el pueblo. El ejército rojo, que vestía de color caqui, tiñó del color
de la sangre, o sea de rojo, el asfalto de una plaza grandiosa…
Cuando yo comencé a ir a la
escuela hacia poco más de treinta años de la Guerra de África. El ejercito ‘libertador’ del Riff disparó contra el
ejército opresor que venía del otro lado del mar, o sea de la Península – de una parte de la
Península, llamada España – que estaba allí mandado por otros.
Parece que en ambos
acontecimientos tan lejanos en el espacio
-China, por supuesto, bastante más – y en el tiempo, eso que el beatle
dijo que era lo que pasabas mientras nosotros hacías proyectos, lo que
subyacía era una corrupción enorme en
los imperios que mandaban. Los demás a obedecer sin rechistar.
China donde el comunismo fue la
tabla de salvación, para unos más que para otros, ha irrumpido desde entonces
en el mundo capitalista con una fuerza enorme. Se ha convertido en la segunda
potencia mundial. Pulsea a otras economías y su desarrollismo es de tal
magnitud que las cifras asombran.
El Riff, integrado en
Marruecos, sigue casi tan pobre y mísero como entonces y, al parecer, los que
han dirigido al país no han dado con la tecla para levantar el vuelo, al menos
con la fuerza como lo han levantado en otros lugares.
Chefchaouen que es una de las
ciudades más enigmáticas y embrujadas de toda aquella tierra recuerda momentos
del enfrentamiento. Sueñan con recuperar sus casas de Granada y de la
Alpujarra. A mí me enseñaron lo que decían que era la llave de su casa,
abandonada, en la huida…
Vivir de esos recuerdos no aporta
nada para el desarrollo de los pueblos. En este caso parece que con más certeza
de opresión que de libertad y que anhelan una vida mejor a la que les ha tocado
vivir. Recordar dos tragedias de esa magnitud puede aportar un poco de refresco
a la memoria y a la conciencia para saber que con muertes no se consigue nada…
Ahora los tanques se cambian
por horas de televisión, telenovelas, comida basura y héroes con pies de barro idolatrados. En fin…
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