En Iowa llueve torrencialmente
algunos días del verano. Iowa, en el Medio Oeste de los Estados Unidos de
Norteamérica, tiene un clima continental húmedo en verano. Los inviernos son
muy fríos. El autor de la novela, Robert James Waller, nació allí. Conocía
perfectamente el paisaje –; profesor universitario y fotógrafo.
Francesca (Meryl Streep), de
origen italiano está casada con un ganadero de la zona. El hombre con sus hijos
acude a la feria de ganado del condado. Se ausentan durante cuatro días. Por allí aparece un fotógrafo. Robert Kincaid (Clint Eastwood) hace un
reportaje para National Geographic sobre los puentes cubiertos…
Nace una historia de amor. Ella
entregada, en la soledad de su dedicación, a su marido y a sus hijos, ve cómo
llama a su puerta la ilusión. Es la oportunidad que nunca tuvo. Es la felicidad
que siempre va a la casa de los otros pero nunca a la nuestra. Ella, mujer de
tez blanca, con cabello castaño que vira más al moreno que a rubio, recobra una
belleza marchita que estaba adormecida.
Los hijos, muchos años después,
abren un baúl de recuerdos. Tienen acceso a las intimidades de su madre. ¿Hay
muchos baúles con secretos que nadie sabrá porque ellas prefirieron la
dedicación a la familia y sacrificar la oportunidad ante la felicidad por el miedo al escándalo en
la ciudad pequeña y puritana donde
muchas cosas se saben?
El final, uno de los mejores de
la historia del cine – dicen los críticos – muestra una fuerza arrolladora. Llueve
torrencialmente. En la cara de ella, bajo unos ojos preciosos, un rictus de arrugas; en la de él, curtida – 'quien no tenga canas o arrugas que no llame a la puerta' – el dolor de una
decisión. Están empapados por fuera; lloran ante lo imposible por dentro.
Habla el silencio. Se hacen
añicos los sueños. Las miradas tienen más poder que las palabras. “Por un
momento – deja escrito ella – no sabía
dónde me encontraba”, piensa que no la quería, que le era fácil alejarse…
El destino de una persona es la suma de las decisiones que toma en su vida… La
música de Lennie Niehaus aporta, si falta algo, la pincelada genial. Pongamos que
hablo de Los Puentes de Madison…
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