jueves, 29 de agosto de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Se llama Antonia y vive en Álora


                                   SE LLAMA ANTONIA Y VIVE E N ÁLORA


Grande era Mairena y se llamaba Antonio; grande era Machado y se llamaba Antonio; grande era Molina y se llamaba Antonio; grande era Ordóñez y se llamaba Antonio… Parece que la grandeza en el cante, en la copla, en la poseía o en los toros iba de la mano de un Antonio… hasta ahora.

Se llama Antonia - ¡miren por donde! - y vive en Álora. Antoñita Contreras, que es de quien se trata, ha roto moldes: primero anduvo los caminos de España; luego, en Francia. Se fue a Japón. Llegó, triunfó y se vino y, ahora, anuncia que cuando las hojas saquen a la poesía a pasear  por  las calles del aire, - como quien dice otoño-  ella, se va a Canadá y se lleva en la maleta el Amor Brujo de don Manuel de Falla.

Como si al Amor Brujo, Antoñita,  lo tuviese que embalar y pasarlo por el mostrador de embarque de un aeropuerto cualquiera, como si ella misma no fuese ese pellizco profundo, enigmático y auténtico que don Manuel dejó en las cinco líneas del  pentagrama y Antonia –andaluza,  como Pastora Imperio para quien se escribió - lo pregona a quien quiera escucharlo…

“Candela que ardes… / más arde el infierno / que toíta mi sangre…” La orquesta la arropa, el público contempla a una mujer que no es gitana, que no es lírica, que no es una de las vedette que lo pasea por los escenarios… pero que es arte y duende, y sentimiento de Andalucía y pueblo que habla, y canta; pueblo que pregona y dice…


“Si el agua no mata el fuego, / a mí el penar me condena…” y  embelesa y uno se queda extasiado y, deja riendas sueltas a  la fantasía, y sabe que ella, ya, va en el mismo carro que los grandes y que como el fuego fatuo “nace en la noches de agosto, cuando aprieta la calor. / Va corriendo por los campos / en busca de un corasón”… Y, que se llama Antonia, y además, vive en Álora.

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