LOS
GORRIONES DEL PARQUE
Vienen en bandadas cuando se acaba la tarde. Se han acortado
los días y a esas horas, cuando ya se ha ido el sol y las sombras se adueñan del
campo, los gorriones vuelven a al ficus del parque. Es su casa. Se pelean por
un trozo de rama y un gorjeo ensordecedor invade la esquina que por un rato
será suya.
Me recuerdan a los bombarderos de aquellas películas bélicas
de cuando éramos niños. Aparecían, de pronto, en el cielo y, cuando te apercatabas: encima.
Estos pajarillos, diminutos, casi sin importancia sirven de comentario, de
admiración, de exclamación. Uno se pregunta ¿dónde echarán el día?
De hecho me pregunto muchas cosas. ¿Por qué no hay gorriones
gordos? ¿Tienen colesterol los gorriones? ¿Quién será su médico de cabecera?
¿Quién gobierna en el reino de los gorriones? A uno, de verdad, -porque en el
fondo es un tipo raro- se le ocurren
cosas raras. Pero si se mira despacio, todos llegan a final de mes y, a lo
mejor, ni tienen hipotecas…
Leo que se la han montado – y bien – a los inspectores de la ONU en Siria. Parece que los
que tienen el gachero no lo sueltan…ni a tiros. A las pruebas… Por estas
tierras más cercanas, los del buche lleno, dicen que Griñan se va porque quiere
y, que, ni mijita de responsabilidad en lo pasado.
De mis primeras traducciones latinas recuerdo una fábula.
Bebía el cordero aguas abajo del mismo
arroyo donde lo hacía el lobo. Se indignaba el bicho al que quieren darle buena
prensa –claro que esos no saben de nieblas y temporales de agua en las brañas,
ni de noches de ventiscas, ni de aldeas aisladas y lobos aullando…- y alegaba
que el cordero le enturbiaba el agua.
Pero ¿hombre - alegaba - cómo puedo hacerlo si bebo lo que
tú dejas correr? Naranjitas de la china. No le demos más vueltas. La culpa,
como en la copla, “la tuvo tu madre por dejar la puerta abierta…” y ¿qué
quieren, me quedo con los gorriones del parque. Vienen cada tarde a pasar la
noche. Y, además tienen la suerte de no escuchar algunas cosas…
¡Si te digo que siempre he sentido envidia de los pajarillos del campo!. Ya tenemos la frase evangélica, ellos no tienen nada, solo la divina providencia y viven tan felices en plena libertad. ¿Por que el ser humano siempre lo enreda todo?. Hoy me has hecho pensar profundamente. Gracias por tus preguntas que son a la vez las mías, amigo José.
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