miércoles, 28 de agosto de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los gorriones del parque

                                   LOS GORRIONES DEL PARQUE


Vienen en bandadas cuando se acaba la tarde. Se han acortado los días y a esas horas, cuando ya se ha ido el sol y las sombras se adueñan del campo, los gorriones vuelven a al ficus del parque. Es su casa. Se pelean por un trozo de rama y un gorjeo ensordecedor invade la esquina que por un rato será suya.

Me recuerdan a los bombarderos de aquellas películas bélicas de cuando éramos niños. Aparecían, de pronto,  en el cielo y, cuando te apercatabas: encima. Estos pajarillos, diminutos, casi sin importancia sirven de comentario, de admiración, de exclamación. Uno se pregunta ¿dónde echarán el día?

De hecho me pregunto muchas cosas. ¿Por qué no hay gorriones gordos? ¿Tienen colesterol los gorriones? ¿Quién será su médico de cabecera? ¿Quién gobierna en el reino de los gorriones? A uno, de verdad, -porque en el fondo es un tipo raro-  se le ocurren cosas raras. Pero si se mira despacio, todos llegan a final de mes y, a lo mejor, ni tienen hipotecas…

Leo que se la han montado – y bien – a los inspectores de la ONU en Siria. Parece que los que tienen el gachero no lo sueltan…ni a tiros. A las pruebas… Por estas tierras más cercanas, los del buche lleno, dicen que Griñan se va porque quiere y, que, ni mijita de responsabilidad en lo pasado.

De mis primeras traducciones latinas recuerdo una fábula. Bebía el cordero aguas abajo del  mismo arroyo donde lo hacía el lobo. Se indignaba el bicho al que quieren darle buena prensa –claro que esos no saben de nieblas y temporales de agua en las brañas, ni de noches de ventiscas, ni de aldeas aisladas y lobos aullando…- y alegaba que el cordero le enturbiaba el agua.


Pero ¿hombre - alegaba - cómo puedo hacerlo si bebo lo que tú dejas correr? Naranjitas de la china. No le demos más vueltas. La culpa, como en la copla, “la tuvo tu madre por dejar la puerta abierta…” y ¿qué quieren, me quedo con los gorriones del parque. Vienen cada tarde a pasar la noche. Y, además tienen la suerte de no escuchar algunas cosas… 

1 comentario:

  1. ¡Si te digo que siempre he sentido envidia de los pajarillos del campo!. Ya tenemos la frase evangélica, ellos no tienen nada, solo la divina providencia y viven tan felices en plena libertad. ¿Por que el ser humano siempre lo enreda todo?. Hoy me has hecho pensar profundamente. Gracias por tus preguntas que son a la vez las mías, amigo José.

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