LOS ABEJARUCOS
Estaban, esta mañana, a porfía con sus trinos a poco de
salir el sol. Las cárcavas del arroyo eran una sinfonía de color y de gorjeos
propios de estos mensajeros de plumas azules, amarillas, violetas, naranjas...
Porque los abejarucos antes de salir al paseo mañanero parece que se han dado
un baño en las aguas del arco iris…
Decía Muñoz Rojas que cuando llegan, a las abejas les entra
el miedo, para Barbeito, su vuelo es la importancia de las cosas pequeñas y
para Delibes el placer de verlos volar tumbado sobre la hierba. Uno, en su
modestia, goza con ese aviso sonoro que anuncia que se va el verano.
Vienen estos mensajeros multicolores de África. Los que
saben de ellos cuentan que es también allí donde pasan el invierno, que se
alimentan de insectos y que, en ocasiones, suponen un peligro serio para las
colmenas.
Leo que en Palencia, los colmeneros, también, temen, este
año, a los osos que buscan las abejas en los truebanos. Como se ve la alegría
va por barrios. Los que sí tenemos un problema para echarnos a temblar somos
los españolitos de a pie. Anuncian que vuelven los políticos de las vacaciones
¿Qué se apuestan que traen las pilas cargadas y nos anuncian algo malo?
A media mañana se han levantado las térmicas. Se escuchaban en
la lejanía los cantos de los abejarucos (los de los políticos no; esos, en el
telediario). Luego se han echado. Esperan que el viento les vuelva a ser
favorable e irán y vendrán con algún insecto en el pico si aún tienen polluelos
o estarán de limpieza por los aires.
Cualquier mañana, levantan el vuelo y no vienen a sestear y
les sorprenderá el sol de la tarde cruzando otros aires, otros caminos por
desiertos de arenas cálidas y sus plumas darán colorido a otros cielos.
Entonces, alguien, puede que anuncie que ya llega el otoño.
Cuanto entiendes y que metáforas tan reales nos pones. El verano se marchará pronto pero tus páginas quedarán como hojas de un árbol perenne. Muy bueno tu articulo. Te felicito.
ResponderEliminar¿Como voy a regañarte Pepe...? Las mujeres ha sido y son la sal de la tierra y de la vida, aunque haya cernícalos lagartijeros, que las quieran llevar tapadas de pies a cabeza y reducidas a “bultos sospechosos” sin entidad ni valía. Además - y lo sabes de sobra – los ojos lejos de envejecer, como por misericordia cabría pedirles, cada día se rejuvenecen más y las prefieren más jóvenes... No puedo pues regañarte, ni apenas disentir en nada de lo que dices, salvo apostillar el hecho de que - por muchas cosas de las que has referido - para mi septiembre siempre ha sido y siempre será, eterna y reiterada melancolía... Un abrazo amigo.
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