DESDE EL LUGAR
Lectores de José Morales García
viernes, 5 de diciembre de 2025
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Gocemos: Igualeja, donde nace el Genal
Igualeja. Nacimiento del río Genal
5, diciembre, viernes
Salvo
Ronda; queda a la derecha. Paso de largo por la carretera de circunvalación que
lleva a Algeciras. Tomo la de San Pedro; al frente, a la izquierda, recortado
en el turquesa del cielo, sobre una mole kárstica, el Pico de la Torrecilla.
Está blanco de nieve. Tiene un manto delicado y sutil como un encaje desvaído. Hace
poco cayeron las primeras nieves. Un poco, más adelante, una deviación lleva a
Parauta y Cartajima…
En el
castillo de Auta, o sea Parauta, dicen que nació Omar ben Hafusm. De haberlo
tenido en cuenta Alfonso II, “el Casto”, de León, habría adelantado en
un montón de años la Reconquista, pero no fue así. Él se hizo fuerte en
Bobastro y presentó cara nada menos que al Califato de Córdoba. Las cosas son
como son. De esto hace poco más de mil años. Tampoco está mal.
La
carretera que lleva a Igualeja va entre riscos. Una sucesión de curvas, buen
piso; el paisaje para echarse a un lado y contemplar y mirar y mirar porque la
vida se pierde en olas de montañas que bajan hasta el mismo Estrecho de
Gibraltar - desde aquí no se ve - . Habría que remontarse a las cumbres, trepar
y, desde la altura, al fondo... Junto a la carretera, esparto, matorral,
aulagas…
Igualeja
está en el fondo. Ahí, precisamente, ahí, arranca el Valle del río Genal que
nace en la ladera. Es media mañana. Me admira tanta belleza. No por conocida
deja de sorprenderme. Me acerco, admiro; contengo el resuello… Antes, la
carretera está bordeada de encinas, de bosque mediterráneo, de belleza a pedir
de mano.
He ido
muchas veces a Igualeja. No importa la estación del año. Siempre regala
belleza. La carretera atraviesa el pueblo blanco. Delante de la iglesia de
Santa Rosa de Lima (el campanario es recuerdo de un alminar) se estrecha. No es
nada anómalo que dos paisanos se enreden en un saludo como si no se hubiesen
visto desde la tarde antes del diluvio universal. Interrumpe el tránsito. Ellos como si nada, a
lo suyo.
San
Juan de la Cruz nunca estuvo por estas tierras. En su Cantico incluye: “Gocemos,
Amado/ y vámonos a ver tu hermosura / al monte y al collado / do mana el agua
pura; / entremos más adentro en la espesura, / y luego a las subidas / cavernas
de la piedra nos iremos, / que están bien escondidas, / y allí nos entraremos…”
Al salir del pueblo, abajo, en
la hondonada, el río se abre camino entre huertos ubérrimos y castaños que
llegan hasta el mismo cauce. Le dan sombra. No se ve; se intuye. Sensación de
paz, de ‘huerto escondido’. Paz de alma. Sí, por aquí, por aquí también pasó “mil
gracias derramando”…
jueves, 4 de diciembre de 2025
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Jabalíes
4,
diciembre, jueves
Ha pasado
la época de la imagen bucólica difundida por las redes. Jabalíes bajaban, por las noches, en busca de comida
en los contenedores de basura. Corrían con un trote cochinero de un lugar a otro.
Al
principio, las imágenes eran de los alrededores de las grandes ciudades y en las
urbanizaciones colindantes. Los vimos desde
los montes colindantes a Barcelona; luego, más cercanas. Mangas Verdes, el
Cerrado de Calderón o los aledaños al Monte de las Tres letras, en Málaga. Solitarios;
después, en parejas; luego, piaras. En una gran superficie de Fuengirola animales
adultos, jabatos y rayones se pasearon entre la gente.
Sonrisas
de agrado. ¡Qué bonito todo! La ignorancia es muy atrevida. Desconocían que esa
fauna montaraz son animales salvajes, no solo son salvajes los leones y las hienas
de los documentales de las siestas de verano.
Hace unos
años, no recuerdo cuantos, a raíz de la película de Bambi, en Estados
Unidos se instaló una corriente de buenismo. Por aquí, también. Ignoran que
entre lo sublime y lo ridículo hay un paso. Prohibieron la caza de ciervos en
una zona determinada para que los “cervatillos no se quedasen sin madre por culpa
de los malvados cazadores”.
Al cabo
de unos años empezó a expandirse por entre la masa de animales enfermedades que
causaban, además de mortandades incontrolables, enfermades desconocidas. Los “buenistas”
que la habían emprendido contra los maléficos cazadores, habían conseguido,
además, el descontrol de los depredadores naturales.
Se han hecho
leyes protectoras. Eso no significa que tengan que ser descontroladas de animales
como zorros, comadrejas, lobos... No se puede pescar en los ríos; hay que destruir
azudes para que los peces ¿suban? a desovar, no puede pastar el ganado y limpiar
de manera natural pastos y lastones sus orillas, y otras…
Se ha
querido arreglar, además, con declaraciones desafortunadas: “a los ganaderos les
pagamos las ovejas que matan los lobos, y las colmenas que destrozan los osos”.
Sí y ¿cómo se paga el descontrol del bosque quemado, del ecosistema alterado porque
no hay abejas que polinicen, el desastre auténtico que significa campo y campo despoblado
de seres humanos porque no pueden vivir…?
Ahora,
parece que un dichoso bocadillo en mal estado - ¡Dios Santo qué ojo clínico! ha
sido el causante de la expansión de la peste africana entre los jabalíes del
parque de Collserola. Amenaza a las granjas de cerdos, y detrás un seguro
desastre económico. ¡Ay la bolsa!
No se
habla de población animal excesiva y sin control, de ausencia de medidas corretoras,
de prohibiciones sin sentido. Ya se sabe, el papel todo lo aguanta, si se escribe
en un despacho sin pisar el campo más, y si, además, se cree en posesión de la
verdad… Pasa lo que pasa.
miércoles, 3 de diciembre de 2025
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El orquidario de Miami
3, diciembre, miércoles.
El
Jardín Botánico Tropical Fairchil se encuentra en Miami, Florida, EE. UU. Es uno de los orquidiarios con más prestigio
del mundo. Desde su fundación, a finales de los años 30 del siglo pasado,
abarca dos mundos diferenciados pero bellísimos Es un arboreto y un jardín
botánico. Parecen la misma cosa: no lo son.
El
arboreto estudia los árboles y las plantas leñosas primordialmente. Analiza sus
vidas y profundiza en ellos de manera científica. Según a qué especie se
dedique toma un nombre. Si se deriva hacia las coníferas, por ejemplo, es un ‘pinetun’.
Algunos estudian arboledas más amplias: de hojas caducas o perennes, frutales…
Los
jardines botánicos, por el contrario, son más genéricos. Estudian las plantas
vivas y pueden estar mezcladas entre sí. En un lenguaje más coloquial podríamos
hablar de ‘museos de plantas vivas”. Obviamente su riqueza visual es impresionante.
Hay jardines botánicos que según la especie se conocen como orquidiarios,
rosaledas…
(Un
amigo me ha comentado sobre la rosaleda, muy nueva, en Madrid, en la Gran Vía
de San Francisco, desde la Basílica de San Francisco el Grande a la Puerta de
Toledo… Ya la tengo en lista para cuando sea su tiempo).
Los jardines
botánicos tienen dos posibles servicios a la sociedad. El del esparcimiento, y
ahí entran los jardines colgantes de Babilonia, de la antigua Grecia, de Roma;
los jardines ingleses o franceses, los jardines en los roquedos del
Mediterráneo (Puerta Oscura en Málaga)…; el otro entra en el campo de la
botánica como auxiliar de la medicina que se apoyó en las plantas para obtener la
farmacopea, el nombre es muy feo, su servicio, vital. Madrid tiene un jardín botánico espléndido en
el Paseo de Prado, junto al museo.
El
Fairchild de Miami lleva el apellido de su fundador, que provenía de una
familia rica y estudiosa, lo que a veces, además de compatible, permite muchas
cosas. Fue un explorador de la botánica del mundo, conjuntamente con un amigo,
Robert H. Montgomery, introdujeron en Estados Unidos: mangos, alfalfa,
nectarinas, dátiles, rábanos picantes, bambúes y cerezos de flor.
En la
visita al jardín informan que él plantó el baobad gigante que hay junto a la
puerta de entrada. Montgomery compró los terrenos – posteriormente se donaron
al condado – y es uno de los centros mundiales con más prestigios en la
horticultura. Son pioneros en el cuidado y en descubrimiento de nuevas especies
de palmera resistentes a nuevas enfermedades.
Su joya, por razones de primor, las orquídeas, periódicamente la muestran como un señuelo y disfrute para que el gran público que se acerca, sin ánimo de estudio previo, y sí con el de contemplar la belleza de uno de los centro pioneros de la investigación agrícola del mundo.