Diciembre,
7 domingo
Hoy, cuando
en muchas casas se aplican chicos y grandes a montar Nacimientos y árboles de
Navidad, ha vuelto a ser la primera noticia del día. La radio informa de otra
mujer asesinada. De manera eufemística la llaman violencia de género, para eso
de no llamar a las cosas por su nombre somos unos artistas. Ha ocurrido en un
pueblo de Sevilla. Da igual, el mal no conoce términos.
Dicen
que es el número 44 de las mujeres asesinadas en el presente año. Yo me
pregunto, si el año tiene 52 semanas ¿a esta avalancha de cosas incalificables con
qué nombre se le incluye en la estadística?
Hay un
tema, además de todo esto, del que no se habla. ¿Qué ocurre con los hijos? ¿Qué
ocurre con ellos el día después? La
mayoría son parejas, relativamente jóvenes, con hijos en edades que requieren
un atención especial ¿Qué es de ellos? Hay un montón de preguntas a los que yo
no veo por ningún lado una respuesta clara.
Después
de las autoridades delante de los ayuntamientos, de las banderas a media asta, de
las condolencias y conmociones de los pueblos ¿qué viene? ¿Cuándo de noche se
cierran las puertas qué es de esas criaturas que tienen la vida hecha añicos?
Mañana vuelve a salir el sol, dicen, eso de que la vida sigue… Me reconcome al
pensar cómo es la de ellos en esos momentos con muchos días por delante.
Me
pregunto quien aporta soluciones en esta sociedad muchas veces hipócrita donde
aparentamos una felicidad de oropel a ese enorme problema de desamparo,
soledad, económico, de cariño más necesario que nunca, el de abrirse paso
porque algunas veces no hay nada más imposible que el día de ayer que se quiere
olvidar, pero no se puede.
No
tengo la solución obviamente. Sí sé que ante tanto jolgorio exterior hay
problemas que subyacen debajo de almas tocadas para mientras vivan. Da la
impresión, por otro lado, de incapacidad de paliar tanto dolor y dar un poco de
ese bálsamo que llamamos solidaridad, empatía - no de palabras, que esa la
tenemos - de salida hacia esos hijos que se quedan hecho trizas.
La cosa
tiene bemoles. Perdonen ustedes… pero que es que hay días que a uno se le
ocurren cosas raras.
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