San Juan de la Cruz.
Atribuido a Zurbarán
Diciembre,
14 domingo.
Este
hombre había escrito: “Volé tan alto, tan alto / que di a la caza alcance”. No
tenía aún cincuenta años, dicen sus biógrafos que los médicos que firmaron su
parte de defunción podrían haber escrito que había muerto de amor.
Hoy
hace cuatrocientos treinta y cuatro años. Aquel era el albor del día 14 de
diciembre de 1591. Un rato antes, entre los que le atendían, corrió la
premonición “esta noche diré maitines en el cielo”. Varias veces había
preguntado por la hora. Mientras tanto recitaba el Cantar de los cantares y
habla del amado que venía por los montes… Casi aún no habían terminado de tocar
las campanas del Salvador de Úbeda que llamaban a maitines, porque era en Úbeda
cuando fray Juan de la Cruz entraba el camino donde un poco después le cambiarían
el ‘fray’ por San Juan de la Cruz.
Pobre
de solemnidad. Hijo de judeoconverso y descendiente de moriscos, oriundos de
Toledo y afincados en Fontiveros en Ávila donde nació, lucharon contra la
pobreza, al morir su padre, la miseria se implantó en su casa. Su hermano Luis
muere de hambre. Su madre, su hermano Francisco y él se trasladan a Medina del
Campo. Se pega a la iglesia (en este caso a las órdenes religiosas). ¿Por qué será
que los pobres siempre buscan el amparo de la iglesia? Formación humana, en
Medina ¡y que formación!, trabaja en hospital de enfermos de sífilis; la
académica, en Salamanca.
Entra
en contacto con Madre Teresa de Jesús. Se ríe de su baja estatura y dice que
cuenta con ‘fraile y medio’ para reformar el Carmelo. Los ‘calzados’ de
costumbres más relajadas tienen que pasar a ‘descalzos’ donde se implanta la
austeridad. Quiso ser cartujo. Cambió el nombre de fray Juan de Santo Matías
por fray Juan de la Cruz. Conjuga los conocimientos de Biblia, la poesía
castellana popular y la renacentista que viene de Italia, comienza a escribir y
a sufrir la persecución y la cárcel por los propios suyos. En la de Toledo, inicia
el Cantico espiritual. Se escapa, deambula. Vuelve – no se había indo
nunca- al redil de Madre Teresa.
En sus ratos
de libertad escribe y escribe. Hoy todos lo reconocen como uno, si no el que
más, grande de los poetas místicos españoles. Sus últimos días lo pasa en Úbeda
a donde había acudido desde La Peñuela en busca de salud para el cuerpo. En sus
escritos regala salud para el alma. Noche oscura, Cántico espiritual, Llama
de amor viva, Subida al monte Carmelo…
Supo
conjugar lo divino y lo humano. “En una noche oscura, / con ansias en amores
/ inflamada / ¡oh dichosa ventura/, salí sin ser notada/ estando ya mi alma
sosegada”. Lo había escrito muchos años antes. ¿Fue una premonición de su
muerte, después de tanto pasar en el camino de la vida? Hoy, se conmemora…
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