martes, 27 de julio de 2021

Una hoja suela del cuaderno de bitácora. Fuego

 


El sábado por la mañana, me acerqué a Proteo. Buscaba unos libros ‘especiales’. Obviamente, a una librería uno no va con la intención de comprar unas aspirinas o unas pastillas para el mareo.  Se han instalado provisionalmente, en un local en frente, en calle Álamos…

Al pasar por la puerta de la librería, por Proteo la de verdad, en la esquina de la calle Puerta Buenaventura con Álamos, tuve la sensación de que la desolación se asomaba por las ventanas de los pisos superiores. Recordé aquellas palabras del profeta (ellos han puesto unas de Luis García Montero) que dicen: “Oh, vosotros que pasáis por el camino mirad si hay dolor semejante a mi dolor”.

¡Qué sensación más mala dan los restos que quedan después de un incendio! A Proteo, lo arrasó el fuego no hace mucho y ahora, luchan por volver a ocupar lo que siempre fueron. Será cuestión de tiempo. Estoy seguro.

Al llegar a mi casa, en la televisión, saltan noticias de un incendio en Huelva. Está entre la Palma del Condado y Valverde y se queman no sé cuántas hectáreas de matorral, monte bajo y pinos. El alcalde de Villarrasa, que es donde se ha iniciado, dice que arde algo de gran valor ecológico.

El hombre, en declaraciones ante las cámaras, no sabe cómo magnificar la tragedia para que la gente sea consciente del disparate y la tragedia que es un incendio. Dicen que tiene todas las pintas de ser el primer gran incendio del verano. O sea que comienza el rosario de otros que le van a suceder casi con toda seguridad. Ya los ha habido en Cabra, Alhaurín de la Torre, Carchuna… y verán como suma y sigue.

Hay otro fuego. Es el que ha venido de la mano del viento de terral. Era algo así como si alguien al ir por tabaco (a lo mejor, eso no es políticamente correcto y no se puede decir) se ha dejado la puerta del infierno entreabierta. No sé. Siento también como queman y arrasan las barbaridades de algunas declaraciones de personas que en teoría debería ser bomberos de una sociedad desorientada. Los veo convertidos en pirómanos del fuego de la intolerancia. ¡Qué pena! Es otro fuego que arrasa y siembra desolación.

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