viernes, 7 de mayo de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Don Gregorio

 



Nació en Madrid, y de niño veraneaba en Santander. Allí, conoció a don Benito Pérez Galdós, a José María de Pereda, a don Marcelino Menéndez Pelayo…

En una ocasión, don Gregorio dijo que un liberal era la persona que estaba dispuesta a entenderse con quien opinaba de manera diferente y que, además, admitía que el fin, nunca justica los medios.

Perteneció – uno de los pocos españoles que lo han conseguido – a cinco Academias: Real Academia Española, de la Historia, de la de Bellas Artes, de la de Medicina, y de la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Está considerado como el padre de la Endocrinología en España y durante cuarenta años, dirigió la cátedra en el Hospital Central de Madrid.

En 1922 acompañó a Alfonso XIII en su viaje a las Hurdes. Cuenta cosas terribles de aquel viaje que hoy incluso duelen al escucharlas. El enanismo, los problemas de hipófisis, el subdesarrollo y la miseria, campaban por aquel territorio. Tuvieron que llevarlo todo a un lugar donde no había de nada, en tiendas de campaña del ejército, para facilitar la intendencia…

El doctor Marañón dice que al concluir el almuerzo alguien pidió café con leche. Se lo sirvieron. Uno de los personajes locales que estaba en el comité de recepción, se interesó por el parecer del comensal en cuanto al café con leche, y directamente le dijo: “es que la leche era de mi mujer”.

Al regresar a Madrid, ven cómo pasa el tiempo y lo poco que se hace por solucionar esos problemas. Cunde el desánimo general. Funda la Agrupación al Servicio de la Republica con Pérez Ayala, Ortega y Gasset, Machado... Se autodefinía como “el partero de la República”.  Años después, Ortega ve el derrotero de las cosas y sentenció: “No es esto, no es esto”.

En 1937 se exilia en París. Fue de los primeros en regresar. El Régimen le deparó un trato deferencial. Su obra, inmensa. Imprescindible para conocer a personajes como don Juan, Antonio Pérez, el Conde-Duque de Olivares, Amiel o el Greco, de quien dice que no habría sido la figura universal que fue, de no haber vivido en Toledo… Demostró que su colección de Apóstoles, eran enfermos del Hospital de Afuera.

Se definía a sí mismo como “un trapero del tiempo”. Pasaba temporadas – cuando Toledo estaba tan lejos – en su Cigarral de Menores, al otro lado del río Tajo…


                                       

Machado, Marañón, Ortega y Gasset, Pérez de Ayala. Presentan la Agrupación al Servicio de la República.


 

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