martes, 11 de mayo de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Caracoles

 

 

                                    


Dicen, que cuando circuló el primer tren de viajeros en 1825, entre Stockton y Darlington en Gran Bretaña, acudieron al acto de inauguración alrededor de unas cuarenta mil personas, pero el listo de turno no le auguró un futuro prometedor “porque a caballo se llegaba antes a Londres”

Menos mal que no le hicieron caso, porque si no, nunca habríamos conocido el ‘Tren Bala japonés’, el TGV, (el tren de Alta Velocidad de Francia que alcanza los 320 km) o los AVE (Alta Velocidad Española que también supera con creces los 300 Km/h).

Naturalmente, estos trenes de hoy de velocidades de sorpresa, no contaminan como lo hacían aquellos primeros trenes de carbón que hacían hervir el agua en sus calderas. Son eléctricos, producen menos ruido y la atmósfera está limpia de dióxido de carbono. Tampoco se espantan los animales - solo hay que ver cómo pastan las ovejas en el Valle de Alcudia – cuando pasan los AVEs que suben o bajan de Andalucía.

Nuestro gobierno acaba de implantar por Ley, que los automóviles no sobrepasen, según qué condiciones, los 30 km / h. en su circulación por las ciudades. Esta mañana, los contertulios, sí esos que saben de todo, daban cantidad de opiniones a favor y en contra. Uno se queda perplejo ante tanta sabiduría.

Aducían que quieren hacer las ciudades ‘más humanas’ pero en esa humanidad pregonada, no entran los viejos, a los que con la pensión que cobran a final de mes, les llega a poco más que a echar la mañana en uno de los bancos del parque o en el hogar del jubilado, pero esos, como bien se entiende, son otros lópeces.

Tiré de retrancas y pensé, que mi bisabuelo iba a Málaga en una carreta y no había accidentes, al menos con la ‘generosidad’ con que ahora nos invaden, ni la contaminación que nos asfixia, pero claro, no es solución volver a recurrir a ese tipo de transportes.

Vayamos con esto de tantas restricciones, que nos pase como aquel del que cuenta que criaba caracoles en jaula. El hombre, se hizo a la calma. Por las mañanas les limpiaba los habitáculos, les echaba su agua y sus hojitas tiernas, y por las tardes, para que no se le pusieran reumáticos, los sacaba a pastorear por las lindes de la huerta, pero como estaba echo a tanta lentitud…  ¡los caracoles se le escapaban!

1 comentario:

  1. Tira, tira de retranca. Me encanta tu capacidad de observación y selección para mostrar , enseñar. Y la retranca para los "contertulios. Los aggiornados sabios del sanedrín, licenciados, con licencia, para mostrar sus vergüenzas y las de cada quique.
    A mí me vale para poner en marcha el pensamiento crítico y los comentarios con su correspondiente retranca.
    Avanti... Que se hace camino al andar. A paso de tortuga. Mejor que corriendo detrás de los caracoles.

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